Tuvieron toda una vida para investigar al negrito de Chicago, pero no le dieron importancia porque jamás pensaron hasta donde se iba a elevar un hijo de inmigrante africano y de norteamericana originaria de Irlanda, sin embargo, fue ascendiendo ante sus narices. Se graduó de abogado y logró llegar a Harvard, en donde se especializó en ciencias políticas, para después dedicarse a trabajar en el área social en Chicago, lugar de su residencia. De allí pasó a la vida política y en menos de lo que canta un gallo llegó al Senado a representar al estado de Illinois. Entiendo que allí lo pudieron haber detenido en sus aspiraciones políticas, porque para pertenecer a tan selecto grupo hay que haber nacido en los Estados Unidos de América, sin embargo, lo dejaron convertirse en uno de los cien Senadores porque con toda seguridad lo subestimaron. Craso error porque para ese entonces su meta ya era la presidencia de la República.
Con solo cuatro años en el Senado salió de la nada a competir en las primarias demócratas, luchando contra la hasta en ese entonces invencible Hillary Rodham Clinton, senadora por Nueva York, quien además es la esposa del presidente más carismático de la segunda mitad del siglo XX, William J Clinton y prueba de ello es que fue el primer presidente del partido demócrata en ser reelecto para un segundo período presidencial, desde que lo fue Franklin Delano Roosevelt en las elecciones de 1936, 1940 y1944.
Nadie daba un centavo por el triunfo de Barack H Obama, porque ni su nombre, ni su trayectoria política le ayudaban y sin embargo, venció a la formidable Senadora y ex primera dama para sorpresa del país y del mundo.
Una vez candidato oficial del partido demócrata para las elecciones de 2008, se enfrentó a un héroe de guerra que estuvo prisionero del Vietcom durante seis años, el piloto de combate y Senador por Arizona, John McCain.
El triunfo de Barack Obama sobre McCain fue aplastante y prometedor para las grandes mayorías del país, la “working class.” La juventud le dio su voto y además los universitarios y los jóvenes graduados, más la gran mayoría de los intelectuales.
Después del asombro, vino el pánico seguido del orgullo herido de los republicanos, quienes jamás soñaron con que un advenedizo de color oscuro los iba a derrotar estrepitosamente y los iba a expulsar de la Casa Blanca. Un afroamericano en la casa Blanca, acontecimiento histórico que creían que jamás iba a llegar a ser realidad. Pero allí estaba el elocuente y brillante Senador por el estado de Illinois, listo a librar las grandes batallas sociales en un país en donde el ejercicio del poder está en las manos de los WASP y los servicios básicos de la población son fuente de riqueza, como la salud que es privilegio de los que pueden pagar un seguro médico que está fuera del alcance de las grandes minorías, incluyendo a la que pertenece el Presidente y la primera dama.
A lo largo de su campaña no se cansó de prometer reformas, en especial las que tienen que ver con el sistema de salud. Una promesa presidencial no constituye una amenaza real porque primero hay que triunfar y después la olvidan, Obama triunfó y no olvidó. La reforma en el sistema de salud hoy ya es ley y se está empezando a implementar. Ese fue el comienzo de la guerra de los magnates contra el Presidente Obama. Hay muchos intereses económicos involucrados y las compañías farmacéuticas solo se pueden comparar con las empresas que pertenecen a la industria de la guerra en su capacidad para generar fortunas.
El Presidente Obama hoy es prácticamente un delincuente en la presidencia para los extremistas republicanos. Estos han demostrado con su incivilizada actitud que los Estados Unidos se puede comparar con cualquier Banana Republic en cuanto a la grosería con que tratan a la pareja presidencial y a las intrigas que día a día viven tejiendo alrededor de la autenticidad del Presidente, hasta llegar al extremo de decir que no es ciudadano norteamericano por nacimiento sino por naturalización y que por lo tanto no puede ser presidente. No se fijan que en su afán de detener el avance social de los Estados Unidos, ponen a sus habitantes como unos ignorantes ciudadanos de países subdesarrollados, porque si no fueron capaces de descubrir que Obama no había nacido en los Estados Unidos, eso es lo que son.
Según los republicanos Obama nació en un país asiático en donde impera el islán, o sea que Obama es musulmán y va a entregar el país a los talibanes, a las fuerzas del medioevo para que sus mujeres sufran el tormento de la ablación. Sin embargo, callan la amistad y las relaciones de negocios que los Bush siempre tuvieron con el propio Osama Bin Laden, verdugo de los Estados Unidos por sus ataques terroristas pasados y futuros. George W Bush y Osama Bin Laden no son ningunos desconocidos, los une los intereses petroleros. ¿Y por que no se preguntan la razón sobre la incapacidad de George W Bush de capturar al terrorista más buscado del mundo, Bin Laden? ¿Lo habrá buscado donde lo debe buscar? Quien sabe, a lo mejor no, pero eso no les importa, mientras arman un escándalo porque según ellos Obama viajó con un pasaporte que no era de los Estados Unidos cuando era un joven, a un país asiático.
¿Sabrán las fuerzas oscuras que se nutren del odio y del racismo hacia donde están llevando el futuro de la nación más poderosa de la tierra? ¿Se imaginarán por un momento la cantidad de sangre que va a correr en las calles de las grandes ciudades, como New York, Los Angeles, Chicago, si le llega a pasar algo fatal a Obama? Gettysburg y Guadalcanal juntos se quedarían cortos en el número de víctimas y el luto nacional sería mil veces más grande que el que guardó el Sur cuando el viento se les llevó sus vidas de nobles europeos que llevaban en sus haciendas algodoneras llenas de esclavos del color de su actual presidente.
¡Dios guarde a América si corre la sangre africana en la Casa Blanca! Los disturbios de Watts en Los Ángeles no serían nada ante la violencia que se desataría de costa a costa y doscientos cincuenta años de progreso y bienestar se desintegrarían durante la noche más negra que les tocaría vivir, y a todo aquel que logre sobrevivirla, solo será para encontrarse con el amanecer más sombrío desde que los Pilgrims arribaron a las playas de Massachusetts.
Yo temo por mis hijos y nietos que viven en la sociedad más próspera y ordenada del mundo. Temo porque el vuelo de los halcones de la guerra cada día es más bajo y cuando lleguen a ras de tierra, será para sacarle los ojos a los millones de inocentes que quedarán ciegos por la intolerancia y la ambición de los explotadores de siempre.
Dios guarde a Estados Unidos de América y salve a sus habitantes del genocidio más grande del siglo XXI.
Jorge J Cuadra V
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