El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

viernes, 1 de agosto de 2014

Microcuento con variaciones

I (Monterroso)

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.”
(Augusto Monterroso, Obras completas y otros cuentos)

II (Adán)


     Hoy ya puedo discernir esa extraña sensación que ahora llamo estar despierto. Algo así como salir a flote después de naufragar en el indecible tiempo de los dinosaurios que ahora llamo estar dormido. Sucedió anoche. No hubo nadie a mi lado –porque no hay todavía otro yo en el mundo– para decirme que cuando desperté el dinosaurio todavía estaba allí. Después no supe qué hacer con ese extraño suceso –me refiero, por supuesto, al hecho de despertar, no a la presencia del dinosaurio– y han pasado ya siete días y siete noches seguidas sin que pueda volver a estar dormido para ver si al despertarme el dinosaurio continúa todavía estando allí.

II (Eva)

     – Sólo espero, amor mío, que siempre pueda estar yo allí contigo, y no ese impertinente dinosaurio, cada vez que tú despiertes.

III (Noé)

     Treinta y nueve noches de insomnio me vencieron. Dormí con la cabeza entre las manos, porque la lluvia y el vino eran muy fuertes, y soñé con una tierra seca y un bellísimo arcoiris. Al día siguiente, cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí, en la popa del Arca, llorando de rabia y desventura. Para consolarlo, hice muchos trucos con sombreros y palomas, pero no pude impedir que el pobre viudo, abrazado a su hembra exánime, se arrojara con ella por la borda, tan sólo tres horas antes del fin del diluvio que duró cuarenta días. Y eso explica por qué ya no quedan dinosaurios en el mundo y sólo cuentan en la paleontología y en algunos microcuentos como éste.

IV (Jacob)

     Se me hizo de noche y arrimé una de las piedras de aquel lugar y me dormí sobre ella. Y soñé que había una escalera, apoyada en tierra, que alcanzaba hasta el cielo, y que por ella subía y bajaba sin cesar un hermoso dinosaurio. Cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí. Y ahora sé que ya nunca podré despertarme de este sueño donde sigo soñando que cuando despierte el dinosaurio todavía estará allí, en otro sueño donde sigo soñando que cuando despierte el dinosaurio todavía estará allí, en otro sueño donde sigo soñando que cuando despierte el dinosaurio todavía estará allí, en otro sueño donde sigo…

V (Moisés)


     Tú, que cuando despierto sigues estando allí en esa zarza ardiendo, ¿cómo te llamas, Dinosaurio?

Jorge Alvarado Pisani

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