El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

jueves, 31 de marzo de 2011

“EL RESPETO AL DERECHO AJENO ES LA PAZ”

Luis Rocha

Daniel Ortega tiene miedo. Como se dice en buen nicaragüense: “culillo”. En Román paladino: Pavor, porque él bien sabe que “quien mal anda, mal acaba”, “quien con lobos anda, a aullar aprende”, “dime con quién andas (Chávez y Gadafi), y te diré quién eres”, y así sucesivamente no puede evitar recordar refranes y sentencias morales que lo ponen a temblar, pues que son aplicables a su calidad de dictador y pululan en su cerebro como migrañas descontroladas. Entonces es cuando el Caudillo y Sra. mandan a tomarse las calles y rotondas para que nadie ose expresarse en libertad. A diferencia de nosotros, Daniel no es “dueño de su propio miedo”. El miedo es dueño de él. Por eso es que extiende por manzanas su fortaleza hogareña, que incluye Presidencia y Residencia a la vez. Así encierra en sus fronteras del miedo, a moros y cristianos que tienen la desgracia de vivir cerca de ellos. Se ríen de los derechos pisoteados de sus vecinos al igual que diariamente se ríen de los derechos de todos los nicaragüenses. Olvidan que “quien se ríe de su vecino, hace que su mal venga en camino”. Al paso que va, con tan desmesurada guarnición de policías, es probable que para cuando nombre su consuegro Díaz Primer Comisionado, sea más económico trasladar la “Plaza del Sol” a los predios del “Carmen”, y necesario poner todo el día a Don Miguel Obando a recorrer los kilómetros de su propiedad, esparciendo agua bendita para ahuyentar los espíritus malignos, que no cabe duda que los circundan, y como su nombre lo indica, con malignas intenciones. Mientras tanto se protegen encarcelando a todos sus vecinos y a cuanto ciudadano es consciente que éste no es sólo un país de deberes, sino que también de derechos.

Don Benito Juárez dio al mundo una memorable Lección Magistral cuando dijo: “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Irrespetar ese derecho, es desear la guerra. La corrupción imperante en Nicaragua es fuente de hechos arbitrarios contra el derecho, y más contra el derecho ajeno. Irrespetar nuestros derechos es declararle la guerra a la paz, la conciencia y la dignidad. En realidad, si lo analizamos con calma, lo que hace Daniel Ortega extendiendo los predios de su residencia con desproporcionadas y ofensivas medidas de seguridad, es la maqueta de lo que también está haciendo en Nicaragua entera. Nos encierra en su reino del terror. No le permite al pueblo manifestar sus desventuras y esperanzas. Le tiene pavor a la esperanza. Los dictadores, como dijo de Daniel hace poco Hugo Torres, tienen complejo de inferioridad. Se protegen, como el de aquí, hasta de los fantasmas del narcotráfico, como dijo Dora María Téllez, y desde sus gigantescos sarcófagos ordenan reprimir toda expresión de libertad o de inteligencia. Porque la “grandeza” de un dictador no radica, como la de un buen gobernante y estadista, en su sabiduría y magnanimidad, sino en la fuerza de su desquiciado ejercicio del poder. No hay, por lo tanto, “grandeza” alguna en un dictador. Habrá fiereza, y ésta es directamente proporcional a su cobardía.

Un buen gobierno demuestra su fortaleza con su tolerancia. Con el respeto al derecho de sus adversarios y hasta partidarios a discrepar con medidas que no comparten. Recuerdo que hace bastantes años –creo que por 1982- me encontraba en la Rotonda Bilbao (por supuesto sin rezadores) en Madrid, viendo desfilar una multitudinaria y alegre manifestación contra el ingreso de España en la OTAN. Ahí marchaba y bailaba una izquierda colorida, pletórica de pancartas con leyendas de muy buen humor, y totalmente unida, con miembros del PSOE (el partido en el poder) y UGT incluidos. Adversaban según su conciencia y con la libertad que les permitía una auténtica democracia, las medidas de su propio gobierno, presidido por Felipe González. Desde luego nadie reprimió aquella gigantesca manifestación y nadie ocultó la magnitud de aquella cívica protesta. Una lección de civilización. Por ello soy un firme partidario de que no sucumbamos ante la barbarie, y la afrontemos sin miedo alguno. Al margen de otras militancias políticas, seamos todos primero del Partido de la Civilización. Yo les aseguro de que si hurgamos en nuestro interior, encontraremos caudales de agallas, de ética, moral y valor acumulados. No nos dejemos contagiar por el miedo del tirano.

En el libro “Los amigos de Voltaire” (1906) de Evelyn Beatrice Hall (Stephen G.Tallentyre), de un diálogo surge ésta célebre frase: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. Si todos fuésemos así, unos con otros, de seguro a la hora de tener contradicciones brillarían el civismo y la democracia. Si todos asumiésemos como forma de comportamiento humano esa frase y la de Benito Juárez, no necesitaríamos bunker para vivir ocultos ni encerrar a todo el país en kilómetros cuadrados de represión y cínicos conceptos de solidaridad, cristianismo y socialismo. Si todos asumiésemos esa forma de ser y comportarnos, celebraríamos juntos toda manifestación de derecho ajeno, como la que habrá el próximo sábado 2 de abril. Si todos asumiésemos un comportamiento ejemplarmente cívico, sabríamos que el valor y la grandeza radican en respetar el derecho ajeno y que la fuerza se mide por ideas y no por pedradas o morterazos. ¿Quién triunfará en esta lid: la cobardía disfrazada de represión, o la paz ataviada de razón y tolerancia?

luisrochaurtecho@yahoo.com

“Extremadura”, Masatepe, 29 de marzo de 2011. (“Me quema la palabra”).

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