Manlio Argueta*
Los niños vestidos de maíz, harina de los pobres.
Tú, bordeado por astros y candiles,
Cuidas que no tropiecen sus sombras luminosas.
Los niños y niñas desaparecidas,
Que son las nietas de la dulzura.
Niñas y niños resucitan,
Para ofrecer su vida por tu vida
A cambio los resguardas con tus armas
De jardines y rosas.
Los niños y las niñas juegan a comunión.
Sus vestidos fulguran
De inocencia con sus llamas benditas.
Los niños oyen las canciones de cuna
Desde tu púlpito sagrado.
Cantas para que duerman
El sueño eterno de la gracia plena.
Tú pastor de corderos y ángel de la guarda,
velas a la niñez con tu verdad de santo.
Tú diciendo oraciones que confortan.
Ellos siguiendo al Dios de la palabra.
Porque lo sabes, que los niños
son el incienso de los pobres.
Tú, padre y Monseñor, ellos ángeles de la calle
liban el cáliz de tu sangre río
que desemboca en el martirio.
Tú, pleno de gracia como la paz del mundo
Mientras niñas y niños te rodean
Y cantan el Ave María de la vida.
Año Jubilar, 24 de marzo de 2004, y marzo 2015.
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