JOSÉ MANUEL AMOR Y MARTA CEBALLOS
Tras las aprobaciones en los parlamentos europeos, ha llegado finalmente el desembolso del primer tramo del tercer rescate a Grecia, destinado al repago de compromisos con acreedores oficiales (préstamo puente del MEEF, vencimientos con el BCE y el FMI), la recapitalización bancaria y la reducción de las cuentas pendientes de pago acumuladas por el Gobierno griego.
Compartiendo regresividad cíclica con anteriores rescates, este se diferencia en la inclusión de un paquete orientado al crecimiento, una senda fiscal algo más asumible y una promesa de potencial restructuración de la deuda condicionada a su completa implementación. En palabras del ministro de finanzas, Tsakalotos, la bondad del rescate dependerá de como respondan los agentes económicos griegos al mismo, siendo necesario poner en valor las reformas que contiene y mitigar sus efectos negativos.
La primera revisión del rescate en octubre es el siguiente hito relevante, con permiso de la agenda política interna. Superar el examen permitirá la continuidad de los desembolsos y el inicio de la negociación de una nueva restructuración de la deuda. Éste aspecto constituye una precondición para que el FMI se una a las instituciones europeas en la provisión de ayuda financiera a Grecia, algo que Alemania considera indispensable y que sigue alentando cierta “rebelión” en las filas de la coalición liderada por Merkel, como se ha visto esta semana en la aprobación del rescate en el Parlamento alemán.
Si la diligencia en la implementación es condición necesaria, también lo es la progresiva estabilización de la economía griega. Reconforta observar ya alguna señal positiva: la reducción de la provisión de liquidez de emergencia (ELA) del Eurosistema a la banca griega apunta a una incipiente recomposición de la base de depósitos. La recuperación de la confianza del público en el sistema bancario es imprescindible para la estabilización de la actividad económica. Que el proceso de recapitalización bancaria esté ya en marcha, y que en la absorción previa de pérdidas se haya excluido a los depositantes, incluidas las pymes con depósitos superiores a los 100.000 euros, ayuda a la dicha mejora de la confianza.
Sin estabilidad política interna será difícil una óptima implementación del programa. La dimisión de Tsipras y su gabinete, con la intención de celebrar elecciones anticipadas a finales de septiembre (si el resto de partidos no logra formar Gobierno) complica esa tarea, pero resulta lógico tras haber perdido el apoyo de cerca de un tercio de los parlamentarios de su coalición de gobierno. Habiendo acuerdo con los acreedores; es decir, existiendo una hoja de ruta a la que el Parlamento griego en su conjunto (no sólo el Gobierno) ya se ha comprometido, y con el fantasma del impago cubierto durante un tiempo por el primer desembolso del rescate, Tsipras buscaría ahora ganar margen de maniobra para conformar un gobierno estable, ya sea en solitario o con el apoyo de partidos minoritarios. Con las encuestas otorgando a Syriza una amplia ventaja frente al resto de partidos, el momento parece propicio.
José Manuel Amor y Marta Ceballos son profesores de Afi Escuela de Finanzas Aplicadas.
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