Rubén Darío fue consciente de lo que estaba destinado a ser y perseveró para lograrlo. Cuando Nicaragua aún alumbraba sus noches con candiles, ese faro luminoso salió de León a la Managua provinciana, y de cara al porvenir se agenció los complementos iniciales
De la profusa compilación de ensayos publicados por Ernesto Mejía Sánchez en El nicaragüense Rubén Darío, acentúo tres rasgos que, según mi criterio, fueron esenciales en la personalidad de quien en su breve y agitado vivir fue: poeta, narrador, diplomático, periodista, ensayista, editor, director de diarios y revistas, conferenciante, traductor, íntimo, masón, mundano y profano. Esos rasgos son: conciencia de sí, perseverancia y elegancia.
Rubén Darío fue consciente de lo que estaba destinado a ser y perseveró para lograrlo. Cuando Nicaragua aún alumbraba sus noches con candiles, ese faro luminoso salió de León a la Managua provinciana, y de cara al porvenir se agenció los complementos iniciales. No fue casual que trabajara en la Biblioteca Nacional, que estudiara los clásicos, y aprendiera inglés y francés. El genio se estaba cultivando. Pronto la Patria le quedó chiquita. Con apenas 15 años (1882), viajó a El Salvador, donde recibió honores literarios y del gobierno de Rafael Zaldívar, escribió la Oda a Bolívar, y compartió con los cuscatlecos lo aprendido de Víctor Hugo, iniciando el magisterio literario que compartiría toda su vida. Ese viaje preludió los horizontes que abriría después.
En 1885, el Gral. Juan J. Cañas, poeta y diplomático salvadoreño, lo urgió a marcharse a Chile.A nado -le dijo- aunque te ahogues en el camino. Y lo hizo al año siguiente. Entonces Chile, y no otro país de nuestra América, ofrecía las mejores condiciones intelectuales y culturales para que desarrollara a plenitud sus colosales facultades. Lo vimos desembarcar en Valparaíso y cuidar su apariencia para relacionarse con la elite sociocultural chilena. De esa vivencia escribió:la impresión que guardo de Santiago en aquel tiempo se reduciría a vivir de arenques y cerveza en una casa alemana, para poder vestir elegantemente, como correspondía a mis amistades aristocráticas. Fue Cónsul General de Colombia en Argentina, escribió en La Nación, y desde el otro lado del Atlántico los clarividentes vieron su estrella poética levantándose en el horizonte.
Aventuro la hipótesis que esa conciencia del inicio y continuidad de su obra la expresó en 1888, cuando, con solo 21 años, publicó Azul…, título sucedido de puntos suspensivos –inusual en un libro-, que significan pauta transitoria, secuencia y consecuencia en el tiempo y en el espacio. Su elegancia está en su verbo, sus versos, su prosa y su vestir, coherente, armónico, consecuente. En 1889, volvió por dos meses a Nicaragua y renovó su idilio con Rosario Murillo. Se estableció en El Salvador y fundó el periódico La Unión. En 1890 se casó con Rafaela Contreras, a quien debido a un golpe militar abandonó ese mismo día. Se refugió en Guatemala, fundó El Correo de la Tarde en 1981, y ejerció el periodismo en Costa Rica.
A los 25 años ya goza de reconocimiento internacional. En 1892, el polígrafo, político y erudito español, Marcelino Meléndez Pelayo (1856-1912), refiriéndose a él proclamó: una nueva generación literaria ha aparecido en la América Central, y por lo menos uno de sus poetas ha mostrado serlo de verdad. Ese año, con motivo de los 4 siglos del descubrimiento, viajó a España en la mitad de su vida, iniciando así su cosmopolitismo.
La vida lo agredió donde más duele. Enviudó a los 25 años; fue casado con artimañas con su inevitable garza morena, y ese mismo año perdió a su primer hijo. Mas sobrevivió, perseveró en lo iniciado y mantuvo una sed de ilusiones infinita. Su genio padeció los embates de las miserias humanas y su fragilidad espiritual se conmovió a extremos inimaginables. Una vez más perseveró, permaneció en Europa y continuó su pródiga creación. Mis escasos recursos, que apenas me bastaban como Rubén Darío, han tenido que emplearse en todo este tiempo, en sostener el decoro del Ministro de Nicaragua ante su Majestad Católica, he tenido que mal vender una edición de Páginas Escogidas, y mi piano, para poder hacer frente a la situación… Ytuvo que ser así, porque fuera de ese entorno sucumbiría de manera irremediable.
Se relacionó y fue reconocido por la intelectualidad de entonces. Fundó en París dos revistas hispanoamericanas: Mundial Magazine y Elegancias. Viajó por Europa y parte de África, y compartió con reyes, reinas, príncipes, duques y marqueses. Y con el horror de la literatura, y loco de crepúsculo y de aurora, intentó hacer de su alma pura, una estrella, una fuente sonora.Es curioso que Darío escribiera de manera surrealista antes que Apollinaire acuñara el término en 1917; y que lo hiciera sobre metamorfosis, antes que Kafka escribiera su memorable novela en 1915: A la estatua nacían de repente en el muslo viril, patas de chivo y dos cuernos de sátiro en la frente. Fue consciente hasta el final de lo difícil de su tarea, mas no hubo arrepentimiento alguno.
Él encarnó el Arte... ¡Y si hubo áspera hiel en mi existencia, melificó toda acritud el Arte!
Ahuacalí, Managua
Septiembre 2014
http://www.confidencial.com.ni/articulo/21545/tres-rasgos-esenciales-de-ruben-dario
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