El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 22 de octubre de 2013

“Hacha, calabaza, miel y zacate para la mula”



Onofre Guevara López

Para juzgar a este gobierno como neoliberal, bastaría la sola concesión a Mpeso para la explotación de las tarjetas electrónicas como medio de pago en el transporte colectivo de Managua. Esta concesión no supera a la otorgada a Wang Jim, por cuanto esta se lleva en el saco a todo el país, y la de Mpeso es de efectos nocivos inmediatos en contra de casi un millón de ciudadanos de a pie.

Es verdad que el transporte público colectivo siempre ha estado en manos privadas –de lo cual no se tienen buenos recuerdos—, y los gobiernos han renunciado a vigilar y corregir su mal funcionamiento. Pero este gobierno se la ganó a todos, pues puso a Irtramma al servicio de Mpeso, dejando sin protección a los usuarios. Y, como si fuera poco, puso a funcionar turbas motorizadas para castigar a los ciudadanos que protestan las deficiencias de Mpeso.

Tan protegida está siendo la ineficiencia de Mpeso, que es difícil no pensar en la razón que pudieran tener quienes suponen la presencia de capital orteguista en este negocio. (Las acusaciones que se escuchan en las filas de quienes buscan la tarjeta, son más directas y contundentes). Y no es mera ocurrencia emanada de una fuente política parcializada, sino que se derivan de algunos hechos: 1) la concesión a Mpeso no fue licitada públicamente; 2) Mpeso ha cometido irregularidades impunemente, desde la sorpresiva apertura del negocio; 3) durante los conflictos creados a los usuarios, Mpeso ha tomado una serie de medidas erráticas, que solo pueden ser motivadas por la improvisación, la cual, a su vez, parece estimulada por el temor a perder la oportunidad si no explota con rapidez la concesión que graciosamente le otorgaron.

Exista o no “inversión” orteguista en Mpeso, se ha visto la intervención parcializada de Irtramma, justificando las medidas erráticas sobre la utilización de la tarjeta electrónica. De mañana en mañana, de una vez sí y de otra vez no, y otras medidas zigzagueantes respecto a la distribución y el uso de la tarjeta, han caracterizado la operatividad de Mpeso con la colaboración activa de la institución oficial capitalina, desde que comenzó a intranquilizar la vida de los ciudadanos que utilizamos en el transporte colectivo.

A la grosera desatención a las mujeres con niños en brazos en las enormes filas frente a los centros de distribución de la tarjeta electrónica, han agregado el calvario extra para poder recargarla, además de las frecuentes fallas de los validadores, permitiendo que la empresa se quede con el dinero de la gente por el motivo de que nadie va a perder un día de trabajo para ir reclamar un saldo de diez o veinte córdobas. Si esta desastrosa situación en el importante servicio público la hubieran planificado, con todas sus frustrantes medidas, no les hubiese resultado tan perfecta.

Mpeso hace todo lo contrario a lo que debe ser un servicio al público, sea privado o estatal. Pero, por la complicidad de Irtramma, pareciera ser un negocio mixto, mientras los usuarios soportamos el menosprecio de la empresa privada y la institución oficial. Agreguemos el hecho de que a Mpeso, además de dar un pésimo servicio, hay que pagarle por adelantado. Ni por haber obtenido este otro privilegio en perjuicio de los usuarios, Mpeso se ha interesado por prestar un servicio regular.

Como si faltaran ejemplos anti sociales del negocio con el transporte, las tarjetas electrónicas les han complicado aún más la vida a los no videntes, dado a su problema de no saber por dónde poner la tarjeta para marcar su pasaje. Esta es una buena razón para que el gobierno, si tuviera sentido de justicia y humanismo, ordenaría a Mpeso excusar a los no videntes del uso de la tarjeta, y hasta del pago en efectivo del pasaje, con lo cual no perdería ni un centavo.

Si no se les otorgara a los ciegos ese derecho, empresa privada y el gobierno darían la medida de lo bajo que valoran a los ciudadanos con discapacidades físicas, tanto o menos que como valoran a todo el pueblo. Si el gobierno no atendiera este llamado a la responsabilidad con los no videntes, entonces el calificativo de neoliberal le quedaría corto, por cuanto más bien alentaría la inhumana, desmedida y brutal ambición de hacer dinero de cualquier manera, y en detrimento de quien sea.

Aun cuando atendiera este llamado, llamarlo neoliberal, es un eufemismo, pues este capitalismo que conocemos los nicaragüenses no parece ser simplemente neoliberal y subdesarrollado, sino elemental, primitivo, cerril. Para demostrarlo, ahí salió el flamante empresario, Haroldo Montealegre, muy satisfecho con todo lo que pasa en torno a su negocio, al extremo de atribuirles a los medios de comunicación los problemas que produce Mpeso, y hasta alegó “desconocer” la represión de los orteguistas motorizados contra los que protestan contra sus deficiencias. El colmo es que Montealegre atribuyó a un acto voluntario del público la adquisición de la tarjeta en un alto porcentaje, cuando todo el mundo sabe que ha sido fruto de la necesidad, por un lado, y de la imposición de Mpeso e Irtramma, por el otro lado.

Al mirar este tipo de cosas, no logro evitar el mal recuerdo de una pulpera de mi pueblo, quien veía en los clientes a potenciales ladrones, y entonces, para evitar ser su “víctima” cuando le llegaban a fiar exigía como garantía cualquier prenda de oro... por una libra de queso. Prenda que, al final, la pulpera se la robaba, simplemente negando que se la hubiesen entregado, en tanto las “autoridades” le daban la razón a ella. Mpeso es peor, porque se le paga adelantado… y todavía se queda con los saldos a sus clientes.

Esta crítica no está sugerida por haber leído u oído las quejas sobre los abusos de Mpeso, sino porque soy víctima y portador de la tarjeta número 0010-6774.

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Paráfrasis



“1…2…y TUC…así de fácil” ¡se jode a la gente!

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