El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

jueves, 14 de junio de 2012

Comunidad de destino


Influencia El desarrollo costarricense en diversas áreas ha estado marcado por la influencia cubana


Armando Vargas Araya



La Academia de la Historia de Cuba reconoció al costarricense Armando Vargas Araya por “sus importantes contribuciones a los estudios historiográficos, particularmente en cuanto al conocimiento de la historia de Cuba” y, en atención “al conjunto de su obra y su ejecutoria intelectual”, lo nombró Miembro Correspondiente.
En su discurso, pronunciado en el Colegio Universitario de San Gerónimo de La Habana el 16 de marzo pasado, Vargas repasó el aporte de algunas personalidades cubanas al desarrollo costarricense en diversas áreas. A continuación aparece un extracto de sus palabras.
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El antillano Pedro Morel de Santa Cruz encabezó la diócesis de León antes de ser obispo de Cuba. Su Visita apostólica, topográfica, histórica y estadística de todos los pueblos de Nicaragua y Costa Rica (1751) revela conocimiento cuantitativo y cualitativo de la vida económica, social y espiritual del país, como deja constancia de ciudades, villas, paisaje natural y características de sus habitantes. Es recordado por el nombre de Santa Cruz, Guanacaste.
Un gobernador oriundo de La Habana, Tomás de Acosta, introdujo el café en la entonces provincia española de Costa Rica. De aquí nos llegó el primer manual de caficultura, Consideraciones sobre el cultivo del café en esta isla, reeditado en San José (1835). El café transformó a la más rezagada de las colonias hispanas del Nuevo Mundo en una república viable.
El periodista y educador Tomás M. Muñoz, quien emigró como consecuencia de la primera expedición de Narciso López, fundó el semanario La Unión (1858) y estableció colegios de enseñanza en Cartago y San José. Asimismo, dirigió el Colegio de San Luis Gonzaga.
Más de un centenar de familias cubanas se arraigaron en nuestro altiplano cafetalero, a resultas del estallido de la Revolución Cespedista por la independencia. La inmigración continúa. El general Manuel de Quesada y Loynaz, primer jefe militar de la Guerra Grande –suegro de Magón, nuestro escritor costumbrista– vivió allá varios años y murió en puerto Limón.
Una sola familia originaria de Palma Soriano nos ha dado una poeta de la palabra exacta (Eunice Odio), una acuarelista que hizo escuela (Margarita Bertheau Odio), un presidente de la República (Rodrigo Carazo Odio), un presidente de la Corte Suprema de Justicia (Ulises Odio Santos) y un arzobispo de San José (Rubén Odio Herrera).
Tres parientes y colaboradores de vuestro Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, introdujeron el positivismo de Comte y de Littré en Costa Rica, verdadero marco ideológico del Orden Cafetalero conformado por la Constitución Política de 1871 y las subsecuentes reformas fiscal, jurídica y educativa. El filósofo José María Céspedes Orellano, el jurista Jorge Carlos Milanés Céspedes y el pedagogo Ramón Céspedes Fornaris, fueron la vanguardia bayamesa de un vigoroso foco seminal.
Es posible inferir que el truncado proyecto de nación ideado por el presidente Céspedes encontrara condiciones propicias para su cultivo y crecimiento en el humus social costarricense.
El revolucionario antiesclavista Antonio Zambrana fue, por tres décadas, nuestro maître à penser. Mentor de la Generación del Olimpo, el ensayista Mario Sancho le dijo: “Maestro, después del Sol, sois vos quien ha alumbrado más en Costa Rica”. En el 2006 se publicó mi libro El doctor Zambrana y, la semana pasada, como hijuelo de aquel, apareció Derecho Romano, con sus lecciones de 1907 y 1908.
El héroe de la emancipación, general Antonio Maceo, moró entre nosotros durante cuatro de los últimos seis años de su vida magnánima, junto con un centenar de mambises. Fundó La Mansión de Maceo, distrito segundo del cantón de Nicoya –única población arraigada en territorio latinoamericano por los cubanos trasterrados en las treguas de sus prolongadas luchas libertarias–. Cuando la Municipalidad de San José develizó un busto suyo (1941), vuestro representante diplomático en Centroamérica dijo: “Antonio Maceo será el punto de contacto imperecedero entre las repúblicas de Costa Rica y Cuba”.
En el 2002 se publicó mi Idearium Maceísta y hoy se presenta aquí El Código de Maceo: el general Antonio en América Latina, edición de esta docta Academia y la casa editorial Imagen Contemporánea.
José Martí nos definió como “industriosísima colmena” y, seducido por la pródiga naturaleza, nos llamó “república esmeralda”. En la Conferencia Internacional Americana (1890), escribió: “Costa Rica se levanta y dice: ‘Pequeño es mi país, pero pequeño como es, hemos hecho más, si bien se mira, que los Estados Unidos’”.
En el 2008 se publicó mi libro La huella imborrable: Las dos visitas de José Martí a Costa Rica. Estos trabajos constituyen cuatro jalones señalados en el empeño de comprensión y escritura que me ocupa y depara alegría de vivir. Procuro cultivar una ilusión cada día; la persona es joven mientras abrigue más esperanzas que pesares.
Nuestro segundo himno nacional, la Patriótica costarricense, es el poema “A Cuba”, de Pedro Santacilia. El Corrido a Pepe Figueres es la melodía de una cántiga santiaguera al general Antonio. Ernesto Lecuona tiene una Suite costarricense, surgida de sus composiciones para el filme musical Carnival in Costa Rica (1947), representada alguna vez por un ballet habanero.
Se acaba de inaugurar en la sede Chorotega, campus Nicoya, de la Universidad Nacional, la primera cátedra de altos estudios dedicada a escudriñar la impronta perdurable del general Antonio, así como a profundizar en el legado maceísta y la influencia continental de su pensamiento y obra.
En fin, esta es una historia de nunca acabar... 

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