Onofre Guevara López
La centralización del poder bajo el Ortegato (*) es uno de los signos mortuorios de la institucionalidad democrática. Y una de sus víctimas más connotada ha sido la autonomía municipal, por ser esta la estructura básica donde se hace real la participación de la ciudadanía en los asuntos de la administración pública. También es la instancia más cercana al ciudadano para ligar su compromiso y responsabilidad con el progreso local.
El ortegato no hubiera podido consolidarse sin la centralización del poder, es decir, sin la absorción autoritaria e ilegal de la autonomía municipal, comenzando por la sustitución del derecho de sus partidarios de escoger a los candidatos para presidir las alcaldías. En la última elección, no hubo candidato que no fuera designado por Daniel Ortega y Rosario Murillo, e impuesto a la militancia a través de sus operadores políticos locales, quienes atropellaron la voluntad de las bases que demostraron su inconformidad con ese método de “elección”.
No han sido pocas las consecuencias negativas de tal práctica, pues, aparte de la falta de libertad para la escogencia de los candidatos, luego vino su imposición por la vía del fraude electoral que les dejó huérfanos de representatividad. Esto creó un terreno fértil para la corrupción, pues de entre tales alcaldes con su iniciativa reprimida y pasivos receptores de todo lo que les “bajan”, surgieron alcaldes ineficaces y corruptos. Y como la corrupción en el gobierno es una actividad que suelen silenciar, los expulsan del cargo… “problemas de salud”.
Dentro de este esquema de gobierno, ni siquiera el manejo de la historia local goza de autonomía, porque los eventos y las celebraciones locales las orientan desde Managua. Con ello afectan el desarrollo cultural propio de los municipios, y también les hacen cometer lamentables equivocaciones.
Eso lo pude comprobar el pasado 29 de junio en la ciudad de Nandaime. En fecha reciente, habían ordenado a las alcaldías promover la selección y la premiación de la casa más antigua de la ciudad, que no tuviera remodelaciones y, por ende, conservara en su construcción original. Cuando supe que la casa de Dionisio Guevara Pérez (tío mío), había sido escogida como la casa, o una de las casas, más antigua de Nandaime, se me antojó visitarla y verla en su estado original, tal cual la recordaba. Lo único nuevo que ahora luce esa casa, es una placa en una pared exterior con una leyenda escrita con la letra y los colores que usa en su papelería el “buen gobierno”, y con la fecha de cuando, supuestamente, fue construida: el año 1896 del Siglo XIX. Por ser una iniciativa ajena, en la alcandía no investigaron en serio la historia de la construcción de la casa, y ahora están engañando a las nuevas generaciones locales.
Semejante equivocación se descubre con solo hacer la cuenta que los de la alcaldía debieron haber hecho: el tío Dionisio nació en el último año del Siglo XX, o sea, en el 1900, y construyó su casa para casarse, unos 25 años después. De manera que es imposible que hubiese construido la casa en 1896… ¡cuatro años antes de haber nacido!
¿Cuántos fraudes parecidos o peores se habrá cometido en todo el país? Ni lo imagino, pero tengo la imagen “del magno acto”, según me lo describieron, donde se impuso la placa mentirosa a la casa del tío Nicho: un acto político-cultural, con danzas y discursos dignos de una competición para ganar los primeros lugares en la historia de la cursilería (de esas “tantas babosadas municipales”, como escribió Manolo Cuadra en su poema Perfil) y la constante e infaltable letanía que da … “gracias al comandante Daniel y a la compañera Rosario” por haberles restituido a los nandaimeños todos los derechos… ¡incluso el derecho de conocer su propia la historia!
Sería bueno que los ciudadanos investigaran si sus autoridades locales han podido escapar o no de cometer errores semejantes, gracias al secuestro de la autonomía municipal.
(*) Ortegato: versión nica de Sultanato, territorio dominado por un sultán.
*******
Paráfrasis
La canción de aniversario (cantada con cualquier música, siempre que sea plagiada):
“Yo quiero vivir en un mundo mejor”,
porque lo peor del mundo es vivir…
¡como los Dos quieren que vivamos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario