Muchos de ustedes que están leyendo esto no me conocen. La mayoría nunca me ha visto llorar. Hoy siento la necesidad de expresar mi indignación ante lo que se vivió esta semana y sobre todo, la madrugada del 22 de junio en la periferia del INSS mientras muchos jóvenes apoyaban la lucha de los adultos mayores.
Yo me fui a la una de la madrugada; dejaba atrás un ambiente tranquilo y cargado de motivación para seguir en esa lucha tan justa que tiene seis años de estarse gestando. Hoy desperté a una realidad espeluznante: la Juventud Sandinista llegó armada con palos, bates y martillos y cercó a los ciudadanos que apoyan la lucha de UNAM y a los adultos mayores quienes 5 días después, permanecían firmes a nuestro lado. Estos delincuentes, amenazaron a chavalas que se manifestaban pacíficamente en la entrada sur del INSS, les dijeron que iban a violarlas; las golpearon -pasando por encima de la ley 779 que está hoy cumpliendo un año de haber sido aprobada-. Cuando ellas acudieron a la Policía Nacional para pedir ayuda, recibieron patadas y empujones para que cayeran en las manos de 400 miembros de la JS. Chavalos que apoyaban la protesta fueron brutalmente golpeados con palos e incluso martillos, los patearon donde quisieron. Los despojaron de sus pertenencias y peor aún, de su ropa.
No podemos seguir ciegos ante esta imagen que nos golpea la cara sin el más mínimo asco. La política de Daniel Ortega se asemeja tanto a la de Somoza que da miedo: la represión, el control sobre todos los poderes del estado, las fuerzas de choque, quienes responden enteramente a Ortega. Y este culto a la personalidad que nos recuerda a Big Brother de la novela 1984. Su ojo que todo lo mira, la intención de controlarnos con el proyecto de Ley que contemplaba acceso a nuestras líneas telefónicas.
Es indignante la imagen pero al mismo tiempo es esperanzador ver a los chavalos y chavalas que a pesar de haber sido violentados y reprimidos, seguían hoy apoyando desde la Catedral de Managua, recibiendo donaciones para los adultos mayores que permanecen en la entrada sur del INSS.
Está más claro que nunca que la política de Ortega tiene un lineamiento muy severo que sitúa la represión como su escudo ante las crecientes evidencias de corrupción en su administración, que van de la mano con las demandas sociales de los y las nicaragüenses.
Su intento de aterrorizarnos es en vano porque sabemos lo que nuestros padres y madres sacrificaron por la revolución y no aceptamos que tantas muertes y sufrimiento hayan sido en vano. La historia es historia y ya no se repite.
No podemos seguir ciegos ante esta imagen que nos golpea la cara sin el más mínimo asco. La política de Daniel Ortega se asemeja tanto a la de Somoza que da miedo: la represión, el control sobre todos los poderes del estado, las fuerzas de choque, quienes responden enteramente a Ortega. Y este culto a la personalidad que nos recuerda a Big Brother de la novela 1984. Su ojo que todo lo mira, la intención de controlarnos con el proyecto de Ley que contemplaba acceso a nuestras líneas telefónicas.
Es indignante la imagen pero al mismo tiempo es esperanzador ver a los chavalos y chavalas que a pesar de haber sido violentados y reprimidos, seguían hoy apoyando desde la Catedral de Managua, recibiendo donaciones para los adultos mayores que permanecen en la entrada sur del INSS.
Está más claro que nunca que la política de Ortega tiene un lineamiento muy severo que sitúa la represión como su escudo ante las crecientes evidencias de corrupción en su administración, que van de la mano con las demandas sociales de los y las nicaragüenses.
Su intento de aterrorizarnos es en vano porque sabemos lo que nuestros padres y madres sacrificaron por la revolución y no aceptamos que tantas muertes y sufrimiento hayan sido en vano. La historia es historia y ya no se repite.
No hay comentarios:
Publicar un comentario