El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

domingo, 23 de agosto de 2015

Las múltiples voces en Concierto de Luis Rocha Urtecho

Christian Hopp – Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia, Alemania

Es un gran honor para mí estar aquí en el Centro Cultural Pablo Antonio Cuadra en Managua y presentar Concierto, el nuevo poemario de mi gran amigo Luis Rocha. El motivo de los pájaros y sus vuelos –su carácter sensitivo y racional diría él– ha fascinado a Luis Rocha desde hace mucho tiempo. Sólo hay que recordar su homenaje a Pedro Joaquín Chamorro Pedro: teniendo conocidos en el cielo y su poemario Luz habitada, en el que entra en diálogo con ángeles en vuelo como Fra Angelico, José María Valverde y Ángel Martínez Baigorri. Eso también explica en este libro su “Agradecimiento” a Rubén Darío, José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra, Luis Rosales y José María Valverde “por la perennidad de sus vuelos”.[1]
Los pájaros en vuelo representan, más que cualquier otro ser viviente del reino animal, la libertad creadora del poeta. Friedrich Schiller, el Shakespeare alemán, encuentra palabras maravillosas sobre el arte del poeta en su última obra, Elogio a las Artes, en que la diosa de la poesía exclama: “No hay cintura que me detenga, no hay barrera que me ataje, / Libremente remonto mi vuelo por el espacio. / Mi mundo infinito es el pensamiento / Y mi herramienta alada la palabra.”[2] Además, los pájaros a menudo son símbolo de la inocencia. De esta forma los evoca Jorge Luis Borges en su magistral poema “Otro poema de los dones”, en el que le da gracias “al divino / laberinto de los efectos y de las causas [...] por Verlaine, inocente como los pájaros”. [3]
Pero en Concierto, los pájaros no son inocentes para nada. Fue en el 2012, cuando íbamos en su camioneta de San Marcos a Masatepe que don Luis me habló por primera vez de Concierto. Me dijo que quería mostrar que los seres humanos tenemos mucho de los pájaros y viceversa. Dos años después, cuando don Luis, doña Mercedes y yo paseábamos por la bellísima ciudad de Maguncia en Alemania, junto con su hijo José Luis, su nuera Wendy y su nieto Andrés, me dijo que ya había terminado el libro. En esos días me envió el manuscrito. Tres meses más tarde, en su finca “Extremadura” en las cercanías de Masatepe me mostró las preciosas ilustraciones de su gran amigo, el sacerdote claretiano Maximino Cerezo Barredo, mejor conocido como Mino. Concierto es hasta ahora el más extenso poemario de Luis Rocha. Está desligado de cualquier compromiso social. Es “l’art pour l’art” –arte por el arte– y, por ende, un verdadero concierto que disfruta cualquier oído musical:
Volviendo a la idea que los pájaros tienen algo de nosotros, cito el poema “Flirteo” en que la Paloma Alas Blancas parece flirtear con el yo lírico desde la altura de los árboles:

Ya sé que la Paloma Alas Blanca,
me ésta observando con coquetería.
Es más, se cambia de rama
para hacerse evidente y mirarme a su antojo
con ojo escrutador. Disimula su curiosidad
parpadeando y tapándolo seductoramente
con el ala que quita y pone como si nada.[4]

En muchos poemas de Concierto, Luis Rocha toma el vuelo de los pájaros como metáfora de la vida. En “Día de Difuntos” se escucha un eco de Jorge Manrique, porque transforma la metáfora que la vida es un río en la de la vida como un vuelo:

La vida es un vuelo
de la que no se ven sus alas,
sentencia un pájaro que llega
a unírsenos en la reflexiva melodía
que de oropéndolas surge tan profunda
como bien debiera ser de musical la muerte.[5]

Entran en diálogo el mundo exterior limitado de la naturaleza y el mundo interior infinito que todos llevamos dentro de nosotros. Luis Rosales, el gran poeta español de la Generación del 36 y enorme amigo de los nicaragüenses, expresó el deseo de renacer en su último gran poemario Diario de una Resurrección[6] que seguramente inspiró a Luis Rocha cuando escribió el precioso poema “Ave fénix”:

Sea como sea
lo que pase y venga
llevamos ese fuego dentro
que antes de apagarse
en su lecho de cenizas
renace enrojecido.

Y puesto que somos Ave Fénix
si queremos renacer renaceremos
y podremos volar dentro de nosotros
más allá de tiempos y distancias
en tan sólo un instante eterno.[7]

Concierto es una celebración de la libertad, tanto de la imaginación del poeta, como de los pájaros. No sólo el verso se desvincula de toda forma estricta, sino también hasta la síntaxis se vuelve elíptica en algunos poemas, p. ej., en “Apuntes oropéndolos”, que salvo una excepción no lleva verbo finito. Cito el comienzo:

Emperadores y emperatrices
aztecas y nahoas voladores.
Psaracolius montezuma.

Canto emplumado:
Enternecido lamento.
Cante Jondo.

Faringes con castañuelas.
Péndolas de oro.

Guturales:
altura de árboles
en sus adentros.[8]

Luis Rocha vuela constantemente de un pájaro-poeta a otro. Hay tanto referencias intertextuales a Ruben Darío y los “claros clarines” de la “Marcha triunfal” como al “trozo azul” y al “viento de espíritus” de Alfonso Cortés. Entra en conversación con poetas y en realidad el poemario es un verdadero concierto polifónico que rompe la idea tradicional que tenemos de la poesía lírica. El filólogo alemán Dieter Lamping afirma que el poema lírico siempre es un discurso en versos de una sola voz.[9] Con esa definición, Lamping sigue la tradición de la tripartición de los géneros poéticos de Johann Wolfgang von Goethe. Goethe decía que “sólo hay tres formas naturales auténticas de la poesía: la que cuenta claramente, la de la emoción exaltada y la que actúa personalmente: epopeya, poesía lírica, drama.”[10] Una gran parte de los poemas reunidos en Concierto son más que un discurso en versos de una sola voz. Son poemas de múltiples voces. “Guardabarranco”, p. ej., es el diálogo del yo lírico con un guardabarranco:

Dices:
Soy y he sido
mi propio rival colorido.
Larga cola
que abanica
despertando
todo lo dormido.

Digo:
Tornasol florido
de canto arrepentido,
quejido de arcoíris
tu vestido.[11]

El poema más complejo en cuanto a su estructura dialógica es el primero del poemario. Lleva el título “El pájaro Elvir” y está dividido en tres secciones. Hay nada menos que seis voces ornitológicas que dialogan: el yo lírico, que es el propio Luis Rocha, los poetas franceses Pierre Emmanuel y Saint John-Perse, el artista Georges Braque, el entomólogo y ornitólogo Bernardo Ponsol y el poeta nicaragüense Raúl Elvír, quien tanto amó la naturaleza de su país. El poema culmina en un verdadero himno a Raúl Elvir y a la vida misma:

¿Qué pájaro no era
Raúl Elvir Rivera?
“Pájaro de fauna verdadera.”
Braque, Perse, Emmanuel,
Ponsol y él
se hicieron los pájaros que ya eran,
y ahora cantan en elvir:
Elvir, elvir, elvir,
volar, morir y vivir.
Elvir, elvir, elvir,
cantan los pájaros en su dialecto elvir
el canto del bien morir.
Cantan que volar es vivir.[12]

Son versos de una gran musicalidad. El “dialecto elvir” es la lengua de la alegría, que va más allá del lenguaje humano. El compositor y organista francés Olivier Messiaen, uno de los compositores más audaces del siglo XX, mucho iba al bosque de Saint-Germain-en-Laye para escuchar las voces de los pájaros. Afirmó que ninguna música del mundo goza de más libertad que la de los pájaros.[13] Gracias a su singular oído musical, Messiaen logró transcribir el canto de los pájaros en notas musicales y ahora todos que escuchamos Messiaen podemos disfrutar de los cantos de los pájaros en el bosque de Saint-Germain-en-Laye.
Lo mismo nos pasa en Concierto. Sabiendo que el lenguaje humano no es suficiente para expresar todo lo que se quiere decir, Luis Rocha imita las voces de los pájaros. Es uno de los poemarios más onomatopéyicos de la literatura nicaragüense, como Círculo de Fuego de Raúl Elvir. Transcribe el “chom..pí...pí... / chom...pí...pí...” de los chompipes[14], los “cocorocós y cocorocás” de los gallos[15] y el “Caballero / caballero” de los pocoyos[16]. Para terminar, voy a leer el poema más radical en este sentido cuyo final me parece la síntesis del libro.

BAILE

Chungurru cuchungo
chungurru cuchungo
chungurru cuchungo
zas, zas, zas.

Aletean sobre el polvo
de los caminos mazurcas
y polcas las palomitas.
Hacen conatos de vuelo
caminando en círculos
como las palabras.

Chungurru cuchungo
chungurru cuchungo
chungurru cuchungo
zas, zas, zas.

Así son algunos pájaros.
Inflado de celo el buche
se sacuden sus tristezas
desparraman sus alegrías
y bailan de puro amor
como las palabras.[17]

Bibliografía:
Borges, Jorge Luis (2011): Poesía completa, Barcelona, Vintage Español.
Goethe, Johann Wolfgang von (1819): West-östlicher Divan, Stuttgart, Cotta.
Lamping, Dieter (³2000): Das lyrische Gedicht: Definitionen zur Theorie und Geschichte, Göttingen, Vandenhoeck und Ruprecht.
Lehmann, Christian (2011): Der genetische Notenschlüssel: Warum Musik zum Menschsein gehört, München, Herbig (libro electrónico).
Rocha, Luis (2014): Concierto, Managua, Hispamer.
Rosales, Luis (1979): Diario de una resurrección, Prólogo de Luis García Montero, Madrid, Visor.
Schiller, Friedrich (72005): Sämtliche Werke, Band II, München, Artemis und Winkler.



[1] Luis Rocha (2014): Concierto, Managua, Hispamer, p. 9.
[2] Friedrich Schiller (72005): Sämtliche Werke, Band II, München, Artemis und Winkler, p. 448. La traducción es mía.
[3] Jorge Luis Borges (2011): Poesía completa, Barcelona, Vintage Español, pp. 249 s.
[4]Luis Rocha (2014): Concierto, Managua, Hispamer, 107.
[5]Ibíd., 58.
[6]Cf. Luis Rosales (1979): Diario de una resurrección, Prólogo de Luis García Montero, Madrid, Visor.
[7] Luis Rocha (2014): Concierto, Managua, Hispamer, p. 92.
[8] Ibíd., p. 42.
[9] Dieter Lamping (³2000): Das lyrische Gedicht: Definitionen zur Theorie und Geschichte, Göttingen, Vandenhoeck und Ruprecht, p. 63.
[10] Johann Wolfgang von Goethe (1819): West-östlicher Divan, Stuttgart, Cotta, p. 381. La traducción es mía.
[11] Luis Rocha (2014): Concierto, Managua, Hispamer, p. 74.
[12] Ibíd., p. 18.
[13] Cf. Christian Lehmann (2011): Der genetische Notenschlüssel: Warum Musik zum Menschsein gehört, München, Herbig (libro electrónico).
[14] Luis Rocha (2014): Concierto, Managua, Hispamer, p. 98.
[15] Ibíd., p. 62.
[16] Ibíd., p. 60.
[17] Ibíd., pp. 96 s.

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