E. Arturo Castro Frenzel | 20/5/2013
Respetado Doctor Incer Barquero:
Desde que yo escuché su nombre por primera vez hace muchísimos años, fue en relación al Medio Ambiente, cuyo conocimiento y protección Usted siempre ha fomentado y defendido.
Desconozco los detalles internos sobre el tema del Canal por Nicaragua, pero en lo que sale a superficie echo mucho de menos su tradicional beligerancia por la protección de nuestra Naturaleza.
Como asesor ambiental de la presidencia, recae sobre sus hombros una gran responsabilidad en lo que el gobierno haga o no haga en asuntos medioambientales. Por lo tanto, dadas la experiencia y preparación académica que Usted tiene, su responsabilidad es aún mayor.
Nadie, pero absolutamente nadie en Nicaragua sabe tan bien como Usted las consecuencias catastróficas que la construcción de un canal tendría para Nicaragua. Siendo una reserva natural de agua de buena calidad, y siendo que es precisamente el agua el elemento esencial cuya desaparición está amenazada, se vuelve imperativo que Usted interponga sus buenos oficios como asesor, a fin de que el gobierno tome una decisión sensata que no conlleve tantos riesgos. Pero la asesoría que Usted dé debería de ser pública, que se vea y se sepa por la población. Su posición debe ser valiente y abierta. Existen otras alternativas que no conllevan tantos riesgos y, por el contrario, prometen mayores beneficios. Concretamente me refiero a un canal seco, por medio de un ferrocarril, que no sólo serviría para unir los dos océanos sin exponer nuestro Gran Lago, sino que, provisto de ramales, conectaría toda la Costa Atlántica con el resto del país. No es correcto que, 500 años más tarde de la nefasta conquista, nosotros hoy entreguemos o por lo menos expongamos nuestra riqueza natural a cambio de espejitos o canicas de vidrio en su moderna versión: billetes de dólar.
No me opongo al progreso. Pero sí me opongo a que, en nombre del progreso, expongamos al peligro lo más valioso que tenemos, corriendo el riesgo de quedarnos después como limosneros comprando hasta una gota de agua.
Creo, Doctor Incer, que no es permitido pensar de manera cortoplacista, sólo pensando en el dinero fácil y rápido. Cualquier buque que atraviese el lago contaminará las aguas. La contaminación sería no sólo química, sino biológica. Destruiría gran parte de la fauna y flora marina, con solo pasar por sus aguas. Ya hoy no son barcos de velas, sino buques movidos con hélices mortíferas. Y ya ni hablemos de un accidente donde se derramen miles de barriles de petróleo o substancias químicas.
Se habla de que los chinos quieren "hacer el canal". Sería ingénuo pensar que los chinos, que están destruyendo su propio Medio Ambiente, van a ser más cuidadosos con el nuestro. En el caso de un derrame de químicos, por ejemplo, podría exigirse una indemnización. Pero eso no nos devolvería ni el agua ni la Naturaleza destruida. ¿por qué, pues, arriesgar lo más valioso que tenemos, cuando sabemos que ni siquiera las ganancias nos van a quedar a los nicaragüenses, sino a los inversionistas extranjeros? ¿O seremos tan extremamente ingenuos en creer que los chinos van a hacerlo como una obra de caridad?
Nicaragua, con las riquezas naturales que tiene, no necesita ponerlas en riesgo para que TODOS sus ciudadanos vivan decentemente. Basta con saber dirigir las finanzas, el comercio y la industria agrícola del país con honestidad y capacidad, para que nos volvamos a convertir en el granero de toda Centroamérica y mucho más aún: Podemos exportar energía eléctrica proveniente del sol, el viento y el agua, sin exponer nada al peligro. Entonces, ¿para qué arriesgar lo que jamás podríamos reponer? Una gran responsabilidad pesa sobre Usted, Doctor Incer. Y yo, como ciudadano común y corriente, también tengo la responsabilidad de recordárselo y de esperar de Usted mayor beligerancia.
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