El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 18 de junio de 2013

Sí, había suficiente oro

Onofre Guevara López

El diez de mayo de 2007, a cinco meses de haber llegado a la presidencia, Daniel Ortega aseguró que no había suficiente oro en el mundo por el cual entregaría una concesión para construir el canal interoceánico a través del Lago Cocibolca. Una de las razones de entonces para oponerse al uso de lago, sigue siento válida: “No habrá oro en el mundo que nos haga ceder en esto, porque el Gran Lago es la mayor reserva de agua de Centroamérica  y no la vamos a poner en riesgo con un megaproyecto como un canal interoceánico.”
Desde el viernes 14 de junio la entrega de la concesión está firmada, cuando apenas el día anterior, había sido votada por la maquinaria orteguista, sin más justificación que su mudez y su obediencia. Y no porque ignoraban que el lago sería afectado por el canal, pues el único lugar descartado públicamente era el Río San Juan.  
Lo que se puede suponer del silencio de los diputados orteguistas, es que siempre estuvieron de acuerdo en utilizar el Cocibolca, conscientes de que estaban pasando por sobre las observaciones científicas del doctor Jaime Incer Barquero, pero obedeciendo a Daniel Ortega, quien tampoco desconoce las observaciones de su asesor, aunque nunca se lo haya consultado. Un gesto despectivo propio de quien se siente y actúa por encima de las normas legales. De hecho, Ortega está reconociendo haberse equivocado, pues sí, había oro suficiente en el mundo capaz de comprar el olvido sobre los posibles daños al Gran Lago.
Ese es solo un aspecto entre los muchos cuestionables aspectos jurídicos de esta entrega del territorio, de la soberanía, más el menosprecio de los derechos humanos de las etnias y otras comunidades que habitan las áreas inevitables para el tránsito y la ejecución del canal. A ellos, como a todos, se les está vendiendo esperanzas de mejoramiento económico, social y humano, porque saben que sobran motivos para desear canjearlas por cualquier cosa.  Hace rato le inventaron al pueblo un bálsamo para su pobreza: “Las esperanzas no llenan, pero mantienen”.
Ortega pues, se ha situado en el lado opuesto de la posición que tomó en el 2007.  ¿Por qué motivo seis años atrás le parecía algo así como un acto de lesa patria utilizar esa gran reserva acuífera, y ahora no le causa preocupación, sino al contrario?  Aparte de estar de por medio sus crecientes intereses y beneficios que les proporcionan sus negocios desde el poder, está su interés mayor por conservar el poder mismo.  Ortega piensa perpetuarse más fácilmente, proyectándose como el gobernante indispensable y único capaz de concluir “tan magna obra”.
Además de esas motivaciones, existe una explicación a su cambio de actitud respecto al uso del Gran Lago: en el 2007, a cinco menos de haber llegado a la presidencia, Ortega reconocía que su ascenso lo había logrado sobre la base de ilegalidades, de sucias negociaciones políticas con Arnoldo Alemán y con un miserable 38% de los votos. En esas condiciones, su destino político inmediato era incierto, y su declaración sobre el uso del lago ofrecía la confianza que le era necesaria.  
Ahora, cuando ha logrado cambiar el panorama con sus políticas al margen de las leyes y la Constitución; con el desmontaje de la ilegalidad institucional del Estado para ponerlo a su servicio; con la desmoralización de ha las fuerzas opositoras con los f raudes electorales y la compra de voluntades de políticos oportunistas. En el 2007 había alcanzado penosamente el poder; en el 20013 se ha consolidado en él, y quiere más: el canal interoceánico como su vía de tránsito hacia la perpetuación en el poder.
Cree que lo puede asegurar aunque nunca llegue a construirse el canal, porque los proyectos colaterales del tratado Ortega-Wang, les permitirían hacer negocios más prácticos y ligeros de ejecutar, pero muy rentables. Está la compra-venta de sub-concesiones dentro de la gran concesión. No por menos Wang Jing, se ha ganado el cariñoso tratamiento de “Hermano” de parte de los del clan Ortega-Murillo.
Las esperanzas y los sueños de los nicaragüenses sobre un canal interoceánico, son de tan larga data, igual que sus necesidades; y son tantas, que hasta los relativamente grandes millonarios del patio, están ilusionados y preocupados solo por el valor de compra-venta de las propiedades. Para ellos, solo eso hace “medio ilegal” la concesión.

El hambre histórica del pueblo y la histérica ambición de los ricos, se juntan  para ofrecerle vía libre al megaproyecto canalero, sin ningún sentido crítico y aún menos patriótico. 

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