El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

jueves, 6 de mayo de 2010

Me quema la palabra

EN EL DÍA DE LA SANTA CRUZ
Luis Rocha

En la comarca de “Los Rincones”, municipio de Masatepe, se están celebrando las fiestas patronales de “Nuestro Señor de Veracruz”, quien el sábado 1º de mayo bajó de su trono con misa, repique de campanas, música y cohetes. Me encantan las fiestas patronales con su alegría de barro, dianas madrugadoras recorriendo los caminos de la comunidad húmeda por las primeras lluvias, palo lucio, fuegos artificiales y la sin par masa de cazuela de Masatepe. El lunes 3 de mayo, Día de la Santa Cruz, fui a la pequeña parroquia a esperar la llegada de un caballero de alegre –por fraternal- figura, quien llegó montando –que no cabalgando- un brioso corcel blanco. Así se nos apareció Monseñor Leopoldo Brenes, Arzobispo de Managua, en olor de multitud, aclamado por el pueblo, para luego desmontar cuidadosamente de la hermosa cabalgadura, a la vez que constataba la continuidad de una gorra, presumiblemente prestada, sobre su ya tradicional y abundante cabellera gris. Me gustó verlo y abrazarlo y ser abrazado junto con todos. Su presencia me infundió la certeza de estar ante un verdadero pastor que irradia bondad y coraje. No es chiche la fusión de ambas virtudes. Coraje y bondad, sobre todo en Nicaragua, son también virtudes que lo pueden llevar a uno a la Santa Cruz.
Curiosamente ese Día de la Santa Cruz llegó a su plenitud con la visita de Víctor Tirado y de su esposa. Junto con la mía, ya en “Extremadura”, comentamos que en Nicaragua todos los días son de la Santa Cruz, pero que ahora la diferencia con un pasado reciente, es que los obispos la cargan junto con su pueblo, pues ya no son simples espectadores de su desgracia, sino que también protagonistas; Cristos y Cirineos hombro con hombro; obispos verdaderos pastores dispuestos a todo por la verdad que aun muertos, nos hace libres. Lo primero es no dejarse engañar. La raza de víboras nos circunda pretendiendo imponernos, como única salida, la reelección del monarca. Nos están encerrando en una sala de cine pornográfico. Han sellado las puertas de acceso y sus pirómanos le pegan fuego para que todos, buscando como salvar la vida y no morir calcinados, nos dirijamos en estampida hacia esa supuesta salida, que en realidad es la entrada al infierno.
Pero ya no nos engañarán con la complicidad de falsos profetas. Que los fariseos incendien calles, y apedreen y mortereen al ser humano. Que los doctores de la ley transformen en madrigueras de fieras y alimañas Cortes, Consejos y Asambleas, pero ya no nos engañarán, y eso es lo principal. El primer paso para salir de aquel cine por la puerta verdadera: la salida hacia la libertad que siempre estuvo ahí. Aquel singular lunes 3 de mayo apareció en los periódicos la noticia de que Monseñor Brenes compartía el criterio de quienes venían denunciando la estafa del bono de la reelección. Es el bono de la humillación para todos cuantos tienen derecho a un salario justo. Monseñor Brenes, y diría que todos los obispos, no se engañan y por ello no permiten que nos engañen. Denuncian con coraje el ultraje al pueblo. Denuncia profética cargada de bondad para con sus ovejas. Coraje y bondad no admiten la farsa del poder. El bono tiene como objetivo, ensañándose en el hambre del pueblo, comprar conciencias para la reelección del monarca perpetuo. El objetivo de ese bono, que perderá su valor en menos de lo que canta un gallo, es ofrecerlo como una dádiva del presidente –y no del Estado- para que voten por su reelección. Bonos migajas. Bonos insultos a la dignidad. Migajas que caen al suelo desde la tribuna color chicha, enflorada y repleta de rostros siniestros.
El Comandante de la Revolución Víctor Tirado López vino desde México dispuesto a dar su vida por la liberación de Nicaragua. Vino para quedarse y se encarnó y renació en Nicaragua. Su mayor gloria, hacer suyos nuestros sufrimientos. Su mayor poder, la moral. Nicaragüense como el que más, vivió la lucha, la esperanza y la traición y ha pasado a engrosar la atronadora e interminable lista de los no engañados. Es cierto que su imagen, legendaria como la de otros Comandantes de la Revolución honrados y dignos como Henry Ruiz, se trata de ignorar y borrar de la memoria colectiva. Porque para quienes hoy reconstruyen la historia de las tiranías, resulta indispensable borrar la historia de quienes lucharon y siguen luchando contra ellas. La historia como conciencia resulta insoportable para caudillos y dictadores en ciernes. Pero así como ya no pueden engañarnos sobre sus verdaderas intenciones, las imágenes de estos héroes no se borran ni se diluyen, ni se olvidarán jamás. Tampoco la de ellos. Ese mismo día tres de mayo -tan pletórico de acontecimientos relacionados- Víctor Tirado publicó un artículo demoledor para Daniel Ortega, pues es el reclamo de la dignidad a la corrupción, y que proclama con dolor que Daniel Ortega ahora ya es solo “compañero” de sus propias ambiciones: “Basta ya, Daniel…”, se titula. Quienes le han vendido y le están vendiendo la Patria a su propia codicia, debieran de leer aunque sea su final: “Alto, Daniel. ¡Basta ya!, ex compañero de ideales y de lucha, hoy, liberal honorífico, lavador del rostro corrupto de la política nacional.”

luisrochaurtecho@yahoo.com
“Extremadura”, Masatepe, 6 de mayo de 2010.

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