El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

lunes, 27 de abril de 2015

La palabra que perdura



Por: Alejandro Serrano Caldera


La muerte de Eduardo Galeano y de Gunter Grass el pasado 13 de abril, ambos en su momento relacionados con Nicaragua y la revolución, representa la pérdida de dos de los escritores más significativos de nuestro tiempo.

Desde diferentes perspectivas y enfoques y a partir de sus propios puntos de vista, han dejado una profunda huella en la historia contemporánea de la literatura y el pensamiento crítico.

Las venas abiertas de América Latina (1971) de Eduardo Galeano, al igual que Los condenados de la tierra(1961), de Franz Fanon, con el célebre prólogo de Jean Paul Sartre, marcaron toda una época en América Latina y el mundo.

Mucho impacto produjeron también otras de sus obras como Días y noches de amor y de guerra ; Memoria del fuego ; Ventana sobre Sandino ; Voces de nuestro tiempo , para mencionar algunas de ellas. Pero sin duda Las venas abiertas de América Latina , posteriormente objeto de su propia crítica, fue la obra paradigmática de la conciencia libertaria de amplios sectores de latinoamericanos, que vieron en ella el referente histórico de la lucha contra toda forma de colonialismo y de imperialismo, cuya censura moral a los sistemas de dominación quedó forjada en aquella frase dramática e irónica: “Combata la pobreza, mate un mendigo”.

Gunter Grass, Premio Nobel de literatura en 1999, ha sido un referente mundial de su tiempo y circunstancia, independientemente de que se estuviera de acuerdo con la crítica mordaz de sus libros y de que se compartiera o no el fondo y forma de sus escritos. Sus libros fueron y son objeto de un debate ético y político de sus contenidos explícitos o implícitos.

Alemania, su país, la Segunda Guerra Mundial y los horrores del nazismo, son la raíz ética de sus libros y escritos, principalmente del más importante, o al menos del más conocido, El tambor de hojalata , llevado posteriormente a la pantalla, en el que se plantea el rechazo a una serie de arquetipos morales y sociales, a través de la vida de Oskar, el niño del tambor, quien no quiere crecer, y por tanto se resiste a ser un adulto, asumiendo así una actitud de rechazo a sus padres.

Mi siglo , es otra de sus obras fundamentales en las que narra año con año los acontecimientos del siglo XX.

Más allá de las coincidencias o diferencias que puedan existir con todo o parte de la obra de estos autores y de la permanencia o no de todas o algunas de sus críticas, persiste a través de sus palabras y sus ideas el compromiso de la lucha por la libertad, la dignidad y la justicia en un mundo, el actual, en el que pese a los cambios políticos y transformaciones tecnológicas y de otra índole, continúan, por una parte, los atropellos del sistema, mientras por la otra, pervive la conciencia moral dispuesta a reivindicar los valores y principios fundamentales a la dignidad del ser humano.

Las palabras y las ideas de estos escritores cuestionan una realidad inhumana, y ellas mismas desde su universo gráfico y conceptual, permanecen como una expresión que reclama esos valores imperecederos de humanidad.

Sus escritos nos recuerdan que es cada vez más necesaria la propuesta de un humanismo para este tiempo desgarrado y de una racionalidad crítica que sustituya a la razón instrumental que prevalece y que pretende gobernar la historia.

Ese humanismo de nuestro tiempo exige recobrar la unidad fracturada entre la vida y la razón, y colocar por encima de la utilidad, el enriquecimiento y el beneficio, los valores de la solidaridad y la ética. Debe buscarse la síntesis entre la razón y la vida.

Esto nos lleva a replantear el concepto mismo de desarrollo, el que trasciende de un contenido estrictamente económico a una dimensión ética y social que incluye, además, la participación de todos los sectores, principalmente los menos favorecidos, en los beneficios materiales, culturales y espirituales de la sociedad, lo cual exige una clara participación de todos en la construcción de un sistema capaz de realizar la justicia social.

Es este un momento en el que es necesario luchar por alcanzar la síntesis entre vida, razón y ética, a fin de restaurar la unidad fracturada y devolver a las personas su plenitud como seres integrales y, por lo mismo, a la vez racionales e intuitivos.

Por todo ello es imperativa la construcción de una ética de los valores fundada en el respeto a la dignidad humana y acorde con los desafíos planteados por el mundo contemporáneo, a partir de la cual se haga posible la preservación de la identidad histórica y la pervivencia y acción recíproca de las múltiples expresiones históricas y sociales.

Un pensamiento crítico y una conducta de solidaridad que conduzcan a la construcción de un concepto y una práctica de universalidad provenientes del reconocimiento y diálogo de las culturas y de la unidad en la diversidad.

Para ello hay que sustituir el juego de una sola imagen y de espejos múltiples, por un concepto y práctica de integración y acción recíproca intercultural. No podemos aceptar ser los espejos en que se multiplica la imagen del poder que se mira en ellos como Narciso en el estanque.

Es importante reivindicar el reconocimiento del otro y reafirmar la identidad, planteando el diálogo, la alteridad, la solidaridad y el respeto de las diferencias, como condición necesaria de convivencia de las sociedades en la historia.

Creo que este mensaje de resistencia moral contra toda forma de dominación y explotación constituye la arquitectura de palabras y conceptos de la obra de estos dos escritores en la que se reafirman, de acuerdo a la forma particular de cada uno de ellos, valores como el respeto, la solidaridad, la interculturalidad, la dignidad, la libertad y la justicia. Las ideas son parte de la realidad y las palabras sostienen la historia y el mundo material, pues como dice el escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, “Las piedras mueren si no las acompañan las palabras. Eso tan frágil, tan aparentemente fugaz, ese sonido que se lleva el viento, esa voz humana que parece de tan corto alcance, es el más grande instrumento de perduración que conoce el hombre”.

El autor es jurista y filósofo nicaragüense.

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