El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

miércoles, 22 de enero de 2014


Ni relevo político ni un milagro
Onofre Guevara López
El ciudadano nicaragüense don Leopoldo Brenes Solórzano, arzobispo hasta el día sábado 11 de enero, y cardenal de la iglesia católica a partir del domingo 12, recibió su  nombramiento con sencillez y humildad. Por el lado de los fieles católicos, el suceso ha causado mucho júbilo, aunque, por la heterogeneidad de este colectivo, su júbilo no tiene igual significado para todos.
A los creyentes católicos, además de su diversidad social, los dividen intereses económicos y políticos. El catolicismo de la gente del gobierno, el de la  burguesía –nueva y vieja— y el catolicismo de los pobres, son diferentes en su concepción y en su práctica.
Quienes no estamos dentro de ninguna comunidad religiosa, percibimos de otra forma el mismo suceso, aunque sin criterios homogéneos, dado que también median intereses desiguales, como en todo grupo humano. En lo personal, veo importante el nombramiento de un nuevo cardenal, porque la iglesia católica necesita pastores como don Leopoldo Brenes, en momentos que su influencia se debilita por su histórico anquilosamiento y su corrupción, males que el nuevo papa empieza a cambiar para poder trascender la línea tradicional del Vaticano.
Parece que lo majestuoso de sus rituales como institución religiosa, ya no pasa ante la gente como semejanza de santidad, sino como vanidad y banalidad mundanas, sobre todo ahora que muchas santidades protocolarias de todo el mundo actúan en el mismo escenario eclesial con sus delitos sexuales y financieros.
Por eso, las innovaciones de Francisco I son indispensables, al menos, en sus estructuras formales, para poder avanzar su proyecto renovador. El carisma ganado por Francisco I en todas partes en tan corto tiempo, confirma que la mayoría de los creyentes católicos le dan la razón y le apoyan, lo que no encuentra en la ultraderecha internacional ni en la minoría ligada a los grandes negocios de la iglesia o con negocios particulares ligados a la iglesia.
El nombramiento de Brenes Solórzano como nuevo cardenal, está dentro de ese espíritu general de cambio, máxime que en el presente nicaragüense hay una dictadura en proceso de consolidación, lo que no concuerda con las ideas del papa, pero el papa sí, coincide con la posición de la jerarquía local de su iglesia. El otro cardenal nicaragüense, Miguel Obando –además de no ejercer oficialmente ningún cargo de la iglesia—, ya no es útil para llenar las aspiraciones del papa Francisco de tener una iglesia renovada, por su compromiso con las políticas autoritarias del poder orteguista.
Francisco I, además de conocer que las condiciones políticas actuales del país son diferentes a las de los ochenta, conoce que la posición comprometida del papa Juan Pablo II con la agresión extranjera propició el nombramiento de Obando Bravo como cardenal. Por lo tanto, no solo sabe que aquellas condiciones y los intereses del cardenal Obando cambiaron, sino también de su adhesión incondicional a Daniel Ortega.
A nueva situación, nuevos protagonistas. Es conocida la amistad del cardenal Brenes con el Papa Francisco, pero no es esa la única razón de su nombramiento. Otra razón es que las ideas de cambio de la iglesia las comparte Brenes Solórzano, y en su práctica pastoral es uno de los que, dentro de la Conferencia Episcopal, ha dado muestras de entonar con las ideas del papa argentino, aunque la actitud de Brenes ante las arbitrariedades del orteguismo, ha sido menos beligerante que la de otros obispos.
Si, como se espera, el cardenal Brenes leerá correctamente el mensaje de su nombramiento, que nace de la nueva tendencia vaticana de no seguir reacia ante la lucha por la justicia social y los derechos humanos, no hay dudas de que el pueblo podrá sentirse moralmente apoyado en su lucha por rescatar sus derechos democráticos.  Pero sería triste que el pueblo católico hiciera una lectura equivocada del mensaje, y en vez de animarse a poner lo que le corresponde poner en la lucha democrática, creyera que la buena intención papal será el milagro que solucionará los problemas nacionales.
Como creyente, el pueblo puede ser que vea el nombramiento de Brenes como un milagro y hasta sentirse “bendecido por Dios”. Por otro lado, la buena acogida que pueda tener este nombramiento entre los no creyentes, no sería para estimularles algo parecido a una conversión –aunque quien lo hiciera, estaría en su derecho—, pero serían necios si negaran lo positivo que tiene el suceso.
Es entre los promotores del autoritarismo y la dictadura donde están las inconformidades con los cambios en la iglesia, aunque no las expresan de forma franca.  Más bien, oficial y burocráticamente, están aparentando satisfacción por el nombramiento del cardenal Brenes, y tratando de congraciarse con él. Mientras tanto Brenes no confirme la posición crítica ya expresada por la Conferencia Episcopal, Ortega intentará conciliarlo con las posiciones de su cardenal privado. ¡Y cómo le gustaría verlos juntos en sus actos políticos!
Este suceso religioso y cultural, social y político del nombramiento del cardenal Brenes, abrió una nueva etapa en la vida nacional. No obstante, aún se ignora cuál será en la actitud de los partidos políticos y los movimientos sociales –aparte de las felicitaciones de rigor—, pero  no sería raro que, por las creencias religiosas y el oportunismo de algunos de sus líderes, estuvieran tentados a ver como un relevo político lo del nuevo cardenal, y acomodarse a la esperanza de un milagro que cambie la situación del país. Y, en espera de ese “milagro”, podrían abandonar su espacio en la lucha, o debilitar aún más la unidad en contra del acelerado proceso dictatorial.
Para evitar desviaciones de ese tipo, es justo que las bases –creyentes o  no—, mantengan una vigilancia crítica. Y no dejar de ser críticas hacia las posiciones tradicionales de gobernantes y políticos de oposición que utilizan la religión como instrumento de control sobre la conciencia del pueblo.     
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Paráfrasis

Hay “nuevos tiempos para la Patria”, pues hasta hoy… ¡los tiempos viejos han sido para negociar con ella!

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