Onofre Guevara López
El clan Ortega-Murillo maneja
de forma autocrática el poder político, y a su sombra acumula el poder
económico. Eso le permite comprar cuanto medio de comunicación se le antoja
para promover el culto a su persona. Sin embargo, teniendo muchos medios en su
poder, el clan carece de propagandistas moralmente solventes.
De ello surge el contrasentido de que
dispone de muchos medios para su adulación, pero le producen poca renta en cariño;
quiero decir, que la adulación que
recibe es de mala calidad. Y no dispone de una adulación de buen calibre, por
carecer de intelectuales éticos a su servicio. Es que, el intelectual que se
presta para adular a los amos del poder, pierde prestigio –si es que no lo ha perdido—;
se degrada ante la ciudadanía o, al menos, ante quienes lo leen. Es así, porque
a los dueños del poder solo se les puede adular falseando los hechos, faltando
a la verdad.
Los mismos adulados comprenden que una
adulación pagada –con dinero o con favores—, pierde calidad ética y moral, es “un
cariño comprado”. Esa es la razón por la cual son pocos los intelectuales
oficialistas que osan lanzarse al ruedo de la defensa directa del orteguismo,
pues, aparte de tener que caer en la falsedad, casi siempre son empleados
públicos o empleados en alguna empresa del clan. Suficientes motivos para que
su adulación pierda efectividad.
¿Qué hacen, entonces, algunos
intelectuales orteguistas vergonzantes?
Cambiar de táctica, porque se lo sugieren o por iniciativa propia: hacen
una defensa camuflada o “baypaseada”. ¿Cómo? Atacando la honra de los críticos
del poder, con cualquier pretexto, mentira abierta o algún hecho tergiversado. De
esta forma –también vergonzante— creen
quedar bien con los patronos del clan y aparecer ante el público opinando en
contra de los críticos con criterio político supuestamente independiente.
Ese es el triste papel que está
desempeñando Amaru Barahona. Su recurso es deleznable, impropio de un Cientista
social: difama a media docena de críticos del orteguismo a la vez, a Sergio
Ramírez, Gioconda Belli, Carlos Fernando Chamorro, Edmundo Jarquín y a su
“inefable amigo Onofre” (¿qué tal si no fuera mi amigo?).
Esa difamación en comité, no es inocente.
Barahona conoce las diferencias que existen entre sus difamados –aparte del respeto,
amistad y algunos puntos de vista comunes—; pero los difama a todos juntos para
no tener que ofrecer pruebas sobre ninguno. O sea, que diluyendo los “delitos”
entre todos los difamados, no tiene que especificárselo a ninguno.
En lo que a mí corresponde, trataré de
ayudarle al amigo Barahona a que me cargue los “delitos” que me tocan,
ofreciéndole algo de mi currículo, porque no soy “inefable”, es decir, a mí me
puede describir fácilmente: escribo en periódicos desde 1958; escribí
diariamente en Barricada durante catorce años; lo hice a diario y ahora lo hago
semanalmente en El Nuevo Diario, desde hace dieciocho años; tengo publicados
dos libros con críticas al orteguismo, a su gobierno y todas las yerbas que le
aroman.
Ahí tiene Barahona suficientes textos en
donde encontrar el artículo, el párrafo, la frase o la palabra con las cuales
yo he dicho o insinuado lo que me achaca. O sea, que:
“El sistema político vigente en USA y en
las sociedades del capitalismo imperialista es el que tenemos que imitar”;
“(Nuestro
mejor sistema político sería uno que funcionara como en la época de la
ocupación colonial yanqui de nuestro país (1910-1933), que en vez del actual
Consejo Supremo Electoral tuviéramos aquí a los marinos gringos…” (Con esta
calumnia, está haciendo la defensa mal disimulada de los latrocinios
electorales Ortega-Rivas);
Soy “enemigo mortal” de todos los gobiernos
que manifiestan (…) una vocación de independencia y autodeterminación con
respecto al Establishment imperial”;
Tengo una cuota en el “río de tinta y
saliva” para demonizar y calumniar a Hugo Chávez;
He “celebrado y apoyado los golpes de
Estado y las acciones terroristas y desestabilizadores del fascistoide Henrique
Capriles”. Con eso bastaría.
Si de mis críticas al orteguismo,
Barahona saca “las pistas” y logra “inferir” mi condición de “demócrata con alma
de colono”, yo sí tengo más razón de inferir que él ha lanzado ese fárrago de
calumnias, porque le da vergüenza reconocer su orteguismo y defenderlo
abiertamente. Y que todo lo suyo… “es por interés derivado de sus fuentes
materiales de vida, por alienación ideológica, o por una combinación de ambos
factores”.
Yo puedo probar mis fuentes materiales
de vida, y las condiciones en que la vivo. ¿Y usted, amigo Barahona?
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