Palabras de Jorge Boccanera en el lanzamiento de la Colección poesía “Juan Gelman”, un millón de libros gratis para alumnos de secundario. Ministerio Educación
Quiero agradecer esta invitación a dirigir unas breves palabras respecto a la difusión masiva de libros poesía a las escuelas. Y hablando de alumnos, libros y maestros, primero quiero recordar que ayer se cumplieron 38 años del secuestro de 10 adolescentes en lo que se conoció como “La noche de los lápices”, con 6 de ellos desaparecidos. Una de las víctimas era María Clara Ciochini, hija de un gran poeta nuestro, Héctor Ciochini; un intelectual más reconocido en Europa que en nuestro país: crítico, traductor, catedrático universitario y ensayista. Su omisión, forma parte de las muchas que ya son una característica en un género tan dejado de lado.
Pero sin duda hoy es un día especial con el lanzamiento de esta colección que lleva el nombre de uno de nuestros más valiosos y queridos poetas: “Juan Gelman”. Quienes siempre consideramos, y me incluyo, que salvo honrosas excepciones en Argentina la poesía ocupa una franja exigua y marginal en cuanto a oportunidades de difusión, debemos reconocer que estamos ante un hecho
excepcional.
El poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón dijo: “Con mi imaginación en movimiento pongo en movimiento a otra imaginación”. Es precisamente lo que estamos celebrando: un encuentro amplio, ya que toda poesía implica un diálogo múltiple que pone en juego la inventiva, las ideas, la intuición y los muchos mundos que viven en este.
Tengo para mí, que la poesía es el reportaje más a fondo que se le puede hacer a la realidad; aquella que incluye los sueños y lleva al cuello un inmenso collar de enigmas. Fuera de formatos rígidos y discursos lineales, esa suma de percepciones irrumpe con una calidad de emoción, azar y una saludable ironía.
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Una breve anécdota. Luego de muchos años fuera del país, en mi casa en Banfield escuché que conversaban mi hija de 13 años con sus amigas, y repetían a modo de muletilla la palabra “obvio”. Interesado en los códigos de la jerga juvenil, que a veces pasan vertiginosamente, pegunté a una de esas chicas qué significaba “obvio”. Ella sin titubear me dijo “quiere decir que sí”. Tuve por un instante la sensación de que si todo era obvio, si todo estaba develado, algo había desaparecido: el misterio. Y con él, la aventura, la curiosidad para interrogarnos a nosotros mismos y a nuestro entorno.
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Pero la poesía no desaparece, es inherente al devenir humano. Gelman lo dijo mejor cuando señaló: “tenemos que confiar en el misterio”. Por eso a uno de sus textos más conocidos lo tituló “Confianzas”; allí constata que el poeta frente a los reveses “se sienta a la mesa y escribe”. Hay también en Gelman una apuesta a la esperanza. En uno de sus últimos versos, escribe: “En el buche secreto de un jilguero vive lo que vendrá”
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Esta colección lleva su nombre y pone el eje en aquello que fortalece cualquier panorama del arte: la diversidad; el cruce de generaciones y estilos. Con una visión amplia, ya asumida en varias antologías de poesía argentina, al incluir poetas vinculados a la canción: Yupanqui, Manzi, Dávalos, Spinetta, Discépolo.
Dentro de esta pluralidad de voces, hay una mixtura entre la imagen reveladora y lo conceptual; el coloquio urbano y el aforismo; el tono místico y la poesía en prosa; el escenario onírico y la oralidad extendida.
Justamente Gelman, quien participa de muchos de estos cruces, nunca dejó de proponer lenguajes de riesgo, porque no vivió de glorias pasadas; recordemos que tras publicar su voluminosa “Poesía reunida” en 2012, hizo un viaje a Argentina en agosto pasado, con el último soplo de aire que le quedaba, para presentar un nuevo libro titulado “Hoy”, dando un giro formal en su poética.
Quiero resaltar, aunque quizá resulte obvio, que más que un poeta premiado y reconocido; Gelman es un poeta muy leído, como se puede constatar a través de la producción de numerosos escritores jóvenes de Hispanoamérica que suelen mencionar su obra y que seguro hallaron en los diferentes registros expresivos de Gelman, herramientas para sus propias búsquedas.
Atrae la imaginación de su conciencia y la conciencia de su imaginación. La aventura fascinante por una libertad creativa que respira en el centro de lo humano; por sus imágenes sorprendentes, sus poetas falsos, su humor soterrado, el modo de conducir la digresión por parajes del sueño,en fin, por su modo de apelar a una vasta cultura sin bajarse del cordón de la vereda del barrio. Nos legó, así, una de las obras más originales, intensas y cuestionadotas de los últimos tiempos.
Dije que esta colección implica un diálogo múltiple, y entre esos muchos participa el maestro, quien seguramente acompañará estas lecturas. Hace 75 años, un maestro escribió en un boletín escolar, que más que abandonarse a lo rutinario el maestro “construye descubriendo”, y que si “el hombre es inteligencia, es además “sentimiento y anhelo metafísico… ser culto –decía- es también emocionarse “con el íntimo secreto de un verso”… “Ser maestro es construir, en el espíritu y la inteligencia del joven “el panorama cultural necesario para capacitarlo”. Es y estimular la aspiración a una realización total: dar alas a los anhelos y proporcionar nociones de ética y estética, “elementos esenciales –agregaba- de la condición humana”. Y concluía: “La escuela abre horizontes, pero: “con los horizontes hay que hacer algo más que mirarlos desde lejos, hay que caminar hacia ellos y conquistarlos”. El autor de este texto, entonces un maestro de Chivilcoy de solo 25 años, se llamaba Julio Florencio Cortázar.
Una vez, el narrador nicaragüense, Sergio Ramírez, me dijo: en Nicaragua el Padre de la Patria no es un militar, sino un poeta: Rubén Darío. Pienso si no pasa lo mismo en Chile con Neruda, en España con García Lorca, en Cuba con José Martí, y con tantos otros poetas que funcionan como figuras emblemáticos.
En un libro que escribí sobre la obra de Gelman, me tomé la libertad de encabezar cada capítulo con un diálogo falso entre él y otros poetas -Pessoa, Huidobro, Tuñón, Pound, Manzi, Pavese, Cesaire-; cuando leyó el ensayo me dijo Gelman: “Ahora no me siento tan solo”; por lo mismo no dudo que se sentiría igualmente acompañado en esta colección que reúne a poetas argentinos y de otros países de A. Latina y del mundo; una colección acuñada con su nombre, un nombre impronunciable, prohibido en años de la dictadura: Juan Gelman.
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