El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

viernes, 8 de noviembre de 2013

La obra de Sergio Ramírez es cultura popular



Sergio Ramírez dibuja la historia de este país en la dolorosa obsesión de un país pequeño que no para de ser ensuciado y asfixiado por un poder siempre corrupto, pero siempre con héroes para salvarlo

Antoine Joly

Estimado Sergio Ramírez:

La idea de una noche musical se me ocurrió porque la música y las canciones son cien veces mejor que el discurso de un Embajador... pero lamentablemente no escaparan de algunas palabras...
“Es en París que aprendí a conocer a América Latina”. Esta famosa frase es la primera del libro “Diccionario enamorado de América Latina”, de Vargas Llosa.

Si ustedes me permiten parafrasearlo podríamos decir que “es leyendo a Sergio Ramírez que se aprende a conocer a América Central y sobretodo a Nicaragua”.
 Porque antes que nada Sergio, usted, es un hijo de este pequeño país: “Nicaragua el insólito país adonde nací”. Un escritor a la altura de las ambiciones literarias de este país, ambiciones trazadas por Rubén Darío. Más tarde regresaré a este punto.

“Un baile de mascaras”, que obtuvo en Francia el Premio de la Mejor Novela Extranjera en 1998, nos transportó a Masatepe, en donde escuchamos los cuentos de vuestra infancia. “Castigo divino” nos abre las puertas de León, en donde hizo sus estudios de Derecho y en donde, enfrentado a la muerte de camaradas, bajo los golpes del somocismo, se entrega a la lucha política.

León de vuestro corazón, como el de Rubén, y que encontramos en “Margarita está linda la mar”.
 Usted es, con su pluma, la Nicaragua de todas las facetas, con todas sus influencias, como la de África. “El tambor olvidado” nos recuerda con fuerza que las cosas no se dieron solo por el choque de la cultura española con la indígena: de la marimba a la cocina nicaragüense al vapor, pasando por el ritual callejero de las fiestas patronales, África se vincula en todas partes a la cultura de Nicaragua. “Todos somos del Caribe”, primera frase del ensayo “Esplendor del Caribe”.

La obra de Sergio Ramírez es cultura popular, la que viene de las raíces y no la cultura elitista, la cultura castrada como lo ha sido por tantos años Nicaragua. Digo esto, porque, leyendo a Sergio Ramírez se aprenden más que nada los sufrimientos y las vicisitudes de este país: usted dijo “la historia de Nicaragua es una farsa sangrienta”, “Darío y Sandino hijos de las mismas entrañas, de la misma nación, de la misma nacionalidad”, aliados contra los “canalisadores”... y la lucha continúa...
La literatura de Sergio Ramírez cuenta la historia de Nicaragua como la historia y los historiadores no han sabido ni podrán contar jamás.
 Porque la historia de Nicaragua es una sucesión de pedazos fragmentados, la suma de trozos de vidas singulares que Sergio dibuja en sus cuentos y que sus novelas crean, como, un patchwork, pero que, con un poco de distancia dibuja la historia de este país en la dolorosa obsesión de un país pequeño que no para de ser ensuciado y asfixiado por un poder siempre corrupto, pero siempre con héroes para salvarlo.

En su literatura, como en toda la literatura de América Latina: «no hay historias privadas sin historia publica». Es la terrible imagen del cuerpo del niño atrapado en el lodo mortal del volcán Casitas al que se le acerca un chancho, imagen que encontramos al final de “Mil y un muertos”; este niño, es Nicaragua, alrededor del cual merodea un buitre.

Pero, lo que salva al país y que de cierta manera lo salva también a usted, quien encarna tan bien a Nicaragua es: el humor, la mirada divertida, la visión alternativa, el sentido del humor que rezuma en sus libros, en todos sus artículos, este humor que lo salva de la política y que es tan característica de este pueblo magullado.

El humor de las mujeres que compran un billete de lotería nacional en la pulpería de don Benedeto, de la pareja alrededor de una Victoria en un bar de Managua que se llama Adán y Eva, del policía Morales hundido en su oficina, y de muchas historias más.

Guardo esta visión impresionista que encontramos a menudo en la chispa de vuestra mirada: un no sé qué de autosarcasmo que hace la fuerza de los hombres.

Sergio Ramírez, no es posible limitarlo a las fronteras de Nicaragua, usted anduvo sin tregua en la búsqueda de la identidad común de América Central, esta América Central que es su territorio personal; Mario Benedetti en su introducción a “Cuentos completos” lo describe como “el mejor intérprete de la realidad específicamente centroamericana”. Es el Sergio Ramírez de la “Centroamérica Cuenta”, y aun más: de toda la literatura de América Latina.

Es entonces, al hombre de letras, que Francia quiere honrar hoy, subiéndolo al grado de oficial de las artes y de las letras, nuestro más alto reconocimiento cultural.

Francia honra a este hombre, de esta cultura nicaragüense y centroamericana a la vez, porque luchamos por mantener viva la diversidad cultural, para que los nuevos medios de comunicación no se traduzcan en estandarización, uniformización, sino que más bien en la extraordinaria posibilidad de descubrir nuevos horizontes culturales.

Intercambiar y si posible con los mejores, como es el caso hoy con usted.
El mestizaje es el alma de la cultura nicaragüense de América Central, mañana será la riqueza de nuestro mundo, en el respeto de la identidad de cada uno.
Francia lo honra hoy, también porque la cultura francesa se encuentra siempre en el camino del lector de Sergio.
Usted juega con nuestra cultura como lo hizo Pulgarcito (extraña comparación, lo admito, para un coloso como lo es usted...) sembrando en vuestras obras pequeños diamantes de la cultura francesa, y yo lo seguí para encontrar mi camino en el corazón de vuestras obras. Estos pequeños diamantes de cultura francesa que encontramos en vuestras obras no son solo anecdóticos.

Es verdad, vemos a Castellón visitar Luis Napoleón en su prisión del fuerte de Ham, éste queriendo con un canal transoceánico transformar León en la nueva Babilonia!

La puerta Maillot, que preferiremos usar en vez de la puerta de Auteuil para ir a visitar la catedral de Chartres.... Y que lo lleva a “les fresnes”, la casa de Tourgueniev con Geoges Sand, Chopin y muchos más...

Un viejo librero de Clermont Ferrand que fumaba su gauloise en donde usted compra los treinta tomos de la comedia humana de Balzac! Y muchas más referencias de Francia en vuestros libros...

Pero, superemos este aspecto anecdótico porque el movimiento literario francés toca la esencia misma de la obra de Sergio Ramírez.

Flaubert en particular. “Es algo que aprendimos de Flaubert esa calidad palpable, sopesable que debe tener la realidad”. Es también la marca de vuestra obra: escribir la realidad, en sus detalles, pero, sin agregar nada que no fuera necesario: si hay una pistola en su obra es para que sirva!

Después de Flaubert, tan a menudo mencionado en sus obras, encontramos a Balzac, y cito: “al enlazar la vida pública con la vida intima, viene a darse lo que podríamos llamar la dualidad balzaciana. La familia, en su saga perpetua, entra también en la historia y cuando ya no podemos saber cuanto es real o cuanto es ficticio, es que el novelista habrá triunfado en la historia, y habrá triunfado sobre el lector”.

Usted dijo: “con Darío, fuimos contemporáneos de Baudelaire, de Verlaine, de Rimbaud”. Podría agregar: « con Ramírez, usted es el contemporáneo de Balzac, de Flaubert, de Proust o de Maupassant”. No es usted mismo, autodidacta en francés por la lectura de nuestros autores de esta época tan resplandeciente, quien indica que cuando usted habla francés habla el francés del siglo 19!

Es, si lo vemos del ángulo francés, de cierta manera una filiación extraordinaria que existe entre Darío y Ramírez: el primero logró, con su proprio genio, incluir el modernismo, el simbolismo, la escuela de Parnaso en la literatura española, fue la Nicaragua de los poetas quien se impuso hasta el día de hoy, hasta su llegada, porqué usted sí logra introducir al realismo, la escuela de la novela francesa del siglo 19 en la obra hispanófona. Es decir, la descripción de una sociedad, de su historia a través de personas, pero, por supuesto, con sus ingredientes que son Nicaragua, su historia, y más allá América Central y Latina y también, como Rubén, vuestro proprio genio.

Extraordinario destino de la literatura de Nicaragua y de sus lazos con la edad de oro de la literatura francesa hasta el siglo 19, unidos en el tiempo en Francia (la poesía, la novela, y el cuento) y a distancia de un siglo en Nicaragua: Darío hace cien años por la poesía y usted hoy por la novela.

Es un honor para mí entregarle esta condecoración a un escritor tan prestigioso de la amplia y extraordinaria cultura hispánica que lleva en sí mucho de América Latina y que los invito a descubrir leyendo a Sergio Ramírez así como lo hizo Mario Vargas Llosa yendo a París!

Es también un deber para Francia, aquí en Nicaragua, de decir cómo la cultura es oxigeno, una grandeza que Nicaragua necesita al igual que el desarrollo económico y es también el mensaje de esta condecoración.

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Discurso del Excelentísimo Señor Antoine Joly, Embajador de Francia en Nicaragua durante la entrega de la Condecoración del Dr. Sergio Ramírez
en el grado de Oficial de la Orden de las Artes y de las Letras.

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