El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 31 de diciembre de 2013

Nada es verdad ni es mentira



Por: Mauricio Díaz D.




“En este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mire”. Ramón de Campoamor.



Si nos atenemos a Campoamor, todo es relativo y, por tanto, la verdad no existe. En Nicaragua, mentira y verdad son manipuladas para extrapolar logros sociales, económicos y políticos tratando de vender la ilusión de que aquí todo está y marcha muy bien, lo que es también relativamente cierto pues hay aspectos positivos y otros negativos. Por eso conviene separar en el análisis aspectos institucionales, jurídicos, sociales y económicos para intentar una aproximación a la realidad objetiva... sin subjetividades.



Nuestro país está quebrado en cuanto a las instituciones democráticas representativas. Se acabó el elemental principio de la separación equilibrada de los poderes del Estado, ya que la reforma constitucional en camino instalará un régimen más próximo a un sultanato que a una monarquía y muy lejos de la democracia representativa, participativa y electoral. Ya la alternabilidad en el ejercicio del poder público se acabó con la aprobación de la reelección continua y con el mismo Consejo Supremo Electoral.



Pero este gobierno tiene varias ventajas que le han permitido instalar primero un modelo de autoritarismo institucional, con un ensayo de régimen corporativista y ahora —con los poderes fácticos en sus manos— una suerte de sultanato, donde la figura del caudillo se reinstala en el escenario político nacional.



Esas ventajas son, entre otras, el control de los poderes estatales y el monopolio de los aparatos represivos del Estado; una posición ambigua y hasta contradictoria de la jerarquía de la Iglesia católica, un endoso político al proyecto del partido de gobierno de diversas denominaciones evangélicas, un respaldo complaciente del gran capital que les reditúa beneficios financieros y fiscales, la desmovilización de los sindicatos independientes, la fragmentación opositora, la anomia y el desencanto generalizado de la población más preocupada por “el pan nuestro” y que apenas empieza a despertar de la embriagante campaña de difusión en los medios de comunicación social mayoritariamente bajo el guion oficial y que venden diariamente más ilusiones que hechos concretos.



Otra ventaja del régimen es la ausencia de ciudadanía, entendida como conciencia cívica y formación en principios y valores democráticos. Parece que no hay la suficiente densidad ciudadana que impida la instalación de un proyecto que irrespeta la Constitución ajustándola a la medida de sus intereses. El pueblo ha aguantado y ha asimilado —por lo menos en el corto plazo— abusos de poder, represión, violaciones a sus derechos humanos elementales, denuncias evidentes de corrupción gubernamental, irrespeto a su voluntad electoral, reforma constitucional inconsulta y sin los consensos necesarios para una obra de tal profundidad. En otras palabras, pareciera que el actual gobierno más que satisfacer las demandas de más libertad y más democracia, se encamina a culminar la obra de Anastasio Somoza Debayle.



Agrego el respaldo popular vía clientelismo con que cuenta el actual gobierno, gracias a los recursos petroleros venezolanos que le facilita la cooptación y la compra de voluntades. Y concluyo con una ventaja más: el mundo democrático se hastió de nuestros problemas y desde Washington hasta Bruselas la opción parece ser el respaldo sin cuestionamientos a este gobierno. Organizaciones que históricamente y per sé (OEA, ONU, UE, etc.) estaban dedicadas a luchar por el respeto irrestricto a los derechos humanos y políticos de los nicaragüenses comparecen ahora incapaces de frenar su propia descalificación al enseñarse ineficaces e ineficientes frente a las violaciones y el desprecio de los Estado parte a sus compromisos jurídicos y políticos internacionales.



Al momento todo parece señalar que en Nicaragua se instala un sistema más próximo al de Noriega en Panamá para lo que el gobierno nos vende desde ahora la esperanza ilusionadora de la construcción del gran canal que vendría, supuestamente, a acabar con todos los males nacionales. La venta consiste en demostrarnos que el desarrollo requiere de una mano dura dictatorial y que los anhelos de democracia, libertad y paz son metas de largo plazo. Que la prioridad es “sacarnos de la pobreza”, aunque lo que veamos sea la repetición de los mismos vicios y prácticas del pasado y la reproducción del modo de producción precapitalista atrasado, donde los ricos se vuelven más ricos y los pobres más pobres.



Sin lugar a dudas nuestra economía ha mejorado pero sobre todo por la relación privilegiada con Venezuela. Nicaragua vive a expensas del petróleo venezolano sin lograr despegar por sus propios medios y esfuerzos hacia el desarrollo y, menos aún, la modernidad. La pregunta es si logrará este gobierno aprovechar toda esa generosa pero mal orientada cooperación para crear la infraestructura productiva que nos lance hacia el futuro, aunque lo contradictorio, lo paradójico es que se habla del futuro, pero queriéndonos mantener en el pasado. Con el poder acumulado del que dispone el presidente comandante, en sus manos queda la duda si lo usará para la liberación o para la opresión, para el atraso o para el desarrollo no solo material, sino educativo y espiritual.



Hasta este momento las señales van hacia la consolidación de un régimen sectario y excluyente, partidarizado, lo que no es una buena noticia para los nicaragüenses. Haber constitucionalizado este modelo indica un afán de perpetuación en el poder que más temprano que tarde eclosionará. Seguimos postergando la demanda básica de educación de calidad y de economía del conocimiento para situar a Nicaragua en el foco de los países más competitivos del planeta y este gobierno no parece estar interesado en formar buenos profesionales, sino en domesticar a las nuevas generaciones bajo “la espada, la cruz y el capital”, manipulando sus necesidades más apremiantes.



Un país así no será viable ni disfrutará de la paz firme y duradera por la que se firmaron los Acuerdos de Paz a finales de los ochenta.



El autor es diputado centroamericano PARLACÉN

Partido Liberal Independiente

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