El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

sábado, 20 de julio de 2013

Ideales, luchas y traiciones.


Al llegar a esta fecha, 19 de julio de 2013, trato de hacer un balance mental de los ideales que inspiraron la revolución sandinista y por los que murieron miles de nicaragüenses, muchachas y muchachos en su mayoría.

No es difícil hacer un resumen de esos ideales. Luchábamos por una Nicaragua libre, soberana, sin dictadura, sin pobreza, ni corrupción y con dignidad, en la que todas y todos los nicaragüenses pudiéramos vivir en paz, con oportunidades de prosperar, de realizarnos como personas, como familias, como comunidades. Esos ideales siguen representando mi aspiración y de acuerdo a ellos trato de orientar mis actuaciones.

Está claro para todo el mundo que en Nicaragua no hay democracia. Hay una dictadura de la familia Ortega Murillo, que llegó a controlar todo el poder político mediante un fraude constitucional y cuatro grandes fraudes electorales. Esa familia se ha convertido en un grupo económico multimillonario, gracias al manejo corrupto de los fondos de los nicaragüenses y de la cooperación venezolana.

El grupo Ortega M. es dueño de todo tipo de empresas y propiedades que ya han comenzado a sangrar al pueblo nicaragüense. Baste tres ejemplos. Cada vez que sube el precio de la energía eléctrica, los Ortega se enriquecen más, pues son dueños de una parte de plantas generadoras y de la empresa de distribución. Cada vez que un campesino tiene que vender sus frijoles a un precio botado, la Familia se enriquece revendiéndolos a Venezuela. Y ahora, se han adueñado de una parte del territorio nacional, mediante una concesión canalera otorgada a una empresa de papel que, sin duda, les pertenece.

Además, esquilman comerciantes, sacan coimas de empresarios, despilfarran el presupuesto de las instituciones, se reparten concesiones y contratos a manos llenas, castigan a sus adversarios y opositores. Y hay más, cada "beneficio" social originado en programas gubernamentales termina en manos de las argollas de poder que la familia Ortega tiene en los vecindarios.

Y a quienes se les oponen, o simplemente a quienes hacen cosas que no son de su agrado les recetan represión policial y de pandillas delincuenciales, verdaderos grupos paramilitares que actúan con total impunidad. No hace ni un mes, un grupo de jóvenes fueron vapuleados, golpeados, robados, amenazados y carceleados, por cometer el delito de llevar agua y comida a viejitos y viejitas que peleaban por su "pensión reducida". No se necesitan anteojos para constatar que ese modelo de operar es exactamente el mismo de la dictadura somocista.

Recuerdo a Fanor Urroz J, Carlos Manuel Jarquín, Oscar Pérez Cassar, Idania Fernández, Aracely Pérez Darias, Róger Deshon, Edgar Lang, Leonardo Matute y Oscar Benavides. Estoy completamente segura, convencida, que ninguno de ellos estuvo dispuesto a morir y murió para quitar una dictadura y encaramar otra, se llame como se llame, sea de la familia que sea. Seguramente por eso, quienes han traicionado esos ideales, los han borrado de la historia. Y a la hora de las celebraciones, no se les recuerda a ellos, sino que se aplaude a la pareja usurpadora que ha ordenado el culto y endiosamiento de sus figuras.

Como una más de esa generación de combatientes, siento que nos corresponde resolver este nuevo escollo en nuestra historia. Y que para hacerlo, es preciso mantener la frente en alto, no agacharnos, ni rebajarnos frente al poder, no arrastrarnos para recoger las migajas de su corrupción, no poner precio a nuestras vidas y a nuestras aspiraciones, no vender nuestra primogenitura por un plato de lentejas. Nos toca, de nuevo, no rendirnos, no callarnos, no doblegarnos, ni llorar frente a la leche derramada.

Este es nuestro país y como pueblo digno, debemos seguir luchando para reconstruir nuestro presente y nuestro futuro, rescatar la soberanía nacional de manos de los mercaderes, establecer una democracia efectiva y profunda, instalar el pleno respeto a los derechos humanos, acabar con la corrupción y las humillaciones, abrir oportunidades para todas, para todos y prosperidad para la nación.

Estos son nuestros ideales, luchar es nuestro mejor homenaje a la memoria de nuestros hermanos y hermanas caídos por una Nicaragua mejor.

Que los serviles y cobardes, los vendepatrias y corruptos, se queden con sus traiciones. Más temprano que tarde, el pueblo nicaragüense les cobrará la cuenta.

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