El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 22 de julio de 2014

Fiesta de nuevos ricos



Onofre Guevara López

El drama histórico nicaragüense, que tuvo un desenlace victorioso el 19 de julio de 1979, hace treinta y cinco años, se nos presenta ahora en forma de comedia. La fiesta conmemorativa fue una síntesis de lo ridículo y el oportunismo de los nuevos ricos. 

Una ceremonia bufa de solo voces aduladoras cincelando estatuas de los vivos muy “vivos”. Todo lo que se vio antes, durante y después del espectáculo resuma lo kitsch, con todo lo que significa de cursilería, mal gusto, vulgar esteticismo, y formas efectistas intrascendentes. El significado histórico de la revolución, fue trocado por un programa de circo, revuelto con prédicas religiosas santiguadoras del mesianismo del propio Daniel, con un estilo de neo predicador cristero. 

Solo asómese usted a la Avenida de Bolívar a Chávez (sin Bolívar no hubiese habido Chávez y sin Chávez aquí no hubiera petróleo) y allí sus ojos verán un espectáculo de luz y fantasía. Es la entrada a la fiesta kitsch de los nuevos ricos del barrio más pobre de América, después de Haití. (Poco consuelo para quienes tienen que oír los rezos de Rosario por desayuno, almuerzo y cena). 

Quienes conocen la finalidad de esos rezos y protestaron por los fraudes fueron reprimidos juntos a periodistas, mujeres y hombres, que por ser independientes mayor culpa les asignan, y se hicieron merecedores de la “santa” ira de los motorizados del ortegato, quienes no vivieron la etapa del somocismo, menos que hubiesen luchado en su contra (no pasan los 35 años de edad), pero practican un estilo somocista de reprimir, porque la represión está en la esencia del poder, de cualquier poder, máxime cuando es ilegítimo. 

Pero no hay dictadura, dicen, porque no aparecen cuerpos chamuscados en la costa del lago, ni opositores yaciendo rectilíneos dentro de un cajón, asistidos en su tránsito al más allá con un Rosario rezado y con otro Rosario sobre el pecho. Pero está la Policía ejerciendo su función de guardián de la tranquilidad y la paz del reino de los nuevos ricos, protegiendo la actuación represiva de las turbas orteguianas y actuando en el momento que lo creen necesario. 

En esta situación, no existe la clásica compensación de pan con circo, porque la tortilla, nuestro pan, está padeciendo de viudez por los frijoles ausentes y la tortilla con sal “llena, pero no mantiene”. La ausencia de los frijoles se le debe a una muy solidaria y cristiana especulación que los nuevos ricos del gobierno no combaten para no perder el cariño del Cosep y los adoradores del libre mercado, aparte de que muchos de ellos no podrían actuar contra sí mismos. 

No es necesario, pero aclaro que mencionamos al circo no porque estamos en su contra, pues no es digno de humanos odiar a los animales, sino que hablamos de una situación política que imita al circo, en lo kitsch. Los payasos tampoco merecen ser objetos de ofensa por usar lo kitsch; ellos lo hacen como instrumento artístico y para comer, pero aun lo mal que comen, tiene sabor a la dignidad del trabajo.

Los nuevos ricos derrochan en sus fiestas el producto del trabajo ajeno y, para mayor y trágica señal, también a costa de la vida de quienes la perdieron en la lucha por la revolución. ¿Y cómo y con qué pretenden pagarles sus vidas a los caídos? ¡Con “árboles de la vida” de lata! Auténticos monumentos a la cursilería, al mal gusto y, tan faltos de estética como sobrados de vulgaridad. 

Con solo lo que gastan en energía para iluminar sus “árboles” de lata se podría iluminar la existencia de muchos niños trabajadores de las calles y los semáforos, en memoria de los caídos que por ellos murieron: para que fueran libres de miseria, tuvieran buenas escuelas y una enseñanza de calidad. Para hacer justicia de esa manera a los caídos, el gobierno tendría que dejar de ostentar el récord de hacer la más pobre inversión en la educación pública, de toda Centroamérica.

El espectáculo fue caro, como todo lo que suele comprarse un nuevo rico, para quien todo lo caro es bueno, aunque solo sea ostentoso. El enorme coro de muchachos uniformados mental y físicamente, con sus aplausos mecánicos y movimientos rítmicos mal ensayados, celebraba cada mensaje de felicitación y el festival de elogios mutuos. Por ejemplo, los mensajeros del exterior –Fidel incluido— y los invitados no ahorraron elogios para el liderazgo “revolucionario de la compañera Rosario” de pura invención, pues ignoran que los días previos al 19 de julio del 79 ella los pasó en Costa Rica, no compartió con el pueblo los sustos ni los temores provocados por los bombardeos aéreos y el traqueteo de las ametralladoras, pero ahora aparece como la única chavala de la película. Esa y otras falsificaciones las disfrazaron con la música y la voz prestadas a Carlos Mejía Godoy. 

Los nuevos ricos derrocharon lujo en su fiesta para deslumbrar a sus invitados con la mediocridad de su auto culto con frases y actos efectistas. Les crearon un ambiente propicio para el disfrute de la fiesta, y les ocultaron que, en el fondo, celebraban la más importante de las transformaciones que se han hecho en Nicaragua: el veinte y cuatro aniversario de la Piñata, la primera fuente de capital para su conversión en nuevos ricos. 

Las efemérides de la revolución fueron el pretexto para el despliegue de tanta cursilería, que incluyó haber “sentado” entre los invitados una escultura de Chávez para que “oyera” el discurso del jefe. De la concurrencia, ¿quién se asombra? Siempre lo mismo: asistencia obligada y total de los empleados públicos, clausura de la TV por cable y encadenamiento de los canales locales. Y lo más grosero: dejar caminando a “pincel“, a la mayoría de los ciudadanos que usa el transporte colectivo. ¡Salud, pues!

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Paráfrasis



Yo ando por las calles “con la frente en alto y a pecho descubierto”, pero dentro de mi Mercedes Benz y una muralla policial… ¡nadie me puede ver!

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