Guillermo Cortés Domínguez
Un sentimiento de desazón recorre a muchos de los jóvenes que se entregaron con entusiasmo al apoyo de los viejitos en su demanda por una pensión reducida. Para los que vieron a don Porfirio en la tarima oficialista, les habrá parecido una visión fantasmal, pero era cierto, ahí estaba, e incluso habló y habló con cierto tono de dignidad, tomó algunas distancias, fue cuidadoso, pero ni su tomo ni su toma de distancia ni su cuidado, podía sepultar el hecho de que él estaba ahí con los que los reprimieron, con los que hirieron en la cabeza a uno de ellos, con los que vapulearon a los jóvenes que con tanta ternura los respaldaron. Pero, ¿qué queríamos? 'Que se3 inmolaran? ¡No! También son seres humanos. ¡Demasiado hicieron! y ya no pueden dar más, o quizás sí, más adelante, así que no es hora de lamentarse. Lo que ocurrió, fue hermoso, conmovedor, hay un salto cualitativo en un grupo de jóvenes que se ha situado a la vanguardia de las luchas sociales, que entró a un nivel superior, que tomó conciencia en la fragua de la lucha, y esto es lo más importante que ha ocurrido en la última década. Y a la vuelta de la esquina esperan nuevas luchas sociales.
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