Por Ivan Molina Jimenes
Grave error han cometido los diputados del Frente Amplio (FA) que, según lo informó La Nación (16/7/2010), aceptaron la invitación oficial del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) para participar en el 35 aniversario de la revolución que derrocó a la dictadura de los Somoza.
Pese a las imaginativas justificaciones dadas por los legisladores, nada de lo que dijeron puede borrar el hecho de que el FSLN ha sido convertido en el instrumento político personal de Daniel Ortega, de que la conmemoración de la revolución está en función de perpetuar la permanencia de Ortega en el poder, y de que el clientelismo partidista y el fundamentalismo religioso dominan las políticas públicas nicaragüenses.
Independientemente del conflicto relacionado con isla Calero y de las tensiones asociadas con el nuevo proyecto de construcción de un canal interoceánico por el río San Juan, sumarse a la conmemoración del FSLN supone traicionar, más que celebrar, el extraordinario triunfo sandinista de 1979.
¿Cómo espera el FA consolidarse como una estratégica opción de izquierda para Costa Rica, cuando sus legisladores aplauden el “sandinismo de derecha” (la expresión es del sociólogo Edelberto Torres Rivas) que prevalece en Nicaragua?
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