El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

viernes, 23 de julio de 2010

Me quema la palabra

EL REPLIEGUE IMBORRABLE

Hemos publicado en EL CORREO una secuencia de tres artículos con éste, que no es mío, sino que de mi inolvidable amigo D.J. Flakoll, y de su esposa la siempre entrañable poeta Claribel Alegría. Ellos entrevistaron, grabaron y ordenaron en una apasionante cronología de los hechos, los testimonios, de inobjetables protagonistas, que en su invaluable conjunto permitieron el libro “NICARAGUA: la revolución sandinista” (Una cronología política/1855-1979), cuya primera edición apareció en “Ediciones Era,S.A, México, 1982., y la segunda en “Ediciones Centroamericanas ANAMA, 2004”, de la cual tomamos los fragmentos que reproducimos para completar, con la verdad escrita, la historia de Nicaragua que se pretende borrar o distorsionar con la inclusión de “héroes”, hoy aprendices de dictadores, que tienen el don de estar en todas partes y de ser los protagonistas de todo cuanto de heroico aconteció en Nicaragua. Finalizamos de ésta manera de rescatar para la historia imborrable el verdadero Repliegue a Masaya, y rendimos un homenaje a todos los héroes y mártires que hicieron posible el 19 de julio de 1979, cuyo 31 aniversario conmemoramos hace tres días. ¡Porque es nuestro deber reafirmar ésta victoria!

Luis Rocha

“Extremadura”, Masatepe, 22 de julio de 2010.

Jamás se sabrá exactamente cuántos fueron los muertos civiles en los barrios orientales, ni cuántas tumbas superficiales se abrieron en patios y lotes vacíos. Los alimentos, el agua y las medicinas escaseaban, pese a los miles de refugiados, casi todos viejos, mujeres y niños (ninguno en edad de combatir), que salían del área ondeando banderas blancas.

Cuando nosotros nos dimos cuenta efectivamente de que la guerra la habíamos ganado, de que era cuestión de tiempo, nos juntamos a analizar y se tomó la decisión de replegarse de Managua a otro lugar -recuerda William Ramírez-. Estudiamos posibilidades, una de las posibilidades era León. León casi estaba liberada, pero la distancia que hay de Managua a León es bien larga, son noventa kilómetros. Teníamos una tropa extenuada, sin dormir, de esa naturaleza, mucho menos para ir combatiendo. Tampoco teníamos suficientes armas ni municiones.

Masaya estaba combatiendo, no se había definido la situación todavía y nosotros mismos, nuestra actitud debía ser encaminarnos a Masaya, a fin de consolidar la zona de la ciudad. La distancia a Masaya es más bien corta. Podíamos hacerlo en un plazo relativamente breve. Nosotros estábamos aprendiendo a ser guerrilleros, era la primera vez que hacíamos una guerra de liberación y pensábamos que podríamos llegar a Masaya en una noche. Sin embargo no contábamos con que el número de personas que se iban a replegar con nosotros era alto. Habíamos estimado que podrían irse con nosotros unas mil o mil quinientas personas. La realidad que llegamos a Masaya con seis mil personas incluyendo 27 enfermos graves que no los podíamos abandonar y teníamos que ir cargando.

Nos cuenta Mónica Baltodano:

La decisión del repliegue fue bien colectiva. El Estado Mayor del Frente Interno, que estaba aquí en Managua, nos lo planteó. Nosotros, por honor, no nos queríamos retirar pero vimos la necesidad y tomamos la decisión. Discutimos también como responsables políticos. Nosotros estábamos en Managua, yo estaba en la parte pegada al cauce, que bordea la pista de la resistencia, que le llaman. Nuestro grupo tenía que salir de último.

Dice William Ramírez:

La retirada a Masaya ya es un episodio heroico y doloroso. Nosotros comenzamos a salir el 27 de junio aproximadamente a las 7 de la noche. La gente comenzó a caminar a las 7 y a 10:30 todavía no habíamos salido de Managua. Fue una marcha penosa, organizada dentro de las limitaciones. Se constituyó una vanguardia, un centro y una retaguardia. El comandante Joaquín Cuadra iba en la vanguardia.

Tratamos de avanzar lo más que se pudo pero las limitaciones, por el alto número de personas, la inexperiencia que tenían esas personas porque jamás habían hecho una marcha guerrillera de día, y mucho menos de noche, la indisciplina que se mantenía todavía en los hábitos guerrilleros y la escasez de cuadros suficientes que pudieran controlar semejante número de personas nos impidió hacer una marcha efectiva; además de la debilidad física de los enfermos, de las mujeres, de los niños, eso también fue otro agravante para hacer más larga la marcha.

Mónica Baltodano estaba en la retaguardia mientras William Ramírez con Joaquín Cuadra y Carlos Núñez iban en la vanguardia. William Ramírez sigue con el relato:

Nosotros estábamos llegando cerca de Masaya aproximadamente a las seis de la mañana. Nos reunimos a hacer un alto para esperar al resto de la gente. Llegamos a Sábana Grande. Por allí pasa una carretera, entonces inmediatamente se dio la orden de poner emboscada a ambos lados y a las 7 de la mañana pasó un convoy de la Guardia. Nosotros estábamos platicando todavía allí con los compañeros del Frente Interno, los jefes, cuando escuchamos los primeros disparos. Pensamos que estaban atacando la casa donde estábamos acampados con las mujeres y los niños. Inmediatamente nos fuimos al lugar de los hechos y era una emboscada. Entonces impartimos las órdenes pertinentes, las órdenes tácticas para rodear al enemigo y evitar que pudiera escaparse. Aun así se nos escaparon algunos. Allí nosotros recuperamos una ametralladora 50, con dólares, con municiones suficientes, un equipo de radio y el vehículo. Parte del enemigo salió huyendo despavorido. A partir de ese momento el enemigo tuvo veracidad sobre lo que estaba ocurriendo.

Posteriormente nosotros nos dimos cuenta de que el enemigo estaba desconcertado porque no sabía qué era lo que pasaba. Los aviones informaban de un alto número de personas que iban caminando hacia Masaya, unos de militares, otros de civiles. Entonces preguntaban que qué es lo que pasaba, que le informaran que si era gente de la Guardia o si eran los "yeicos" como nos decían. Cuando se da la emboscada ellos confirman que somos nosotros. A partir de ese momento se desata una carnicería y comienzan a bombardear en forma indiscriminada, a ametrallar. Desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde estuvo lloviendo metralla y rockets contra todos nosotros. Allí en esa retirada hirieron al doctor Moisés Hassán de la Junta de Gobierno. Le cayó un rocket y le penetró aquí, en el costado izquierdo. Murieron un montón de compañeros por la imposibilidad nuestra de no poder responder al fuego enemigo; no teníamos otra alternativa que tirarnos al suelo, tratar de protegernos en los muros del camino. Nosotros estuvimos bombardeados y ametrallados por cinco aviones que sólo interrumpían para venir a abastecerse de combustibles y de municiones.

Yo ya iba en la vanguardia con el comandante Joaquín Cuadra y a las 2 de la tarde le dije que iba a dejar la columna y que me iba a ir directamente más allá, a ver cómo entraba a Masaya para traer buses y que vinieran a topar a la gente aquí, para hacer más rápida la llegada.

William Ramírez había avanzado hacia Masaya para traer buses con el fin de movilizar a seis mil personas más rápidamente.

Nos dice:

Caminé más rápido de lo que me exigían los aviones y logramos llegar a Masaya como a las 3 de la tarde pero era imposible entrar. La Guardia estaba tendida en la propia entrada y nosotros tuvimos que esperar hasta como a las 4 de la tarde. Vinieron unos compañeros a avisarnos que podíamos pasar. Estaban sobre la carretera enfrente de la Laguna de Masaya. Por allí nosotros teníamos un precipicio. Los compañeros llegaron donde mí y me dijeron que nos fuéramos. Vinieron dos. Estaba conmigo el comandante Marcos Somarriba, y le dije: “Vámonos, aquí entramos a como sea", Comenzamos la marcha con cinco compañeros más. Éramos siete en total. Cuando íbamos pasando ya en el borde de la laguna, nos tenían emboscados. Dejaron pasar al compañero y cuando nosotros veníamos nos emboscaron y comenzó la tirazón donde no tuvimos más remedio que agacharnos inmediatamente. Entonces le digo al compañero: "Bueno, mano, sigamos y no nos paremos". Los otros parece que no escucharon la orden y se quedaron. Sólo avanzó el compañero baqueano, y yo avancé detrás de él, pero no se podía pasar. Entonces nos tiramos a la laguna, a un lado de la laguna. Allí estuvimos, llegó la Guardia, se estuvo arriba y como nosotros estábamos escondiditos, como buena gente nos dieron por muertos. Según ellos nos habíamos ido a la laguna, al precipicio.

Se retiraron, entonces nosotros pudimos llegar hasta Masaya De esa manera se comenzó a enviar refuerzo militar a fin de sacar a los que estaban emboscados, porque de otra manera no salían ninguno. En cuanto hicimos esa acción la Guardia se retiró al Coyotepe que era la fortaleza que tenían ellos y por la noche empezaron a llegar ya los compañeros bajo la protección nuestra.

Fidel Castro habló después, a propósito del repliegue a Masaya, de la más brillante decisión táctica de la ofensiva final. William Ramírez explica las consecuencias que surgieron de esa audaz decisión de hacer marchar a seis mil personas 28 kilómetros, desde los barrios orientales de Managua, hasta la ciudad de Masaya:

Ya estando en Masaya procedimos a tomar el control sobre la ciudad. Nos reunimos con los jefes que estaban allí, les dijimos que nos informaran cómo estaba la defensa, las posiciones para modificar lo que había que modificar y reforzar la ciudad. Dimos descanso de 48 horas a las tropas y después de eso procedimos a diseñar el plan de ataque para
Jinotepe.

Cuando decidimos irnos a Masaya, nosotros pensábamos llegar a ser una solución y no un problema. Teníamos municiones suficientes para resistir dos o tres días más en Managua, vimos que perfectamente nos podíamos quedar, pero iba a surgir otra vez el problema. Era un problema cíclico, cada tres, cuatro días, cero municiones, el riesgo al avión, compañeros, etcétera. Cuando nos llegó la última carga de municiones ya no gastamos más, con eso llegamos a Masaya a reforzar a los compañeros.

Efectivamente el plan dio resultado. Llegamos a Masaya. Ya estando allí, la ciudad estaba bajo control nuestro, salvo el Coyotepe, y entonces los aviones ya podían aterrizar y abastecernos mejor por la carretera. Con un mejor abastecimiento procedimos a diseñar el plan de ataque a Jinotepe. Seleccionamos a los compañeros que iban a ir de responsables, se vio la forma de llegar hasta Diriamba que ya estaba tomada por nosotros. De Diriamba a Jinotepe son cinco kilómetros. Había bastante información porque la gente iba de un lugar a otro y nos permitieron darnos una idea de la situación militar allí. Se aprobó el plan y se dio la orden de partida de las tropas.

(Hasta aquí los fragmentos escogidos , dándoles forma de continuidad, desde “El Repliegue” al para en aquel momento, en el libro y en la historia, imborrable, próximo final con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista: Nuestra victoria del 19 de julio de 1979.).

“Extremadura”, Masatepe, 22 de Julio de 2010.

luisrochaurtecho@yahoo.com

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