El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

viernes, 16 de agosto de 2013

DE GUANACASTE Y DE CHIRIQUÍ: ACERCAMIENTOS Y LEJANÍAS (III).



Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y catedrático de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA).



VII

Las áreas territoriales de Guanacaste y de Chiriquí han sido sometidas a toda clase de tensiones, a partir de la circunstancia de formar parte del territorio de dos estados nacionales, que han estado siempre sujetos a los designios imperiales europeos o estadounidenses, dentro de los cánones de la doctrina del Destino Manifiesto para el caso de estos últimos, una circunstancia que ha dado lugar a las más grotescas manifestaciones de la xenofobia, el chauvinismo, la obsecuencia a los designios imperiales y de una insensatez política que rayan en la falta de sentido común. Es así como con cierta periodicidad, los gobernantes de Nicaragua (sin importar su filiación ideológica) reclaman el territorio de Guanacaste en la condición de una área que les pertenece, como si ese no fuera el hábitat de una laboriosa población que si bien comparte muchos elementos étnicos y culturales, con sus vecinos de Rivas y Granada, es la única dueña de sus lares y sólo a ella, sin presiones de nadie, es a quien le corresponde decidir sobre su destino, dejando del lado las posturas interesadas de los gobernantes de turno de uno y otro país, las que sólo se presentan como incluyentes de acuerdo con sus momentáneos intereses. En estos tiempos de la globalización neoliberal se requiere establecer un equilibrio entre lo local, lo nacional y lo regional para entender estas dinámicas de la gran diversidad de actores e intereses en juego, por lo que nuestros acercamientos y lejanías hacia Guanacaste y Chiriquí son un intento de reflexionar sobre lo que ocurre en esta época teniendo en cuenta aquellas perspectivas que desde lo local y lo regional no son reductibles a las percepciones e intereses de las elites del poder, difundidas y repetidas hasta la saciedad por los medios de (in)comunicación social, en cada uno de los estados nacionales de la región.

También Chiriquí (y Bocas del Toro) fue, allá por los años 1920, objeto de conflictos fronterizos artificiales fomentados al amparo de los intereses de las empresas bananeras estadounidenses y que terminaron, al igual que empezaron, bajo los designios e interesadas maniobras imperiales de la potencia ubicada más al norte del continente. Nada más triste que la manipulación de que fue objeto la población de Chiriquí, a raíz de la sangrienta invasión estadounidense del mes de diciembre de 1989, cuando desinformada y desesperada por las manipulaciones y atropellos del dictador de turno, el agente de la CIA Manuel Antonio Noriega y el jefe militar en la ciudad de David, Luis del Cid, también al servicio de la misma agencia estadounidense, terminó aplaudiendo a los marinos yankis que se paseaban por sus calles después de haber asesinado a casi un millar de panameños, en la capital del país y en la zona del canal, en procura de limpiarse la cara secuestrando al que fue su hombre en Panamá, encargado de ayudarles a financiar con los recursos del narcotráfico a la contrarrevolución en Nicaragua(el llamado affaire Iran-Contras, ejecutado por la inteligencia militar estadounidense, durante la presidencia de Ronald Reagan) y destruir así la herencia patriótica y antimperialista del general Omar Torrijos Herrera y los mártires del 9 de enero de 1964. En uno y otro caso se ha jugado con algunas dosis de separatismo y posturas ideológicas propias de la derecha conservadora, aunque a veces se presenten como de izquierda o antimperialistas, cuando lo que buscan en realidad es fortalecer y legitimar sus políticas al servicio del capital transnacional y de la banca internacional.

La actual provocación de los gobernantes de Nicaragua, en realidad pura retórica vacía, pone felices a los corifeos del neoliberalismo criollo, sobre todo porque les permite dar rienda suelta a toda la maldad de su corazón, siempre al servicio de los intereses que procuran la concentración de la riqueza, en desmedro de las grandes mayorías de la región, lo que en el caso de Costa Rica quiere decir pasar al tercer gobierno del régimen de la dictadura en democracia y volver al bipartidismo del PLUSC, responsable de la bancarrota de la seguridad social en Costa Rica y del asalto final a su institucionalidad democrática. En ese coro de las ranas, de los seguidores incondicionales del régimen imperante no hay ningún interés ni amor alguno por el Guanacaste real, el que sólo le pertenece a sus habitantes de carne y hueso.

VIII

Estamos ante el caso de dos provincias, con una significativa extensión territorial, formando parte de dos estados-nación con una importante frontera común, que marcaron momentos decisivos de la historia de la consolidación de la ciudad de Puntarenas, como el principal puerto del Pacífico Costarricense y del poblamiento contemporáneo del llamado Sur Costarricense o Zona Sur, un proceso dentro del que jugaron un papel de primer orden las migraciones provenientes del centro de Chiriquí hacia Coto Brus y Buenos Aires, como un flujo migratorio que se movió de este hacia oeste y de oeste a este, siguiendo hacia el sur, en el caso de la gran migración laboral guanacasteca(y nicaragüense) hacia las regiones bananeras, habilitadas en Golfito, Palmar y Quepos, durante los últimos años de la década de los 1930, las que junto las plantaciones de la también empresa bananera Chiriquí Land Company en una área vecina de la provincia de Chiriquí marcaron, de manera profunda, todo el panorama geográfico y la historia económica y social de una extensa región con amplios sembradíos de banano hacia las áreas costeras y dentro de territorios que se internan dentro de las fronteras de Costa Rica y Panamá, con la Punta Burica, el Golfo Dulce y la Bahía de Charco Azul como los elementos geográficos que más se destacan, dentro de las irregularidades que presenta esta parte meridional de la Costa del Pacífico en la América Central.

Desde luego, que para entender mejor estos procesos hemos acudido a hablar de un poblamiento contemporáneo de esta región, pero sin olvidar que ha estado habitada desde hace miles de años por los pueblos originarios quienes fueron de verdad sus primeros pobladores, un hecho esencial que tendemos a olvidar en muchas oportunidades y que tiene consecuencias prácticas para los seres humanos concretos, como algo que nos conduce a cometer grandes injusticias al desconocer la esencia pluriétnica de la conformación de estas sociedades de frontera tanto política como cultural, sometidas a intensos procesos de mestizaje que se remontan a los tiempos coloniales, sin olvidar por ello que nuevas expresiones coloniales o neocoloniales irrumpen en cada nueva coyuntura histórica, llevándonos a ignorar o a excluir a quienes tuvieron y continúan teniendo una parte muy activa, con su quehacer cotidiano, en la conformación del rico paisaje humano regional. La tarea de descolonizar nuestra propia mente sigue pendiente, pues aun no hemos podido liberarnos de las visiones impuestas por las élites del poder local y regional que nos impiden captar lo que de verdad ocurre en nuestro propio entorno, llevándonos a construir visiones mutiladas de ese acontecer como cuando algún estado nacional, mediante el discurso de sus gobernantes de turno, reclama para si un determinado ámbito que en realidad es un territorio que sólo le pertenece, en estricto sentido, a sus habitantes como hacedores de una historia que es el resultado de un largo proceso, dentro del que actúan múltiples factores y se expresa una gran variedad de intereses.



IX

El desenvolvimiento creciente de la actividad turística, vista en términos de la alta rentabilidad y la intensa explotación de los recursos naturales de las áreas costeras, hizo su presencia a lo largo de las tres últimas décadas en el Guanacaste, provocando intensas transformaciones en términos de la propiedad de la tierra y el acceso a las áreas costeras como los manglares y playas, pero también en la estructura de empleo y el modelo de sociedad que determinadas relaciones de tipo laboral y comercial han venido forjando, además de los graves problemas que viene planteando el uso abusivo del agua por parte de los megaproyectos hoteleros, dentro de una situación que se ha convertido en una amenaza para las comunidades, algunas de las cuales han dado intensas luchas por ese motivo. El guanacasteco ha dejado, en muchos casos, de ser propietario de su tierra para convertirse en empleado de las cadenas hoteleras sin grandes posibilidades de mejorar su situación social y económica, una situación que se proyecta de manera ominosa para las generaciones que vendrán.

La falta de un desarrollo turístico más armónico con la naturaleza y que termine dejando más valor agregado en beneficio de los habitantes de Guanacaste, permitiéndoles ser propietarios de sus propios proyectos(diferentes de los faraónicos hoteles construidos por algunas empresas transnacionales, dedicadas al negocio turístico), para lo cual habría que dotarles de recursos financieros y ayudarles a mejorar su capacidad de gestión, son acciones que podrían empezar a cambiar este panorama en el orden de lo social y económico, dentro de una región o provincia que dada su poca generación de empleo ha terminado por expulsar a muchos de sus habitantes, debiendo la juventud emigrar a otras regiones del país o abandonar el territorio nacional, dentro de un desarrollo (aunque el término es de por si ya una expresión poco feliz y nada esclarecedora) que se ha convertido más bien en un antidesarrollo autodestructivo, al privar a sus habitantes de los beneficios potenciales que ofrece su extenso y rico territorio, los que les permitirían mejorar en alto grado su calidad de vida. Esperamos que Chiriquí no siga por ese camino en el caso de que se intensifique la explotación turística de sus recursos y bellezas naturales, como parecen mostrarlo las intenciones del presidente panameño Ricardo Martinelli y su amigo, el político costarricense Antonio Álvarez Desanti.

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