Imperfecto, conflictivo, corrupto, atrasado,
ignorante, agobiado por la miseria y subyugado por dictaduras, pero era un
país, nuestro país, nuestra Nicaragua.
Hoy, 14 de Junio de 2013, no amaneció ese
país y los nicaragüenses despertamos como los hebreos en las tierras del
Faraón. ¿Qué se hizo ese país? Daniel Ortega Saavedra, disfrazado de chino, se
lo robó. Nos dejó sin derecho a la propiedad privada, sin derechos
constitucionales, en manos de un aventurero de la chinatown de los Ángeles,
california, sin playas, sin islas, sin isletas. Nos dejó sin nada en un acto de
entreguismo sin nombre en los anales de la historia.
Mientras los nicaragüenses sigan, y yo no me
meto porque yo no lo hago, tratando las aberraciones de los Ortega Murillo con
disimulo, con indiferencia, con miedo y hasta con simpatías, Nicaragua jamás
tendrá la oportunidad de liberarse de las cadenas de la esclavitud sin cadenas
visibles. Mientras los nicaragüenses no quieran llamar a las cosas por su
nombre, Daniel Ortega se nos va a robar hasta el alma. Mientras los nicaragüenses
sigan presos del miedo al chantaje, a la cárcel y a la muerte, Daniel Ortega
nos va a convertir en los esclavos sin nombre del siglo XXI.
Cuando los liberales, Máximo Jerez y
Francisco Castellón invitaron al filibustero Williams Walker a venir a
Nicaragua a librar la guerra que ellos no tenían las agallas de librar contra
el gobierno constituido de Fruto Chamorro, merecieron que les aplicaran la pena
de muerte por traición a la patria. Pero no lo hicieron y al fin quedaron
perdonados en nombre de la unidad que se necesitaba para derrotar y expulsar al
aventurero que ellos habían traído.
Nicaragua sigue sin pena de muerte. Se
comete la mayor aberración posible y el castigo son 30 años de presidio que por
lo general nunca se cumplen.
Ahora Nicaragua necesita la pena de muerte,
pero hoy más que nunca está colgada en los cuernos de la luna, porque el que se
la merece es el mismo que manda en el país, mismo que le entregó la República a
un chino que dice llamarse Wang Jing, que traducido al castellano significa, DANIEL ORTEGA SAAVEDRA, el vende patria
de vende patrias, el palillón de los presidentes entreguistas, el máximo
depredador de los recursos naturales de la nación.
Si la pena de muerte existiera en el país de
Darío y de Sandino, Daniel Ortega, junto a todos sus colaboradores cercanos,
incluidos los sacerdotes apóstatas, serían fusilados en la plaza de la
República por traición a la patria y por crímenes de lesa humanidad.
Ya es hora de dejar de llamar vino al
vinagre; ya es hora que se alcen las voces de los hasta ahora mudos porque si
se toman el tiempo de leer lo que ayer los 63 diputados traidores aprobaron en
la Asamblea Nacional, se van a dar cuenta que están en las manos del chinito de
California, junto a sus propiedades y su riqueza.
Creíamos que la UAF era todo poderosa y
ahora resulta que contra el chino Wang no puede hacer nada, una burla más de
Daniel Ortega a los militares y a los policías, quienes son los jefes todo
poderosos de él amansa opositores. Pues ya no manda Comisionado Sáenz, Daniel
Ortega le dio el poder por poco tiempo y lo cambió por un chino que ni en su
casa lo conocen, pero que está por encima de cualquier nicaragüense aunque se
trate de la Presidenta de la CSJ, del Presidente del CSE, del jefe de la PGR,
inclusive de Rosario Murillo, si así se le ocurre a Jing.
Hoy 14 de Junio de 2013, día de la
ignominia, Nicaragua tiene dueño. Ya no somos ni vos, ni vos, ni yo. Es el
chino Wang en nombre de nuestro
presidente que tiene que ser castigado con la máxima pena.
Somoza no lo quiso hacer y a la larga lo
mandó a asesinar al Paraguay, pero nosotros, el pueblo nicaragüense, lo debemos
hacer cuando la justicia esté en nuestras manos.
Un réquiem para Nicaragua, mientras la
justicia se impone.
Jorge J Cuadra V
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