El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

sábado, 2 de noviembre de 2013

ACERCA DE LAS CELEBRACIONES PATRIAS.



Adriano Corrales Arias

Hace cuatro años, durante un caluroso verano, en una de nuestras visitas anuales a la familia en California (Lake Tahoe) coincidimos con el Día de la Independencia de Estados Unidos. El 4 de julio por la noche asistimos a la exuberancia del juego de pólvora a la orilla del lago. Aquello era apoteósico, una fiesta total.

De regreso me adelanté a la comitiva familiar con mi nieto a cuestas (“a caballito”) acompañados por mujeres y varones ebrios. De repente fui confrontado por un tipo rubio de 1.90 aproximadamente, quien, más allá del estado etílico y escoltado por cinco o seis individuos de la misma calaña en similar estado, vociferaba: “¡¿Are you american?!, ¡¿Are you american?!”, amenazadoramente. Mi nieto, de 5 años entonces, visiblemente asustado ante tal evento, estaba casi al borde del llanto. Para salvar el peaje respondí: “Yes, I´m american”. El tipo, cual energúmeno, aplaudió y gritó abriéndonos el paso. En espera del resto de la familia cotejé que el grupo preguntaba lo mismo a personas que juzgaban latinas o extranjeras, mejor dicho, inmigrantes.

No me había traicionado pues ciertamente soy americano, del continente, no como suelen autoproclamarse los gringos. Sin embargo, me quedé con la zozobra acerca del estado de anomia de la sociedad norteamericana y su galopante xenofobia provocada por la crisis del modelo neoliberal, especialmente en grupos de blancos clase media o trabajadores desplazados por la transnacionalización de su economía.

Algo parecido experimenté en las “fiestas patrias” con el exacerbado discurso oficial sobre la anexión de Guanacaste y la “independencia nacional”. Grupos de “costarricenses” clase media, generalmente liberacionistas, despotricando contra los nicaragüenses (que no contra el gobierno de Ortega y sus peligrosos discursos expansionistas). Y miles de estudiantes de secundaria transportando la “antorcha de la libertad” o marchando al son de tambores sin comprender el significado de unas fechas impostadas a juzgar por el día de llegada del Acta de Independencia de Guatemala (13 de octubre de 1821) y la firma de nuestra Acta de Independencia y anexión al Imperio mexicano de Iturbide (29 de octubre del mismo año).

En las universidades, salvo serias excepciones, se realiza una serie de actividades de forma acrítica y mecánica. Al menos en la que yo trabajo (ITCR) donde, a pesar del esfuerzo de algunos colegas, se organiza un gran turno y muchos se matriculan en la producción y/o contratación de chinamos, “comidas típicas”, cimarronas, bailes folclóricos o mascaradas. Todo muy acorde con la liviandad tica de clase media y su chata visión de la historia: voluntarismo patriotero como proyección de la zona de confort en que se navega sin poder interpretar los signos de los tiempos: la caída del modelo económico que da las estocadas finales al estado solidario de bienestar social que heredamos de nuestros padres y abuelos.

Si a lo anterior le agregamos la confusión con la clasificación de la “sele” y su amplia repercusión en los medios comerciales de difusión, en tanto exacerbación de un nacionalismo trasnochado en el cual, se supone, somos los mejores del área, futbolísticamente hablando (detrás de los gringos, claro). “Ser los mejores” en el imaginario colectivo sesgado por el patrioterismo gubernamental, el chauvinismo histórico (más bien histérico) de la “Suiza centroamericana” y “el país más feliz del mundo que cuenta con tecnología de punta vanguardia en la región”, presupone un estirón del orgullo nacional ante los demás países centroamericanos y más allá.

No es de extrañar entonces que se escuchen tambores de guerra por parte de algunos energúmenos criollos embriagados por la borrachera nacionalista que un gobierno absolutamente fallido, con ayuda de los medios de incomunicación social, alimenta cotidianamente con publicidad espuria, incluido el fútbol mercantilizado. Es de suma importancia meditar sobre ello. Y actuar.

*Escritor

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