Acabo de ver el partido de Costa Rica contra Holanda. El mejor partido que he visto de este Mundial, y creo que el mejor que ha habido hasta ahora en ese certamen. Costa Rica estuvo a la par de Holanda y no perdió por anotar menos goles en tiempo reglamentario. Perdió porque tuvo más mala suerte que Holanda a la hora de meter “penalties”.
Hasta terminar el segundo de los tiempos extras, Costa Rica peleaba taco a taco con Holanda. Holanda hasta el último segundo se vio amenazada por la ofensiva costarricense, al igual que Costa Rica se vio amenazada por la ofensiva holandesa. Costa Rica, como hacen los buenos equipos, no se replegó para evitar los goles de Holanda esperando que llegara el momento de los penalties. Porque el equipo de Costa Rica tenía confianza en que sus defensas y su portero podían neutralizar cualquier contraataque holandés, como lo hicieron, y que tenían oportunidad de meterle goles a Holanda, que no era invencible. Exactamente igual que lo hizo Holanda.
Me siento orgulloso de mis hermanos costarricenses, pues su futbol es reflejo de su espíritu. Costa Rica, como cada uno de los demás países centroamericanos se levantó y vino a Nicaragua a pelear contra los filibusteros machos a mitad del Siglo XIX. Y entre todos expulsamos a Walker. Todos fuimos valientes, a pesar de la superioridad de armamento de las fuerzas de Walker, y los vencimos. Esto deberíamos reconocerlo todos los centroamericanos y dejarnos de andar diciendo que a los ciudadanos de alguno de nuestros países les falta coraje, valentía o patriotismo. La Historia nos ha demostrado a todos que a ningún centroamericano le falta cualquiera de esas virtudes. A todos los centroamericanos nos sobran ésos, lo que todos sabemos…
Felicitaciones ticos, tiquillos, pura vida.
Iván García Marenco
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