Manual para expulsar a tiranos

Jaime Aparicio Otero

Los Gadafis del mundo deben empezar a preocuparse. La historia empezó con un humilde vendedor de frutas callejero tunecino que se prendió fuego en protesta contra los abusos e injusticias cometidas por las autoridades de su pueblo y desató el mayor Tsunami político de este siglo, acabando con las largas dictaduras de Tunez, Egipto y esperemos que muy pronto con la más delirante de todas, Libia.

Esta lucha no tiene motivos religiosos, ni ideológicos, ni antiamericanos. Son los jóvenes del Medio Oriente que quieren progreso, trabajo, democracia, libertad y dignidad, todos ellos valores universales. Como declaró el Embajador de Libia ante las Naciones Unidas, a tiempo de presentar su renuncia al cargo: “los manifestantes sólo piden derechos, un futuro mejor para su país y están siendo masacrados”.

Es la lucha del futuro contra el pasado, de gente harta de estar sometida y maltratada que se rebela contra estados autoritarios y corruptos. Son los jóvenes del medio oriente que han logrado que sus pueblos vean que el rey está desnudo. Son ellos los que han utilizando las redes sociales electrónicas para unir al país contra esos malhechores que se autoproclaman revolucionarios de izquierda y forman parte de la Internacional Socialista, y trafican con petróleo, armas, drogas y el atraso de sus pueblos. Algunos, como Mubarak, se hacían elegir y tenían el parlamento y el poder judicial a su servicio. Ahora vemos quienes eran en realidad estos autócratas en fuga y vemos a Gadafi asesinar a su pueblo para mantenerse en el poder. El dictador, pomposo, megalómano y sanguinario, que distribuía premios de derechos humanos y se proclamaba líder de la revolución mundial, está ahora ordenando disparar contra jóvenes, niños y ancianos, apoyado en sus grupos paramilitares y mercenarios africanos.

Los amigos de Gadafi deben estar preocupados, y con razón. Uno de los agraciados con el Premio Internacional de los Derechos Humanos Al Gadafi fue el Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, quién al recibir el premio agradeció a Libia con las siguientes palabras: “La batalla de las ideas, como bien lo ha dicho el hermano Fidel Castro, y que la estamos librando desde el Sur. Que importante para el pueblo nicaragüense estar escuchando sus intervenciones, igualmente allá en la Gran Jamahiria Arabe Libia Popular Socialista. Nuestro saludo para el hermano Muamar Al Gadafi, para su familia, todo nuestro aprecio”.

Pero esta lucha no se detendrá y se extenderá a todos los países donde hay opresión y donde la democracia ha sido burlada. Allá donde hay jóvenes que han perdido el miedo, veremos que las dictaduras electas, hereditarias o militares irán cayendo una a una. Los idealistas tenían razón, hay valores universales y la democracia es buena para todos, es falso que hayan sociedades que no están preparadas para la democracia. Estos valores trascienden los slogans de quienes hablan de construir sociedades plurinacionales o pluriculturales, meros instrumentos de los que abusan el poder para encerrar a sus pueblos en la ignorancia y privarles del acceso al conocimiento universal, a la tecnología, a las redes sociales donde hoy se organizan los que defienden la libertad, al conocimiento y al aprendizaje de distintas lenguas, a la cultura y a la fraternidad entre ciudadanos libres.

Pero pronto acabará la pesadilla del heroico pueblo Libio y se borrará del mapa La Jamahiria Arabe Libia Popular Socialista (yumhuría: gobierno que obedece a las masas)y el país volverá a ser Libia y a tener su bandera original.