El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

viernes, 29 de agosto de 2014

Con la esencia sindical perdida



Onofre Guevara López


Un amigo lector se interesó en mi artículo anterior sobre la pérdida de autonomía del sindicalismo en pro de intereses políticos ajenos, especialmente los del ortegato. En un próximo artículo, me escribió, “podría abordar el nivel más deleznable de esa metamorfosis en el período 2007.20124 (espaldarazos serviles a las reformas a la Seguridad Social, al Canal, a la Reforma Tributaria, entre otros)”. Pienso que su observación es correcta y la sugerencia también.

Los líderes sindicales oportunistas podrían alegar su derecho a tener una opinión política sobre esos temas, pero no es argumento que los libere de nada, porque las reformas mencionadas y la entrega de la soberanía al concesionario del Canal, son esencialmente agresivas contra los intereses de los trabajadores, de la población y del país. No hay excusa que valga para no defender esos intereses, menos si se sitúan como están en el sentido opuesto, porque son intereses de un valor social y patriótico incuestionables. Ellos seguirán defendiendo valores ajenos al interés popular y nacional.

Del pensamiento, de la actividad y la conducta de los líderes del sindicalismo oficialista emanan deformaciones aberrantes de la esencia y los objetivos por los cuales la clase trabajadora en el mundo creó los sindicatos como eficaces instrumentos de defensa de sus intereses frente a la opresión social de todo sistema económico y político. Los sindicatos tendrán muchas afinidades y hasta comunes metas con el sistema socialista, pero ninguna de ellas aconseja ni justifica la renuncia a la defensa de sus afiliados.

En nuestro país, no existe atisbo de un sistema socialista, de manera que hay menos razones para renunciar a la lucha reivindicativa. Los derechos laborales son irrenunciables para quienes forman la base social más importante de la actividad productiva nacional, de lo contrario, caería en una condición de semi esclavitud. La renuncia a defender intereses inmediatos de los trabajadores, fue un error del sindicalismo sandinista durante los ochentas, y el inicio de una futura –que ya es actual— pérdida de la autonomía del movimiento sindical que dirige el FNT en favor de la agenda política del gobierno.

Fue su presidente, el miembro del ortegato parlamentario, Gustavo Porras, quien lanzó la consigna acerca de cómo convertir al sindicalismo en instrumento de los intereses políticos de Ortega, cuando en el 2006, días antes de las elecciones, instruyó a Iris Montenegro, también diputada y lideresa sindical, de la siguiente forma: “Debemos continuar la tarea de lograr que Fetsalud disminuya su beligerancia para que, al estar en el gobierno, contemos con una fuerza sindical adormecida y que apoye los planes y estrategias del Minsa que será administrado por nuestro partido en el poder, y sirva de barrera a las otras organizaciones sindicales…” Más claro, imposible.

Además, si con esa distorsión de las tareas esenciales de los sindicatos ya hay suficiente renuncia y traición a los obreros organizados, imaginemos cómo se traiciona a todo el pueblo trabajador cuando la dirigencia sindical dependiente del poder omite toda actividad en defensa de sus intereses más generales, como, la carestía de la vida. ¿Qué plan de lucha, o algo parecido, se trazaron los sindicatos ante la desaparición de los frijoles de la mesa de la población pobre del país? Quizás declaraciones periodísticas esporádicas, y quien sabe si algún lamento silencioso.

¿Cuándo la dirigencia sindical del ortegato ha hecho algo en torno al problema de la emigración desintegradora de la familia trabajadora, en busca de trabajo y comida en otros países? Su participación, bien publicitada, en las discusiones sobre el salario mínimo, es para que les salve la cara ante sus afiliados, pero al final terminan firmando lo que Ortega y el Cosep acuerdan. Especial mudez exhibe la dirigencia oportunista de los sindicatos, ante el derroche de recursos en la rotulación millonaria para el culto de Daniel y en los “arbolatas” demenciales, que son otras caras de la corrupción. ¿Cuándo oíremos hablar o leeremos sobre alguna preocupación sería de los sindicatos ante el femenicidio y en defensa de los derechos de las mujeres? ¿Acaso los sindicatos no tienen militantes mujeres ni estas tienen problemas de género donde trabajan?

Por lo que puede verse en este limitado resumen acerca de las múltiples formas de cómo el oportunismo sindical da las espaldas a los trabajadores y a los problemas sociales, su traición va más allá de la pérdida de su autonomía y de su dependencia ante intereses políticos de la pareja gobernante. También tienen tendencia hacia la liquidación del auténtico sindicalismo, desde el momento en que no se preocupan por los bajos niveles de organización de los trabajadores en el país, y a los que ya están sindicalizados les amellan su natural combatividad.

Traición de doble filo, porque estos sindicatos no tienen ninguna beligerancia frente a los problemas sociales. Cuando, como en este caso, a los sindicatos no les son propios todos los problemas de la sociedad en general, terminan siendo instrumentos ciegos de sus patronos políticos.

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Paráfrasis



“Vamos adelante” sin ley que nos detenga; “en fe” versus convicción; “familia” con hija lanzada al exilio “y comunidad” de intereses creados a la sombra del poder.

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