El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 22 de mayo de 2012

¿Qué queda del FSLN?

Martha Isabel Cranshaw y Alberto Cortés Ramos



En este artículo privilegiaremos el análisis del actor hegemónico de las últimas cuatro décadas  en Nicaragua: el FSLN . ¿Por qué? Porque aún cuando no estuvo en el poder, tuvo la capacidad y la habilidad para poder moldear el desarrollo de este país. Con este análisis, queremos responder a dos preguntas: cuáles son las diferencias entre el FSLN  del proceso revolucionario y el actual. Y segundo, explicar la transformación del FSLN después de 1990. 
La primera diferencia a analizar es el carácter mismo del Frente. Desde mediados de los 70s y durante la revolución, el FSLN fue una organización con tres tendencias claramente estructuradas: la de “Guerra Popular Prolongada (GPP), la “Proletaria” y la  “insurreccional” o “tercerista”. Estas tendencias establecían una dinámica de pesos y contrapesos en la orientación partidaria y se reflejaba en la composición misma de la Dirección Nacional del FSLN, integrada por tres miembros de cada tendencia.
Sin embargo, es importante señalar que el “tercerismo” y, en particular, los hermanos  Ortega ocuparon dos puestos estratégicos: la presidencia del Gobierno y la secretaría general del partido en el caso de Daniel Ortega  y la jefatura del Ejército Popular Sandinista (EPS) en el caso de Humberto Ortega . Durante el gobierno  de Violeta Barrios  y como parte del proceso de despartidarización del EPS, Humberto dejó su cargo, mientras que Daniel Ortega mantuvo la Secretaría General del FSLN.
Esta doble condición de secretario general y presidente le dio a Daniel Ortega una posición de ventaja en términos de proyección, acceso y control de recursos y de contactos de la estructura organizativa en el territorio nacional.
Cuando el FSLN pierde  las elecciones de 1990 , Daniel Ortega se transformó gradualmente en el referente visible de la dirección partidaria. En realidad, se transformó, de forma deliberada, en el referente único. Se pasó de una dirección colegiada a una dirección unipersonal. Este proceso, que venía de antes, se reforzó con el denominado pacto “Ortega-Alemán ” (2000), en el que ambos líderes partidarios se reconocen como los caudillos de sus respectivas formaciones partidarias y se reparten la institucionalidad pública de forma botinesca, propio del caudillismo latinoamericano.
En esta nueva dinámica partidaria , Rosario Murillo , esposa de Daniel Ortega , juega un papel cada vez más importante, sobre todo después de la grave acusación por abuso sexual  que hiciera Zoila América Narváez, hija de Murillo, contra Ortega en 1998. Frente a esa acusación, Murillo se mantuvo al lado de su esposo, jugando un papel clave  en su defensa. Posteriormente, esa lealtad le dio un gran poder. Después de esa situación, Rosario fue la jefa de las campañas electorales de 2001, 2006 y 2011, ganando estas dos últimas. Y después del triunfo de 2006 , se constituyó en la práctica en una suerte de primer ministra del gobierno de Ortega, colocando en puestos claves a figuras leales a ella y destituyendo a ministros, funcionarios o cuadros partidarios que amenazan su hegemonía.
Etica y programa
Un segundo aspecto de la transformación partidaria  del FSLN tiene que ver con la ética. Desde su fundación, el Frente tuvo un fuerte componente ético, derivada de su opción política revolucionaria radical, expresada en un claro desprendimiento hacia los bienes materiales y un desprecio hacia la acumulación y la moral burguesa. Este compromiso era muy claro y marcado en Carlos Fonseca Amador, fundador del FSLN y en las siguientes generaciones sandinistas. Esta ética fue reforzada por la teología de la liberación latinoamericana, que tanta influencia tuvo en la juventud nicaragüense que apoyo la lucha anti-dictatorial y la Revolución. Esta radicalidad ética fue fundamental para que el FSLN pudiera mantener la autoridad moral y el apoyo del pueblo nicaragüense durante los duros años de la guerra ocasionada por la contrarrevolución.
Sin embargo, poco después de la derrota electoral, surgió un debate dentro del FSLN sobre que hacer con las propiedades estatales.En ese momento hubo dos posiciones: la que consideraba que lo que correspondía era defender la propiedad estatal y cooperativa que había sido creada e impulsada durante la revolución y había otra parte del partido que consideraba que había que trasladar buena parte de esas propiedades hacia la militancia partidaria. La idea sería poner las propiedades a nombre de personas, bajo el compromiso de que, en realidad, las propiedades eran del partido y a este se le trasladarían posteriormente. Esta posición pragmática se impuso con el apoyo de Daniel Ortega. Así, buena parte de las propiedades estatales se transformaron en propiedad privada y el compromiso de trasladarlo al partido nunca se cumplió.
Este fenómeno de privatización y apropiación de propiedad pública se conoció como “la piñata”, que fue el germen del empresariado sandinista a partir de los 90s. Con “la piñata ” surgió una nueva moral de resignación que asumía que para sobrevivir había que jugar con los mismos medios de la derecha y provocó, posteriormente, divisiones a lo interno del FSLN. La disidencia fue expulsada y el grupo pragmático, encabezado por Ortega, consolidó el control partidario. 
El surgimiento del empresariado sandinista, vinculado al grupo hegemónico del FSLN, se dio en un contexto de profundización del modelo neoliberal y de privatización del sector público, frente al cual Ortega no opuso mayor resistencia. Esta es otra diferencia con la posición del partido durante la revolución, período en que se buscaba una transformación radical de la estructura productiva, de la propiedad misma y de las relaciones sociales. Su apuesta era un nuevo tipo de sociedad, con un desarrollo democrático y justo, con una economía mixta en la que la propiedad pública y la propiedad social jugaran un papel estratégico.
En los 90s y hasta el presente, el FSLN no solo abandonó el programa revolucionario , sino que se adaptó cómodamente al modelo económico neoliberal. Hay dos indicadores que confirman este giro: por un lado, el FSLN no se opuso al TLC con Estados Unidos ni ha intentado rechazarlo o renegociarlo una vez que llegó al gobierno en el 2006. Por otro lado, el gobierno de Ortega ha recibido un masivo apoyo económico de Venezuela que no se ha canalizado a través del Estado sino a través de los negocios del sector empresarial sandinista.
Hoy, 22 años después de la interrupción de la Revolución, el FSLN construyó un fuerte sector empresarial con intereses en diversas ramas de la economía: turismo, construcción, sector financiero, producción agrícola, comercio, servicios, derivados del petróleo, entre otras. Ello ha facilitado llegar a acuerdos con el gran capital nicaragüense y también ha minado el potencial transformador  del FSLN y del gobierno de Ortega.
El cambio cultural
En la esfera cultural también ha habido cambios. El más notorio es la transformación religiosa de la pareja presidencial. No se trata solo de una conversión personal, sino de un cambio político avalado  e impulsado por el FSLN, en su condición de actor político. Desde los espacios de poder que  controla, ha promovido y aprobado políticas cristianas conservadoras, incluyendo la prohibición del aborto terapéutico  y el rechazo al matrimonio gay. Ha diferencia del FSLN del período revolucionario, el de Ortega-Murillo rompió con el movimiento feminista y está aliado con figuras conservadores, incluyendo al Cardenal Obando y Bravo , quien fuera enemigo acérrimo del proceso revolucionario en los 80s.
En lo que respecta a la participación social, durante la Revolución se intentó impulsar una participación democrática caracterizada por el empoderamiento de los sectores populares y la dignificación de los sectores marginados. Sin embargo, el contexto de guerra de baja intensidad obligó a una política defensiva y de militarización permanente, que debilitó este proceso de participación popular. Con el triunfo del FSLN en el 2006, la ministra de comunicación, Rosario Murillo, ha impulsado los “consejos del poder ciudadano”, que en la práctica han demostrado ser espacios de instrumentación de la participación desde abajo y que son excluyentes de otras formas de militancia y participación. Bajo una apariencia de participación democrática, los CPCs terminan reproduciendo un manejo centralizado, partidario y personalista del poder y responden a una política clientelista en la distribución de las ayudas estatales.
Poder y política social
En lo que respecta a la política social, si bien hay que reconocer que hay una mejora el acceso a ciertos servicios públicos con respecto a los gobiernos anteriores y que ha habido acierto en algunas decisiones, como por ejemplo, una orientación de ayudas estatales a mujeres jefas de familia, también hay que señalar que la política social, en general, ha tenido una orientación asistencialista, apuntando a la subsistencia de las familias beneficiarias y no hacia la satisfacción de las necesidades humanas. En lo que respecta al manejo de esta política, ha sido partidarista y vertical: de arriba hacia abajo.
En el caso de la política de salud, se ha cambiado el énfasis de lo preventivo a lo curativo, lo que está vinculado al negocio de las empresas previsionales y de la industria de producción de medicina, en la que hay intereses de empresas sandinistas. Además, en el caso de la seguridad social, el gobierno ha aceptado las propuestas del FMI que incluyen más años y cuotas de cotización, en contra de las posiciones sindicales.
En el caso de la Educación, el gobierno sigue apostando por la alfabetización básica, sin plantearse las siguientes etapas del proceso de aprendizaje. Sin embargo, el gran desafío para un proyecto de transformación social es lograr la ampliación de la cobertura combinada con una creciente mejora en la calidad. Durante el gobierno de Ortega-Murillo, esto no se ha planteado, de hecho, el sistema educativo sigue desarticulado, se ha continuado con la proliferación de universidades privadas de baja calidad y no se tienen políticas para la formación técnica de la juventud nicaragüense.
Un último aspecto tiene que ver con los poderes del Estado. Durante la revolución se dio una instrumentalización partidaria de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo Supremo Electoral. Todavía se recuerda el manejo impecable que hizo Mariano Fiallos Oranguyen del proceso electoral de 1990. A partir del pacto Ortega-Alemán, estos poderes del Estado fueron transformados en espacios controlados por partidarios de los dos caudillos. Posteriormente, Ortega aprovechó el enfrentamiento entre Alemán y Bolaños para terminar de controlar de forma mayoritaria estos órganos. Ello ha permitido un uso abiertamente partidario en la administración de la justicia y unmanejo viciado de los últimos procesos electorales, generando acusaciones de fraude tanto a nivel local como internacional.
En conclusión y respondiendo a nuestras inquietudes iniciales, ciertamente, Ortega volvió al gobierno en el 2006 y se reeligió en el 2011. Pero en los años que pasaron después de la Revolución, el FSLN y Ortega se acomodaron a la nueva lógica neoliberal. Hecho este análisis, nos parece pertinente terminar parafraseando al gran poeta Pablo Neruda, “ellos, los de entonces, ya no son los mismos...”
* Traducción del artículo publicado originalmente en inglés en la revista  británica Red Pepper www.redpepper.org.uk 

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