El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

lunes, 14 de marzo de 2011

Gente que se va, se fue, se va a ir, se está yendo

Mildred Largaespada

En Centroamérica se convive a diario con gente que se va, se fue, se va a ir, se está yendo. Son historias de migrantes. Un amigo, la tía de la compañera de trabajo, el abuelito de la madre de la amiguita de tu hija, la esposa del hermano, el jardinero… se fueron hace años, o hace unos meses, o ayer, “mojados”, de manera “ilegal” cruzando el río y el desierto, las fronteras centroamericanas y las de México, cruzando las barreras de toda lógica de seguridad que te avisa de los peligros, que no son pocos, ya verán.

También se convive a diario con el dinero que envían estos migrantes, sobre todo en El Salvador, en forma de remesas. Ay, las remesas. A los bancos salvadoreños les encantan las remesas (y los migrantes), se las disputan en prolongadas batallas publicitarias. Este es el país que vive de lo que trabajan los migrantes allá. ¿Dónde? En los Estados Unidos, sobre todo.

Allá se fue José Luis Rocha, periodista y escritor nicaragüense y escribió varias crónicas y ensayos que ahora en forma de libro, llevan por título Expulsados de la Globalización, publicado por el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (Ihnca). Viene a decir Rocha –y esto es lo más valioso de su libro- que contrario a la tendencia de describir a los y las migrantes como víctimas, no lo son: “No son víctimas dóciles. Construyen, a golpes de ingresos ilegales, nuevos horizontes jurídicos. Son pioneros de otra forma de desobediencia civil”.

Con datos estadísticos, historias personales de migrantes, documentos académicos, entrevistas a especialistas y visitas in situ, Rocha va componiendo el drama, de la gente que decide migrar y refleja la vergüenza de un país, Estados Unidos, que alguna vez proclamó con orgullo ser una nación de inmigrantes. El drama, digo, pero un drama que contiene toda una épica en su interior.

El miedo a los bárbaros

Con respecto al país, José Luis lo describe así: “Érase una vez un país superlativo y pluscuamperfecto. No sólo su territorio era ancho y emperifollado. Todo en él debía ser supersized y desmesurado. También la paranoia y las persecuciones. Este país era una unidad de estados, los Estados Unidos, un país aterrado con 12 millones de habitantes indocumentados, aunque impasible ante los 4 millones de niños estadounidenses fruto de matrimonios mixtos, donde al menos uno de los padres era uno de esos habitantes, un inmigrante en riesgo de ser deportado en cualquier momento”.

Un país aterrado, dice, con miedo a “los bárbaros”, señala inspirado en el filósofo Tzevtan Todorov. El libro de Rocha detalla todo un capítulo sobre uno de estos estados, Arizona, “la vanguardia mundial de la xenofobia”, según el autor. Y de sus palabras conocemos a uno de los sujetos más aterrados, Joe Arpaio, el sheriff de Maricopa, condado de Arizona, conocido popularmente por los honores que él mismo se ha trabajado como “el caza inmigrantes”. Y cuando se dice cazar, se está diciendo con zeta. A Arpaio le encanta mostrar su pistola a los migrantes y periodistas.

Cuando Rocha presentó su libro en la UCA de El Salvador, contó una historia espeluznante, sobre la existencia de un juego en línea llamado Border Patrol, que consiste en disparar a mexicans y wetbacks (espaldasmojadas) que se están cruzando un río, mientras más matés más puntos ganas. Entre los wetbacks aparece el dibujo animado de una mexican cargando a un bebé, al que hay que dispararle también.

Epopeya de los desesperados

“Se trata de una de las más grandes epopeyas de la historia del mundo. Las migraciones son una suerte de revolución pacífica protagonizada por los pobres, los desesperados, los “bárbaros”, cuyas acciones están trasformando nuestra historia y nuestra cultura”, dijo Miguel Huezo Mixco, poeta y escritor salvadoreño quien comentó el libro de Rocha en la UCA.

Huezo Mixco explicó que en El Salvador cada año 60 mil personas, la mayoría jóvenes, abandonan el país para encontrar trabajo y oportunidades de crecimiento personal y familiar. Esta cifra, equivale a 164 personas por día, a un promedio de entre 7 u ocho personas por hora, que se van. “Que alguien haga el cálculo de cuántas personas se han ido del país mientras nosotros aquí conversamos”, invitó. Que alguien haga la cuenta cuántas se van mientras leemos este artículo.

Escribe Rocha: “La criminalización y penalización de las migraciones internacionales ha devenido en sentido común, plenamente legitimado por las leyes, la opinión pública y los aparatos coercitivos estatales. Los centroamericanos que quieren vivir el sueño americano son abruptamente despertados a una pesadilla de redadas, prisiones y deportaciones”.

Amparo Marroquín, académica salvadoreña y estudiosa del fenómeno de los migrantes en su país llamó la atención sobre cómo miran los migrantes los procesos de deportación y cómo no todos lo viven como víctimas. “Conocí a uno que lo miraba con naturalidad, la deportación le sirvió para regresar y ver a su familia, y después ¡lo volvió a intentar!”, narró.

Valiente libro, bella prosa. Mientras lo leía pensaba todo el tiempo en Christian, un joven de 24 años que trabajaba como jardinero en las casas donde vivo. Se fue hace seis meses. Me contó su plan de viaje. Iba a trabajar. Nos despedimos llorando juntos. Lo escribió Rocha: “Este libro trata de los centroamericanos que son castigados por querer trabajar donde no nacieron”. Como Christian que llegó bien a Nueva York, según me dijo por teléfono. Y allá sigue, trabajando.

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