El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

jueves, 29 de enero de 2015

“menudas historias de la Historia”


De la obra

“menudas historias de la Historia”
de la autora española Nieves Concostrina




(del capítulo “De Presidiarios, Asesinos y Asesinados”)
Sifilítico Al Capone
Llevamos más de seis décadas sin Al Capone y nadie le echa de menos. El 25 de enero de 1947 moría demente perdido sin ser ni sombra de lo que fue Alfonso Capone, uno de los malos más malos de la historia del hampa.
            Malo, pero también más listo que el hambre, porque después de toda una vida de fechorías, asesinatos, sobornos, trata de blancas, tráfico de alcohol y drogas, y apuestas clandestinas sólo pudo ser condenado por un mísero delito fiscal. De jovencito sí firmaba sus crímenes, porque se estaba haciendo una carrera criminal y no le quedaba más remedio que apretar el gatillo para pasar el examen, pero en cuanto organizó su propia banda ya se hizo muy difícil pillarle. Sobre todo porque tenía en nómina a media policía y a tres cuartos de la judicatura.
            Pero al final le cazaron. Y lo hizo Kevin Costner, que se parecía horrores a Elliot Ness, el policía que con sus nueve agentes intocables consiguió que Al Capone diera con sus huesos en prisión por evasión de impuestos. Le condenaron a diez años y lo encerraron en un vulgar centro penitenciario, con lo cual Al Capone seguía controlando sus negocios desde la cárcel y viviendo a cuerpo de rey.
            La buena vida se le acabó cuando fue trasladado a Alcatraz, donde se le vinieron encima todas sus miserias y las consecuencias de una sífilis que nunca se dejó tratar. Y esto tiene guasa, porque este criminal casi sin alma le tenía miedo a las inyecciones que nunca permitió que le pusieran una para curarle la sífilis. El pánico a las inyecciones es una subfobia de la hematofobia, el miedo a la sangre, y los dos terrores suelen ir unidos. Así que ya me contarán que hacía Capone cuando se encontrara con las matanzas que él mismo provocaba. O miraba para otro lado o se desmayaba cada dos por tres.
(del capítulo “Cuestiones Mundanas”)
Eiffel, una torre mal querida
Menudo disgusto tenían los parisinos de finales del siglo XIX. Un ingeniero vanguardista llamado Gustavo les estaba construyendo en la ciudad una torre de hierro enorme, horrible y que no servía para nada, salvo para ser la estructura más alta del mundo. El único consuelo que les quedaba es que aquella torre, cuya cimentación comenzó el 28 de enero de 1887 iba a ser desmontada en cuanto terminara la Exposición Universal de París. Menos mal que no lo hicieron. La Torre Eiffel sigue donde el ingeniero Gustave la dejó.
            La pena es que la Torre Eiffel la podríamos tener plantada en Cataluña, porque el ingeniero Gustave Eiffel propuso construirla para la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Pero los responsables del Ayuntamiento barcelonés dijeron que aquello era muy caro, muy raro y que no encajaba en la ciudad. Además, Gaudí ya estaba construyendo su gran obra y la Sagrada Familia y la Torre Eiffel se daban tortas. No pegaban. Así que Eiffel se fue con su torre a otra parte, a París, que era la anfitriona de la siguiente Exposición Universal, la del 89.
            París dijo que bueno, que la hiciera, pero que luego la desmontara porque tampoco pegaba con la fina estética parisina. Y la torre comenzó a crecer, y los parisinos cada vez más espeluznados, y los artistas franceses con los pelos de punta…¡Qué horror de monumento! ¡Qué monstruo de hierro que amenazaba con desmoronarse! Aquello había que desmontarlo a la voz de ya, y a punto estuvieron de hacerlo en la primera década del siglo XX.
            Pero llegó la Primera Guerra Mundial y se descubrió que la elevadísima antena que coronaba la Torre Eiffel era crucial, porque interceptaba las comunicaciones de los alemanes. Por fin servía para algo aquella estructura de hierro de 300 metros de altura. Bueno, sirvió entonces para ganar la guerra y sirve ahora para que sea el monumento más visitado del mundo. Y no está en Barcelona. Que Pena….

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