El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

sábado, 22 de junio de 2013

La rebelión de los abuelos


Por Enrique Saenz

Si usted ingresa en la página electrónica del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social, en la parte correspondiente al marco jurídico de la institución, encontrará la Ley Orgánica de Seguridad Social de Nicaragua. Si revisa la ley podrá leer el siguiente artículo:
Artículo 49.- Para tener derecho a la pensión de vejez se requiere, además, acreditar un período no menor de 15 años como asegurado activo. Sin embargo, podrán concederse pensiones reducidas no menores del 40% del salario prescrito para aquellos casos en que habiendo el asegurado cumplido la edad de retiro, no haya cumplido el período de calificación, siempre que acredite como mínimo absoluto 5 años de pago de cotizaciones.
El cumplimiento de ese artículo es lo que reclaman las abuelas y abuelos. Como puede verse, no se trata de un regalo, sino que se les reconozca la denominada “pensión reducida” a quienes han cotizado al menos 250 semanas, que es la tercera parte de las semanas necesarias para optar a una pensión completa.
Hemos visto a las abuelas y abuelos, por años, en las rotondas, en las calles, en las carreteras, ante la Asamblea, frente a la casa de Ortega, en Managua y en sus municipios. Bajo lluvia o a pleno sol, reclamando su derecho.
Hasta ahora, los voceros del orteguismo sólo han enseñado la cara para sacar la lengua. Primero con el cuento de una comisión. Se reunieron con diputados orteguistas, les hicieron promesas, arrastraron los pies y después no volvieron a aparecer.
Después  salieron con el cuento de que se necesitaba una ley. Introdujeron la iniciativa y cuando arreciaron las protestas un vocero del orteguismo, sin vergüenza alguna, afirmó a los medios de comunicación que la habían devuelto porque no llenaba todos los requisitos.
Ahora salen con el sambenito de que no hay fondos en el INSS.
¿A quién engañan con estos embustes?
En el presente caso, los continuos embustes de los voceros orteguistas se han convertido en un ejemplo flagrante, público, patente y manifiesto, de la hipocresía y de la falta de sensibilidad del régimen.
Y ahora peor. La policía convertida ya en instrumento desnudo de represión. En el régimen somocista, cuando se castigaba a un preso lo ponían “a pan y agua”. La frase fue adoptada por el lenguaje coloquial y por mucho tiempo se utilizó como expresión de castigo extremo. Pero ahora la policía orteguista fue más allá: negó a los ancianos el pan y el agua. Por fortuna, la deshumanizada medida policial no acarreó desgracias, por ahora.
Sin embargo, resulta evidente que el régimen dictatorial va pavimentando el camino de la inmolación, como forma de protesta social.
He podido ver en los cuerpos cansados de abuelos y abuelas, la voluntad de perseverar en su lucha. Pude ver en sus rostros ya marchitos, el brillo en la mirada: con la esperanza transfigurada en furia. He podido escuchar, en sus roncos gritos de protesta, la angustia del que lucha por su sobrevivencia. Pude ver en sus puños crispados la convicción del que sabe que defiende una causa justa. Y, junto a ellos, cuerpo a cuerpo, forcejeando ante las embestidas de la policía, pude sentir y palpar la energía y la determinación.
No es posible anticipar cómo y cuándo concluirá esta lucha pues, al fin y al cabo, el orteguismo dispone de poderosos instrumentos de coacción, cooptación y represión. Pero el ejemplo de la rebelión de las abuelas y abuelos pica y repica en las conciencias de los nicaragüenses. Y perdurará. Son las chispas con las que arden las praderas.
No podemos dejarlos solos. Es nuestra obligación respaldarlos. Primero porque son nuestras abuelas y abuelos (una razón de humanidad). Mañana podemos ser nosotros. Segundo, por la lección de valentía y perseverancia que están mostrando (una razón de solidaridad). Tercero, porque es una demanda justa (una razón moral).
Si no nos conmueve la injusticia… si no estamos dispuestos a mover un dedo o alzar nuestra voz en respaldo de una causa justa…¿qué país podemos construir?

No hay comentarios:

Publicar un comentario