Mauricio Díaz D.
Gracias a Dios y
a la Santísima Virgen María, al fin tendremos un canal. Obviamente también
gracias al poder compartido Ortega-Murillo, reencarnación en Nicaragua de María
y José, pues éstos trajeron al mundo a nuestro Mesías, y ellos nos traerán un
canal cuya construcción acabará con todos los males nacionales, incluyendo los
problemas prostáticos y hemorroidales.
Con estos
anuncios ya no necesitamos ir al cine ya que tenemos a un supermán criollo, “el
supermán del gran canal”, así como Gadafi fue “el hombre del río” con un
proyecto que pretendía hacer un río que cruzara el desierto en Libia.
Gracias también
a esta monumental obra se acabará la pobreza, el hambre y el desempleo en
nuestra Patria, sin tener que tocar los millonarios recursos financieros-ya
privatizados- del excedente de la factura petrolera, que crearon unos veinte
nuevos millonarios de manera muy similar al “modelo” de comunismo de mercado
implantado en la China continental, muy cerca de donde viene el chinito
maravilloso, el nuevo fantasma que recorre el mundo, no del comunismo sino del
capitalismo más salvaje. Además con esta maniobra ya se nos olvidaron todas las
promesas incumplidas de Hugo Chávez y el “socialismo del siglo XXI” y la consigna
de que “la soberanía no se discute, se defiende con las armas en las manos”
devino en un verdadero cuento chino.
Otro valor
agregado, además de resolver los problemas prostáticos y hemorroidales del
pueblo sufrido, es que ya se nos olvidó que los tamales se volvieron ricos de
la noche a la mañana sin trabajar. Que liquidaron el valor del voto ciudadano y
del sufragio universal. Que las mansiones construidas con el sudor y la sangre
del pueblo nicaragüense pasan al olvido
ya que ahora el rey Midas todo lo convertirá en oro gracias a ese “gran canal”
por donde se van yendo las demandas nacionales de libertad, democracia con
elecciones libres y justicia no partidarizada.
Otro “beneficio”
nítido, es que con esto se acaban las elecciones limpias y competitivas, pues
ya Nicaragua no las necesita, ya que el binomio presidencial superó la
contradicción irresistible entre democracia o desarrollo, quedándonos con el
desarrollo sin democracia gracias al “gran canal”
Por ese “gran
canal” se desangra la Patria.
Ya los que han
amasado sus fortunas producto del latrocinio pueden dormir en paz: el “gran
canal” se convirtió en la más hermosa de las lavanderías de los recursos mal
habidos, pues el pueblo nicaragüense ha ingresado al mundo de los sueños de
opio, y todo gracias al chinito. Además este es un pueblo desmemoriado y por
tanto no dará el salto hacia la ciudadanía civil, civilista y civilizada.
Me sospecho que
este chinito de oro es testaferro de la nomenclatura de bambú del partido de
los herederos de Mao Tsedong, y que más temprano que tarde el gobierno del
matrimonio en el poder restablecerá relaciones diplomáticas y de todo tipo con
Beijing, dándoles unas palmaditas y las gracias a los generosos representantes
de la Republica de China Taiwán; extremadamente generosos con gobiernos que han
querido convertir en “caja chica” su aspiración a ser parte de la comunidad de
las Naciones Unidas del planeta.
Si fuese así no
se entiende por qué el gobierno ha excluido de los acuerdos a sectores de
importancia en la economía, como el Consejo Superior de la Empresa Privada u
otros sectores que serán eventualmente afectados por una obra de tal
envergadura. Pareciera que el objetivo supremo de este acuerdo está por encima
de la dignidad de todos y cada uno de los nicaragüenses ya que el chinito a
partir de ahora se ha hecho de un Estado y su soberanía en nombre del
desarrollo.
Managua junio
2013
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