El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

miércoles, 27 de junio de 2012

Giulio Girardi y su Nicaragua, Nicaragüita


Vidaluz Meneses
Seguramente muy pocos/as de quienes rodeábamos la vida cotidiana de Giulio Girardi en Nicaragua, sabíamos  de la eminencia que habitaba entre nosotros/as, pues el sacerdote ordenado en 1955, que había sido Profesor de filosofía en la Universidad de Turín y de Roma y en la Universidad Católica de París, además de participar como experto en el Concilio Vaticano II, colaborando especialmente en la Gadium et Spes, y que fue miembro del Tribunal Russell, compartiendo tal responsabilidad con García Márquez, Julio Cortázar y Eduardo Galeano, entre otros,  cuando venía a Nicaragua, desde los inicios de los años ochenta, invitado por el Padre Uriel Molina,  se hospedaba en la  acogedora casita de doña Isolina Brenes, llamada cariñosamente doña Choli, vecina del Centro Ecuménico Fray Antonio de Valdivieso,  que logró que su modesto habitat fuese  el sitio de hospedaje predilecto de Giulio Girardi, quien además almorzaba diario en la comidería de la esquina, tal como lo descubrió asombrado un día, el Padre Uriel Molina.
Este magnífico internacionalista es de quien Ernesto Cardenal, en su prólogo a la segunda edición de su obra, Sandinismo, Marxismo, Cristianismo: La confluencia dice haberle visto por primera vez en el Tribunal Russell donde Cardenal fue enviado para presentar el caso de Nicaragua, porque antes, en Solentiname, sin conocerle, “lo leía y encontraba cosas sorprendentes de él, como la lucha de clases y la Eucaristía, cosas atrevidas y novedosas pero también evidentes desde el primer momento; divulgadas en papeles mimeografiados y multicopiados, que es como circulaba todo este movimiento de Teología de la Liberación en América Latina”
Por su parte, el Padre Uriel Molina, en sus palabras de presentación de la misma obra, acotaba: “Crisis es un período de movimiento, de vida y de vida intensa.  La crisis de Giulio Girardi se encuentra con la de Nicaragua y se resuelve con ella….Giulio, como tantos otros antes que él, tuvo que perderlo todo para llegar al punto cero en que uno al fin se encuentra a sí mismo.  Cuando uno de esos seres en ese momento   encuentra amor, lo estrecha contra su corazón y ya no quiere soltarlo, como el Cantar de los Cantares.  Giulio encontró a la Revolución y la encontró, y eso nos alegra, a través del Centro Valdivieso.”
A muchos/as nos dejó perplejos/as su capacidad de abstracción y de elaborar teoría.  Había adquirido un pequeño automóvil soviético, marca Lada, de los que fueron importados en esa época y el personal de apoyo del Centro Valdivieso lo veía llegar y estacionarse casi a media calle, se bajaba y entraba directo a un cuartito del fondo donde se instalaba por muchas horas a leer y escribir.
Rafael Valdés,  del equipo del Centro Valdivieso, le acompañó en dos ocasiones a la Costa Caribe donde él quería contribuir con el rescate de la teología negra. En el primer viaje fueron a Bluefields con el objetivo de sostener un encuentro ecuménico y cultural con la población negra mayoritaria en esa región.  Participaron moravos que es la iglesia que predomina.  El grupo se lamentaba de estar perdiendo su cultura, decían que todos los rótulos estaban en español, que ellos ya se iban sintiendo minoría.
Otro año fueron a Orinoco donde habitan los garífunas, con el mismo fin.  Allí conocieron distintas  experiencias religiosas,  por ejemplo el walagallo, rito que se celebra para sanar a los enfermos mediante la invocación de los ancestros.
Rafael recuerda que en una de las dos Semanas Teológicas de carácter ecuménico, celebrada  con los pastores más importantes de las iglesias pentecostales, había tres posiciones fundamentalistas: la moderada, la menos moderada y la radical.  El pastor más radical dijo que el ecumenismo era un invento del demonio, que todas las personas que no eran de su iglesia eran objeto de conversión.
Todas estas experiencias iban  dando a Giulio una visión amplia y rica de nuestra realidad nacional al ensayar el ecumenismo.
La poeta Michele Najlis y yo establecimos una relación realmente entrañable con Giulio. Michele, en varias ocasiones, incluso le propuso que se trasladase a una habitación de su casa, pero él declinó con dulzura tal invitación. Ella recuerda especialmente su ternura y la delicadeza con que les llevaba a sus niños golosinas. Giulio expresó un alto sentido del humor cuando accedió a escribir el “nihil obstat” al libro de poemas Ars combinatoria,  que Michele publicó en 1988, escribiendo lo siguiente:

“Imprimatur
Cuando empecé a leer estos poemas, sabía bastante poco de lo que es el “Ars Combinatoria”. Pero ahora, ya no sé absolutamente nada de ello. Sin embargo, sé algo más sobre la autora, y resulta que no es tan mala como aparenta. Me parece entonces (NOS parece) que como reconocimiento a estos tímidos esfuerzos, la autora merece ser excomulgada (de la comunidad de los sabios aburridos) y su obra merece ser incluida en el índice de los libros prohibidos para todos los que no tienen sentido del humor (y resulta que son muchos)”.  Firmando al final:  “Giulio Girardi, Prefecto Departamento Doctrina de la Fe”.
Yo recuerdo que cuando visité Roma por primera vez, Giulio me ofreció su apartamento en el que me podía quedar los días necesarios, ya que él iba a estar fuera del país.  En esa ocasión me dejó la refrigeradora llena de alimentos y bebida y sobre la mesa del comedor, dinero para que me ayudara en mis gastos personales, gesto de una generosidad extraordinaria  que nunca olvidé.
En 1992, Carlos Tünnerman presidía la Junta Directiva del Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica y junto con la poeta Daisy Zamora y el Agregado Cultural de la Embajada de España, yo era  integrante de la misma. En una de las sesiones, decidimos realizar una semana de actividades conmemorando el descubrimiento de América y por consenso unánime desarrollar un programa que recogiese las luces y las sombras de tan magno evento histórico. Fue así que propuse la presentación del libro de Giulio Girardi, La conquista de América, ¿con qué derecho? lo cual fue aprobado por toda  la Junta Directiva.  El Padre José María Vigil, de nacionalidad española, pero residente en Nicaragua,  lo presentó y Giulio leyó un fragmento de su obra tal como se acostumbra. Luego de algunos comentarios pasamos al vino de honor.  Días después fui notificada de un reclamo que llegó de la sede central del Instituto en Madrid, por irrespeto a la Madre Patria en su propia sede. Yo que fui la de la propuesta, contesté una carta aclarando el espíritu que había animado la inclusión de dicha obra en el programa y la protesta no pasó a más.
Indudablemente que, desde que Giulio decidió ser cristiano y revolucionario, todo lo que producía iba a ser polémico.  Fue muy valiente, estudioso y audaz.  Su obra Sandinismo, Marxismo y cristianismo, la confluencia fue presentada por uno de los pocos marxistas mejor formados entre los militantes del FSLN, Rogelio Ramírez, quien la calificó como una “especie de manifiesto del cristianismo revolucionario nicaragüense” (que buena falta le haría al gobierno actual, pienso yo, para sustentar el lema repetido hasta la saciedad cotidianamente: “cristiano, socialista y solidario”)
Si bien Ramírez le reconoció la enorme riqueza que imposibilitaba abarcarla en una sola charla, a la vez expresó sus reservas de carácter filosófico sobre las tesis de Giulio. Decía Rogelio que Giulio “enfatizaba  demasiado el carácter soñador y utópico de Sandino, como si éste no hubiera hecho un análisis objetivo y científico de su situación histórica. Esto significaría que los grandes revolucionarios serían soñadores y filosóficamente idealistas” concluía.  También Ramírez externó un segundo juicio de urgencia coyuntural, al afirmar: “ni Sandino era comunista ni tampoco lo es el FSLN” lo cual, hacía ver que era importante destacar esto ante los ataques del imperialismo que se daban en esos años.  Agregó que debía recordarse que ningún partido comunista de América Latina simpatizó con Sandino, salvo José Antonio Mella en Cuba y José Carlos Mariátegui en Perú, honrosas excepciones al dogmatismo imperante.
Otro personaje  que intervino en el debate, fue el viejo luchador nicaragüense Armando Amador, que objetó el capítulo III dedicado a la relación de Sandino con el movimiento comunista, indicándole que debía elaborarlo de nuevo ampliando sus fuentes documentales. “Hay una bibliografía importante que no fue utilizada, sostuvo Amador,  por ejemplo, los escritos de Julio Antonio Mella; la revista Amauta de Mariátegui, la correspondencia de  Carlos Aponte y Gustavo Machado”.  Amador, comunista, que residió muchos años en Venezuela, adonde salió al exilio en tiempos de la dictadura de Somoza, quería que Giulio incorporara la diferencia entre el sectarismo de los comunistas mexicanos  que se opusieron a Sandino y lo que llamó “la postura esclarecida de otros comunistas latinoamericanos que apoyaron con clarividencia la lucha del héroe nicaragüense”
Otra interesante intervención fue la del venezolano radicado en Nicaragua, hoy ex vicerrector académico de la Universidad Centroamericana, Jorge Alvarado Pisani, quien centró su atención en el capítulo II que aborda el tema de la teosofía de Sandino, coincidiendo con Amador en la falta de fuentes de consulta más amplias, como por ejemplo, las obras del teósofo Joaquín Trincado y los aportes del nicaragüense José Santos Rivera, por lo que Alvarado concluía que su apreciación era que Sandino había sido un “comunista racional”, en el sentido que le daba a esta expresión Trincado.
Debo recordar que la tradición más fuerte de la cultura nicaragüense es la de la poesía, o sea que estamos más acostumbrados/as al lenguaje simbólico que al conceptual. Por tal razón creo que los razonamientos sistemáticos que promueven un debate, rápidamente cansan  o no logran concentrar la atención general.  Uno de los recursos para sacudirse un pensamiento muy denso es el humor y éste estuvo presente en la intervención del líder sandinista, ya fallecido, Herty Lewites, cuando al referirse a la última parte de la exposición de Jorge Alvarado que sostenía la necesidad de prestar atención a la filosofía esotérica de Sandino, pues éste poseía capacidades paranormales que hoy son estudiadas científicamente, Lewites compartió un encuentro que tuvo con Gustavo Machado en Venezuela, ocasión en la que éste le contó que había ido a visitar a Sandino a su campamento y que, como a las dos de la mañana, se le aparecieron a Sandino unos indios misquitos llevándole información de seguridad; al día siguiente, Sandino utilizó esta información como si se tratara de conocimiento  parapsicológico, para proteger la identidad y la vida de los informantes.  Por eso debía tenerse mucha prudencia en cuanto a interpretaciones parapsicológicas de Sandino, concluyó sonriente, Lewites.
Se sumaron tres intervenciones más y luego Giulio las contestó  una por una con la sencilla brillantez que le caracterizó y resumiendo finalmente dijo: El problema central es “si he sido fiel o no a las fuentes.  Mi trayectoria cristiana, claro está, me hace subrayar algunos aspectos, pero la cuestión es si esos aspectos están o no en las fuentes.  Lo que me parece curioso es que se afirme que yo como creyente interpreto las cosas en forma válida…para creyentes.  Se me tendría que demostrar, por el contrario, que por ser creyente yo no comprendí algo. La confluencia entre marxismo y cristianismo ha sido la preocupación de mi vida. Algunos han dicho que el marxismo sandinista que yo planteo no corresponde al sandinismo real, sino que se trata más bien de una proyección de mis deseos. ¿He presentado acaso la Historia de Nicaragua o la mía propia? Yo diría que ambas. Pero de nuevo, el asunto de fondo es si el marxismo sandinista está implícito o no en los planteamientos y en la práctica de los sandinistas”  Girardi concluyó recalcando que la revolución sandinista se caracterizaba por su apertura a lo internacional y que los internacionalistas involucrados en ella eran “nicaragüenses por opción”, pues participaban junto con los nicaragüenses en la construcción de una cultura alternativa, de relevancia mundial”. Al concluir el acto, Giulio fue despedido con una ovación de los participantes.
En la entrevista que José Argüello hizo a Giulio en 1986 hay preguntas clave que corresponden a la motivación de Girardi para escribir esta obra. Por ejemplo: “En Nicaragua, la práctica se adelanta a la teoría y hay experiencias ricas y profundas sin una formulación teórica adecuada. ¿Cree usted que esta revolución exige algunos replanteamientos teóricos importantes?”  En su respuesta dice Giulio entre otras cosas: “La participación masiva de los cristianos en el cambio de sociedad ha sido posible porque los cristianos han empezado a vivir su fe de un modo novedoso, creador; y esta novedad se ha ido profundizando en el corazón de la lucha. Ahora, esta experiencia tiene la capacidad y la exigencia de fundamentar todo un replanteamiento de la teología desde el punto de vista de los oprimidos. Sin embargo, este potencial de renovación teológica me parece que no está valorado suficientemente. Es cierto que hay tareas prácticas más urgentes, pero también es cierto que una profundización teórica sería un gran enriquecimiento para la misma práctica cristiana y revolucionaria, en Nicaragua y en otros países.”
Giulio amó apasionadamente la revolución nicaragüense y creyó en su dirigencia y esa convicción tan profunda lo llevaba a defender y a no cuestionar aspectos de un proceso de por sí amenazado y agredido por la contrarrevolución. Al respecto cito al ex Ministro de Educación, Carlos Tünnerman,  miembro del grupo “Cristianos en la Revolución”, que yo también integré:
“A Giulio Girardi lo conocí, por primera vez, en una reunión del grupo de "Cristianos en la Revolución"; él disertó sobre la posibilidad de conciliar marxismo y cristianismo, que era uno de sus temas preferidos, así como la Teología de la Liberación.  Después me distancié de él porque costó mucho que se convenciera que la Revolución había sido desvirtuada. Además, se resistía a creer que algunos de los comandantes eran de una conducta nada revolucionaria.”
 
No obstante, la periodista y cristiana comprometida, María López Vigil, que igual lo recuerda con su apasionamiento y buena fe en la revolución y sus dirigentes, dice que  recién la denuncia de abuso sexual de Zoilamérica Narváez,  hijastra del Comandante Daniel Ortega, en su viaje anual a Nicaragua, la visitó en su oficina y le pidió más información de la que él había leído sobre el caso; le contó entonces de su implicación en él y Giulio no sólo estuvo totalmente abierto a darle crédito a ella y, sobre todo, a creerle a la abusada, sino que fue el único extranjero sandinista, portador de la Orden Carlos Fonseca, que escribió sobre esto, señalando el caso de esta muchacha como la segunda derrota moral del FSLN después de la apropiación indebida de bienes del Estado. Ese texto, supimos que se divulgó en italiano por internet.
 
Para concluir esta breve remembranza de nuestro hermano Giulio Girardi, quiero referirme a su terca esperanza. En los años noventa, después de nuestra derrota, Giulio tuvo la oportunidad de recorrer América Latina y pasar por Nicaragua, dejándonos pistas del nuevo camino hacia la utopía, tal como lo expresa en su conferencia titulada Desarrollo local sostenible. Poder local  alternativo y refundación de la esperanza. En ella Giulio identifica al “desarrollo sostenible como un proyecto fundamentalmente económico, pero que no se puede separar de un proceso de transformación política que cree las condiciones de la autodeterminación y de la participación a nivel económico y que por lo tanto, se trata de un proceso de democratización real y descentralización del poder”. En este proceso destaca la necesidad de un cultura antagónica a la del neoliberalismo y reconoce otra condición esencial para hacer efectiva la autodeterminación económica y política  y es el protagonismo de la mujer, además de la necesidad de la educación popular liberadora. Señala que una fuerte inspiración y motivación es un cristianismo que  volviendo a sus orígenes evangélicos, rompa alianzas históricas con los poderes políticos y económicos y tome partido por y con los oprimidos concientizados y rebeldes. Allí Giulio valora también como inspiración y motivación, no menos fuerte, las religiones indígenas originarias y de origen africano, por su amor e identificación con la madre naturaleza.
Giulio, con su visión futurista y planetaria, continúa y continuará nutriendo nuestros proyectos y por lo tanto viviendo entre nosotros y nosotras.

Roma, 21 de junio del 2012

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