Estoy esperando la aparición pública de un libro “editado”
por don Miguel d’Escoto. Su verdadero
propósito, no será un misterio para los lectores, que encontrarán inaceptable
que ese libro: “CARLOS GARCÍA. La naturaleza redimida.”, cuya autoría asumen
Francisco Arellano Oviedo y Julio Valle-Castillo, con la surrealista
dedicatoria de “A Daniel Ortega Saavedra; comandante presidente de Nicaragua,
quien con tanto amor patrio y abnegación ha liderado la Revolución Popular
Sandinista y devuelto al pueblo nicaragüense la alegría y la esperanza”, ocupe
de mampuesta el arte del estupendo pintor Carlos García, con semejante apología
contra la dignidad de los nicaragüenses, quienes no podrán dejar de pensar si
la “naturaleza redimida” será la que nos dejará el Canal Interoceánico.
Este comienzo del libro, con tan comprometedora dedicatoria,
de por sí resulta denigrante para el arte en general, y para la extraordinaria
e histórica labor pictórica de todos los pintores nicaragüenses, incluyendo
desde luego a los primitivistas. Las alabanzas de don Miguel a Carlos García en
su presentación, pierden legitimidad cuando el muy “afortunado” Brockman, se
dedica a calumniar e intenta denigrar a su “desafortunado hermano Ernesto
Cardenal”. El párrafo que le endilga a su “desafortunado hermano”, es digno de
Caín:
“Carlos García es uno
de los maravillosos pintores, creo que el más maravilloso, que resultó de un
proyecto iniciado por Ernesto Cardenal en Solentiname. El leer el nombre de
Cardenal vinculado a Carlos García puede sorprender a muchos, especialmente de
nuestra juventud. A ellos les digo, independientemente de la extrema
negatividad, odio y arrogancia que trasmite Ernesto Cardenal y que,
lamentablemente, es lo único que nuestra juventud ha visto en él, hace 40 años
no era así… Era muy apreciado por todos los revolucionarios y, después del
triunfo, por el gobierno sandinista cuyo apoyo, al nombrarlo ministro de
cultura, fue vital para su estatus y trascendencia. Al contrario de lo que hoy
sucede, su discurso era detestado por el imperio y sus secuaces vende patria.
Hoy es la vedette de ambos. Esa es la triste y penosa realidad sobre nuestro
querido y desafortunado hermano Ernesto Cardenal”.
Al contrario de lo que dice don Miguel, el “estatus y
trascendencia” del Ministerio de Cultura, fue debido a la entrega
auténticamente cristiana y por ello mismo revolucionaria que de su propio peculio
cultural, moral y ético, hizo Ernesto Cardenal a Nicaragua, mientras otros
iniciaban el peculado del que hoy siguen beneficiándose. Esta
circunstancia motivó la afirmación categórica y tapa
lenguaraces (cuando recibió el doctorado honoris causa junto con Ernesto de
parte de la Universidad Veracruzana, 2009), del escritor Eduardo Galeano: “Mil
gracias, pues, porque es esta Universidad la que me brinda la ofrenda que con
alegría recibo. Y con doble alegría, porque comparto el doctorado con mi
hermano Ernesto Cardenal. Ernesto ha sido y sigue siendo la voz de la
revolución sandinista, que tanto nos ayudó a creer y a querer, cuando era
revolución y era sandinista y era una esperanza universal.”
Ese fue el tiempo –que talvez tampoco recuerde “nuestra
juventud”- cuando se usufructuó la mansa figura de Monseñor José Arias Caldera,
hasta la saciedad, y a quien ya anciano y abandonado por los “correligionarios”
que hoy gobiernan, don Miguel Obando, antaño enemigo de don Miguel d’Escoto,
desterró de su parroquia, lo envió a vivir su dolor hasta la muerte, y quien
por no tener dónde, fue enterrado en el mausoleo de los jesuitas en Managua.
Hoy los Migueles, el que pisoteó al Monseñor
de los pobres, y el que le dijo a Zoila América que cargara con su cruz,
viven, y es bueno que lo sepa nuestra juventud, en un solo revoltijo.
LUIS ROCHA
“Extremadura”, Masatepe, 25-04-15.
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