Por: Vicente Maltez Montiel
A finales del mes de mayo (29) se conmemora el Día Mundial de la Salud Digestiva, que este año está dedicado a salirle al paso con medidas educativas y de prevención al carcinoma hepatocelular o cáncer del hígado, quinto tumor maligno en incidencia y tercera causa de muerte en el planeta. Un millón de casos anuales de cáncer hepático, que en su mayoría predomina en varones (4.1) y el 84 por ciento de casos en países “en desarrollo” como el nuestro han motivado que la Organización Mundial de Gastroenterología (WGO) lance el llamado de que “actuar hoy salva la vida mañana. Conciencia. Prevención. Detección. Tratamiento”.
Es importante destacar cuáles son los factores causales asociados a este cáncer y el impacto favorable que tienen la educación y prevención en alejarnos de una enfermedad dolorosa, costosa y que en el mejor de los casos el setenta por ciento de los afectados puede llegar a sobrevivir cinco años después del diagnóstico. Los principales factores desencadenantes, en especial en China y África subsahariana, son las hepatitis B y C, en Sudáfrica la contaminación de los granos por el hongo aspergillus, que produce la sustancia cancerígena aflatoxina B-1.
Se ha logrado definir las personas que presentan riesgo incrementado para adquirir y desarrollar este cáncer: portadores de cirrosis hepática producida por hepatitis B o C, abuso alcohólico, enfermedades autoinmunes, fibrosis quística, depósito de hierro en el hígado o por otras infecciones. También hay riesgo aumentado en hepatitis B o C sin cirrosis, hígado graso tipo alcohólico o no, carencia de enzima alfa (una tripsina o el depósito anormal de cobre en el hígado), también llamada enfermedad de Wilson. En cuanto al abuso del alcohol hay que recordar que es responsable del cuatro por ciento de la morbilidad y mortalidad mundial, seguido del tabaquismo que aporta 4.1 por ciento. El abuso del alcohol se asocia al tabaquismo, malnutrición y virus VIH-Sida, este último agente mortal se vincula más en afectados de hepatitis.
Con los antecedentes anteriores sospecharemos posibilidad tumoral maligna del hígado. Sin embargo, muchos pacientes pueden tener un tumor y no quejarse de nada.
El paciente promedio: entre 56 y 69 años, masculino, caucásico y con historia de hepatitis viral (B o C) o cirrosis. Podrá quejarse de dolor abdominal difuso o debajo de la costilla derecha, pérdida de peso, debilidad, “empanzamiento”, náuseas y color amarillo de las mucosas (ictericia).
Cuando lo examinamos detectamos que un noventa por ciento de los pacientes tienen el hígado crecido, bazo aumentado de tamaño, hay líquido dentro del abdomen (ascitis). Se detecta fiebre y mal funcionamiento hepático.
Los estudios diagnósticos suelen reportar más de tres tumores en el hígado. En ocasiones uno de los tumores se rompe y produce una hemorragia interna masiva que mata al enfermo.
La prevención se basa en educación de la población y en eficientes programas de vacunación contra hepatitis B, ya que donde se ha masificado esta inmunización se notan cambios favorables, caso Taiwán. Todo recién nacido antes de cumplir el primer día de vida debe ser vacunado. La vigilancia estrecha de cirróticos, chequeos con el médico internista o gastroenterólogo y el uso del condón son otras recomendaciones. El autor es especialista en medicina interna.
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