Onofre Guevara López
Aparte del accidente fonético, no se
advierten similitudes entre las arañas (artrópodos), y las hazañas (acciones
heroicas). Pero existe una asociación, y para descubrirla hay que dejarse guiar
por lo que dice el profesor Róger Matus Lazo, quien conoce al pueblo
nicaragüense, “como gran creador de palabras y expresiones” con sus recursos
lingüísticos.
Así, el nicaragüense ha creado con la araña y
la hazaña una expresión muy conocida: “Tené cuidado con esos tipos, porque son
arañas”. Es una advertencia acerca de personas capaces de causar daños a otras con
su accionar demagógico, dado que sus “hazañas”, equivalen al hilo de seda de
las arañas con el cual agarran a sus presas. En los demagogos, la “hazaña” pierde
su significado de acción heroica.
Son muchos los políticos que han sido arañas con
sus “hazañas”, y han dejado al país en una situación de atraso, y bien sentado
en la primera clase de la nave mundial de la pobreza. Como si faltaran
“hazañas”, los gobernantes arañas nunca han tenido vergüenza para pintar en su
propaganda nuestra triste situación de pobreza, como una luminosa situación de
progreso económico-social.
Políticos arañas fueron los libero-conservadores
que importaron el filibusterismo que le costó muertes, pérdida de dignidad y de
la paz a los nicaragüenses. Arañas fueron los políticos conservadores que trajeron a las arañas marinas gringas para
recuperar el poder que otros políticos arañas –con un espejeo del liberalismo
francés del Siglo XVIII—, se lo habían quitado. Gobernantes arañas creados por
la marinería estadounidense vendieron la soberanía nacional a cambio de un
poder ilimitado, depredador y asesino. Claro, esas no han sido todas las “hazañas”
de las arañas en la historia.
El fin de esas arañas pareció llegar en 1979.
El 19 de julio, para ser exacto. Y todo el pueblo fue feliz por ello,
demostrándolo con su participación voluntaria, haciendo gala de generosidad y capacidad
para realizar auténticas hazañas con su sangre y con sus vidas. Generoso el
pueblo, pero también salado. Arañas de toda clase y procedencia –con ayuda de
la gran araña imperial— posaron cada una sus cuatro pares de patas sobre el
cuerpo nacional, sin lograr el efecto deseado.
Otras arañas, creadas en la matriz
revolucionaria, contando con la ingenuidad popular, se burlaron de todo el
mundo. Cambiaron la revolución por una piñata, y cada una con su par de
apéndices bucales extrajeron todo lo que pudieron del cuerpo económico del
país, y desde entonces cambiaron las hazañas por las hazañerías, sin más
objetivos que el de su lucro personal. Estas arañas se volvieron tanto, o más pilosas
que las otras.
Según los zoólogos, existen 35 mil especies
de arañas. De la zoología no conozco nada, y creo que esa cantidad no debe ser tan
exacta. Por lo menos ha de haber una especie más, que bien podría ser unas de
las arañas felpudas que ahora nos están causando mucho daño.
Tal es el caso de uno de esos hombres arañas,
que no ha dejado nada por hacer en materia política y administración pública al
margen de los intereses de su clan. Una araña de muchas hazañerías: desde un
partido a una presidencia, pasando por una piñata, varios tipos de violaciones –a
la Constitución, a las leyes, a los derechos políticos, democráticos,
municipales, electorales y legislativos—, sin faltar la violación del derecho a
la libertad de conciencia, por cuanto induce a la gente con sus discursos
radio-televisivos y de plazas públicas, a practicar ritos católicos adaptados a
su fe política demagógica.
Ya ven, el tipo no es
cualquier araña. Es capaz de hacer eso y aún mucho más. Dentro y fuera de
campañas electorales le ha gustado pararse frente a su espejo y preguntarle:
espejito, espejito, ¿quién es el más bonito de mi reino artropódico? Pero, araña
al fin, nunca esperó la respuesta del espejo, sino que se respondió así mismo, dándose
a fabricar innúmeras cantidades de rótulos de todos los tamaños y colores con
su bella imagen para colocarlos por todo el territorio nacional. Él, así se
hace sentir en todas partes, para que nadie diga que no hay araña en su reino
ni pueblo que no le adore.
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