El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 16 de agosto de 2016

HIPÓCRATES, AL FILO DE LA NAVAJA

HIPÓCRATES, AL FILO DE LA NAVAJA

Recientemente publiqué en estas mismas páginas mi artículo “José María Valverde: la ética que no cesa”, memorable lección histórica de un insigne profesor, ensayista, traductor y poeta, José María Valverde, que llevó a la práctica de la docencia su convicción de que sin ética, no hay estética, y renunció a su cátedra de esta materia. Hoy, una serie de acontecimientos que involucran al campo médico, ponen sobre el tapete el tema de la ética, cuando un sector médico considera que su objetivo principal es hacer causa común con aquella persona o personas, que en el ejercicio de su profesión, hacen mala práctica médica, y el paciente acaba siendo la víctima.

Los ejemplos ya rebasan el vaso y la tolerancia. La solidaridad, es por lo tanto, para este sector de profesionales, con el “colega” y no con el paciente, que vivo o muerto, merece aún mayor fraternidad  y respeto. El gremio médico  no debiera de estar presto en apañar los errores de estos sus “colegas”, criticar al sistema judicial cuando actúa con ecuanimidad, sino en reflexionar públicamente, condenar lo malo, y seguir los lineamientos hipocráticos.

La mala práctica médica no es exclusiva de quirófanos o de malos diagnósticos, sino que abarca el campo moral cuando, por ejemplo, médicos santurrones en sus clínicas u hospitales de lujo, en sus casas maltratan a sus esposas, las acosan, chantajean el mantenimiento, al que están obligados por la ley, de sus hijos, les hacen sentir en toda su magnitud un desquiciado machismo, locura muy personal que pretenden trasmitir impunemente a la mujer humillada y desesperada. La peste de su propia locura y frustración, pulcramente trasmitida. Y eso tampoco se puede tolerar, pues es tan criminal como ejercer sin conocimiento de lo que es un ser humano. 

A la ética recurre Hipócrates en su famoso juramento. La ética es sinónimo de moral, y según José Hierro S. Pescador: “En primer lugar, moral se opone a inmoral, y en este sentido es término típicamente valorativo: una norma o una conducta inmoral es una norma o una conducta rechazable…” Y creo que la ética está ausente en quienes no son capaces de ejercer la medicina, desde sus casas, hasta clínicas humildes. La clínica no importa, es la moral. La vocación de servicio con conocimiento y hasta con desprendimiento económico.

En mi vida he tenido la dicha de contar entre mis mejores amigos, a médicos, de gran calidad humana, y sólo mencionaré a los que recuerdo de cuantos se han ido:  Edmundo Mendieta, autor, junto con su hijo Walter, de la “Historia de la Ginecología y Obstetricia en Nicaragua”; Roberto Calderón, el mago; René Sandino Arguello, erudito en tangos; Cesar Amador Kühl, mecenas de la música; Luis Favilli, escritor; Cesar Zepeda Monterrey y Wilfredo Alvarez, pintores,  poetas y músicos;  Clemente Guido, novelista, gran ajedrecista y  especialista en artes marciales; Juan Ignacio Gutiérrez Sacasa, primer Director del Hospital Militar; y Sergio Martínez Ordoñez, el de a diario, que transpiraba amenidad, humor y no era quien imponía sus conocimientos a sus alumnos, sino que los compartía con ellos. Y tengo y guardo en mi corazón a los que  me quedan, porque debo decirlo, quiero muchísimo a los médicos. A los verdaderos médicos.

La importancia de Hipócrates, autor de muchos tratados de medicina en su época, es que rechaza la superstición y funda una ética y una moral explicitas en su famoso  “Juramento”, en cuyos párrafos finales se encuentra la clave del ser o no ser médico verdaderamente ético y digno: “Ahora, si cumplo este juramento y no lo quebranto, que los frutos de la vida y el arte sean míos, que sea siempre honrado por todos los hombres y que lo contrario me ocurra si lo quebranto y soy perjuro.”





LUIS ROCHA




“Extremadura”, Masatepe, 15/08/16.

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