El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

viernes, 15 de mayo de 2015

Para el acto de Eduardo. Casa América Barcelona.

7 de mayo de 2015


Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos no alumbran ni queman;pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

Conocimos a Eduardo y Helena en 1978 ó 79, no lo recordamos bien. Los trajo a cenar a nuestra casa Jaime Valdivieso, un amigo escritor chileno que entonces vivía en Arenys de Mar. Nada más conocernos, conectamos. Empezamos a hablar y hablar, hasta no sabemos qué horas de la noche, como si nos hubiéramos conocido de toda la vida. Y , a partir de aquella noche, de aquella morcilla aragonesa y de aquella butifarra catalana, la proximidad entre Calella y Arenys, hizo todo lo demás. Siguieron muchas más cenas, muchas de comida italiana, por supuesto. Y fabadas asturianas. Y el delicioso pastel de cebolla de Helena.

Por entonces caminábamos por la recién estrenada democracia y éso condicionaba nuestros temas de conversación, naturalmente. Pero también nuestra vida profesional diaria: el compromiso en la Justicia Democrática aquí y en América Latina, la pasión por la enseñanza de la Historia. Y nuestro hijos y Mariana y la perrita Pepa Lumpen. Poco o nada de literatura. Después de terminar  la trilogía  “Las Memorias del fuego”, una sesión de trabajo con cada uno de nosotros que habíamos leído el original por separado y apuntado nuestras opiniones. Nada más y mucho más.

Mientras vivían en Calella nos regalaron amigos, algunos estáis aquí. Hacían de canguro de nuestros hijos o Mariana venía con nosotros, íbamos de compras, hablábamos mucho por teléfono. MªPilar invitó a Eduardo al Instituto de Arenys y todavía hoy lo recuerdan algunos y algunas cincuentones ya. Más tarde , con Antonio fue a la Escuela Judicial y explicó su personal visión de la justicia. Nos gustaría que no la hayan olvidado quienes hoy ejercen esa función.

Todo lo que había en su casa y no se llevaron a la vuelta del exilio por miedo a que se estropeara o por querer dejar aquí también una parte de su estancia, lo guardamos. La nuestra era su dirección en el pasaporte español

Desmontada ya su casa de Calella, se instalaron en la nuestra. La salida desde el aeropuerto del Prat va a ser dificil que la olvidemos. Aquel día hacía mucho frío, había nevado en la costa. Era carnaval. Y teníamos un problema: la perrita Pepa Lumpen. Vacunas, pasaporte, y asegurar su tranquilidad en el viaje. Nuestro hijo Pablo fue el encargado de darle valium envuelto en chocolate y pasearla para que le hiciera efecto. El efecto fue el contrario: no durmió en todo el viaje, estaba irritable y cuando llegó a Montevideo tuvo un embarazo psicológico. Es eso posible? Eduardo estaba seguro de que sí.

Porque  MªPilar no entiende nada de fútbol (ni le gusta el alcohol. Te queremos igual, decía Eduardo), los partidos en la tele eran sagrados y ella era la encargada de ponerse al teléfono para avisar de que toda la actividad de la casa estaba parada. Nuestros nietos lo recuerdan porque se encerraba con ellos en la habitación y les hacía dibujos. Y porque atesoran camisetas de fútbol, de todas las tallas, tal como iban creciendo, de equipos de Uruguay, Argentina y Brasil que ninguno de sus amigos tiene.

Algo de su alma quedó en nuestra casa porque una noche, viendo y oyendo en la tele a un escritor famoso (ahora ha dicho que los dos estaban en las antípodas, pero Galeano tenía mucha cultura) los tres tomos de Memorias del Fuego cayeron estrepitosamente de la librería. Realismo mágico? Casualidad?   Providencia? Marxismo  mágico, como diría D.Miguel Mármol el salvadoreño que adoptamos como abuelo en el viaje de los cuatro a Nicaragua y que es el hilo conductor del morir y nacer de América Latina en las Memorias del Fuego.

Somos unos privilegiados y somos conscientes de ello. Viajar con Helena y Eduardo, mirar, ver, observar con sus ojos los tambores de Calanda, Córdoba, Cuba,  Nicaragua, Brasil,  Montevideo o  Buenos Aires. Y Madrid, y Barcelona y Sevilla y Molinos (Teruel) . Ha sido y sigue siendo un privilegio.

Miles de complicidades: Así dedicaba a MªPilar ( que había tenido una meningitis) “Dias y noches de Amor y de Guerra”: Yo siempre te querré, Pilar, con o sin meningitis, que poco importa el ingenio comparado con la virtud. Así que tú tranquila. Mis abrazos”

Y así escribía en mi cumpleaños en un precioso libro fácsimil de Pablo Neruda:
Árbol de firme tronco, frondoso, generoso de flores, muy hondo de raíz (Antoniáceo aragonario) ejemplar único cuya presencia honra al mundo desde hace 65 años.

Cuenta en El libro de los abrazos, que Helena soñó que hablaba por teléfono con nosotros y Pilar y Antonio se deslizaban por el tubo como si fuera un tobogán, y se dejaban caer, tan campantes, en nuestra casa de Montevideo. Cuántas veces , en los últimos tiempos, hemos querido que ese sueño hubiera podido hacerse realidad. Pero , no. Imposible.

Y llegaron los malos tiempos, los peores. Palabras malditas: cáncer y quimio. En Can Ruti había un tratamiento nuevo. Nuestra casa seguía siendo su casa y en ella se instalaron. Días fáciles y difíciles. Vaso de wisky con Antonio al volver de la quimio, partidos de futbol en las pantallas grandes de los bares, escapadas al mar. Inquietud y despedida. Esto fue lo que Eduardo dejó escrito sobre mi banco de carpintero que habíamos habilitado como su mesa de trabajo. En tu mesa de trabajo, al calor de tu mano, yo pude modelar palabras. Gracias , Antonio. Del 10 de marzo al 2 de junio de 2007.  En un banco de carpintero y en los sillones de la quimio nacieron “Los hijos de los días”.

Y  para acabar, querríamos decir dos cosas:
1.     Eduardo, sin la espléndida, fuerte, serena, crítica, entrañable y perspicaz mujer que es Helena, nunca habría sido Galeano. Y
2.     Para muchos de los que estamos aquí la utopía estaba escondida, devaluada, hasta que Eduardo nos la redescubrió:

"La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar". 


Ojalá que sigamos siempre caminando. Gracias

Antonio Doñate

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