Luis Rocha
Nos vamos a referir como candidatos presidenciales en las “elecciones” de noviembre, únicamente a los dos candidatos del oficialismo de arriba y de abajo, comenzando por decir que por más que los serviles del Consejo Supremo Electoral y de la Corte Suprema de Justicia le hayan permitido a Daniel Ortega galopar hacia la reelección, tales “elecciones” –lo reiteramos una vez más- no son ni serán válidas por espurias y por sustentarse en la descomunal violación del Artículo 147 de nuestra Constitución Política. Los abortos que produzca esa farsa, serán sólo eso, abortos de facto. El hecho de que Daniel Ortega participe inconstitucionalmente, las anula y las hace non natas, ilegales, ilícitas y moral y éticamente inexistentes.
Tampoco es que creamos que son necesarias para que los monarcas se consoliden en el poder. Lo reiteramos, Daniel Ortega hace tiempo se reeligió a sí mismo y a perpetuidad. Estas “elecciones” no pasan de ser un capricho suyo para avalar internacionalmente su dictadura. Un capricho para dar a la arbitrariedad un barniz democrático, pues supone que la “reelección” de su dictadura será producto del sufragio. Incluso su compañero de fórmula bufa, sabe que estará subordinado al poder de la reina y que su nominación ha sido una jugada simbólica, que hace evidente lo que ya era evidente. Subordinaciones militares al poder político en un nuevo fascismo. Una estafa a la conciencia.
La sombra del hermano parece papalotear sobre la fórmula bufa, con ínfulas de maquiavélica. El hermano del Caudillo de arriba –que suele dárselas de Gran Gurú imparcial, observando con singular asepsia nuestros guisados y desaguisados, desde la infalibilidad de su inalcanzable altura- sabe muy bien que esto es una farsa y nada remoto es que esté aportando su desierto de arena. Dicen que recientemente el General por excelencia, es decir, el General de Generales, llamó a Arnoldo Alemán –el Alí Babá de “Los Chiles”- precisamente en el instante en que inscribía su candidatura en el CSE, para felicitarlo por gesto tan cívico y ejemplar, y aconsejándole que haga una “oposición propositiva”, evitando la “confrontación”. Si el cinismo es parte del humor negro, esto de “evitar la confrontación” es el mejor chiste electoral. ¿O habrá querido recomendarle, innecesariamente, que evite inmiscuirse en la confrontación de su hermano con la Constitución, con tal de reelegirse?
Nadie duda que Arnoldo Alemán defeca y respira gracias a la “confrontación” de Daniel con la Constitución. La recomendación del General (R) Humberto Ortega Saavedra es superflua, pues Arnoldo vive de las confrontaciones y contradicciones de Daniel. Es un parásito de las violaciones de su amigo. ¿Qué puede proponer Arnoldo Alemán, el indultado por estas “elecciones”, que no sea su agradecido sometimiento, hasta fingiéndolo virulentamente rabioso por momentos? Él ya se entregó –con su partido como combo- a cambio de sobrevivir política y económicamente, legitimando así el tenebroso reino de su adversario. Esos escrutinios serán otro chiste de mal gusto, con bola recia de acompañamiento. Espeluznante hilaridad la que nos toca vivir. Porque la verdad es que mientras Daniel y Arnoldo –previo acuerdo de reparto- se embolsan las treinta monedas, Cristo-Pueblo camina para ser crucificado, hacia ese nuevo Gólgota que serán las “elecciones”.
Las fórmulas vice-presidenciales de Daniel y Arnoldo, lo dicen todo. La de éste último, Francisco Aguirre Sacasa, concuerda real y figurativamente con el galope del Caudillo de arriba hacia la reelección. Ya tiene práctica desde cuando –montado en la Presidencia de Arnoldo Alemán y siendo Ministro de Relaciones Exteriores- inauguró su Ministerio cabalgando vistoso corcel. Desnudó la metáfora, pues desde entonces se supo que todos han cabalgado y cabalgan sobre ministerios e instituciones. Todos pisotean la Constitución con sus cascos, y hacia allá va –raudo, obediente y veloz- el General (R) Omar Hallesleven, fórmula de Daniel Ortega y no por casualidad el más reciente ex-jefe del Ejército ex-nuestro, ahora nuevamente partidario mientras no demuestre lo contrario. Ese es el mensaje a la Nación. Nadie es inocente de acompañar el delito de violar la Constitución, sin hacerse cómplice de ese delito. Nadie tiene derecho de decir que se puede matar y violar en nombre de la libertad. Por eso, ese es el mensaje de la impunidad.
En definitiva, los candidatos presidenciales nacieron muertos. Podrán arrastrar multitudes pagadas, obligadas o chantajeadas al gran funeral de la Constitución en noviembre, pero todos sabemos que esas “elecciones” no serán más que repartición de despojos putrefactos. Putrefacción y corrupción, que es lo mismo, al igual que repartición y robo. Pactos de miasma. Son ambos Caudillos sepulcros blanqueados desde cuyo interior surgen los cadáveres que ya son. Muertos en vida en el contexto de democracia y justicia. Candidaturas de cadáveres, muertos para toda moral y ética. Pero nosotros aún estamos vivos.
“Extremadura”, Masatepe, 21 de marzo de 2011. (“Me quema la palabra”).
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