El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

jueves, 19 de septiembre de 2013

No falta diálogo, falta legalidad



Onofre Guevara López

Si la justificación de la alianza entre capital y poder dependiera de la lectura y la fe en la infalibilidad de las cifras macroeconómicas para demostrar que así se conquista el bienestar general, no existieran agitaciones sociales, menos revoluciones. Y el hecho de que aquí la revolución se haya frustrado, no ha borrado muchas de las causas que la motivaron.

Lo digo, porque, al parecer, José Adán Aguerri, el administrador político del Cosep, cree que con las cifras macroeconómicas está descubriendo América. Él, no parece suponer siquiera que, aparte de los datos concretos, su fe en esas cifras es la misma que tuvieron por mucho tiempo los capitalistas durante el somocismo. La han tenido todo el tiempo después con todos los gobiernos, pero las promesas sobre el desarrollo siguen siendo eso, promesas.

El progreso material para todos, nunca coqueteó con la realidad, menos que suceda, como dice Antonio Lacayo –en su apoyo al proyecto Ortega-Cosep—, que: “El mejoramiento de la economía es como cuando llueve: todos nos mojamos, aunque unos más que otros.” Este “aunque” es la excusa para el engaño, porque no solo se mojan unos más que otros cuando llueve, sino que también hay amplias zonas sociales donde se vive bajo una sequía permanente.

De manera, que no son nada nuevos los recitales de eufemismos para disfrazar las desigualdades sociales, aunque nunca está de más hacer el intento por descubrir lo que se quiere ocultar detrás de esos eufemismos. Por eso, es interesante detenerse en lo que Aguerri llamó en su discurso, los “cinco pilares de crecimiento a fortalecer”. Él comenzó con esta idea:

“Gobernabilidad Democrática y Seguridad Jurídica. Es fundamental que tanto los ciudadanos como las autoridades respeten las normas vigentes.”

Perogrullo lo hubiese dicho en cualquier ocasión y en lugares menos engalanados, pues es un hecho de vieja data que si las normas vigentes se respetaran aquí habría gobernabilidad. Pero don José Adán omitió la verdad de que la gobernabilidad que tanto falta, es porque las “autoridades” no han respetado esas normas ni las quieren respetar. Y ese es el motivo por el cual Ortega está en el poder: por no haber respetado la norma constitucional que prohíbe la reelección, y se reeligió ilegalmente... con un fraude de ipegüe, además.

Detrás de esa violación de las normas vigentes, están otras ilegalidades, como tener funcionarios de facto en los poderes del Estado y la falta de transparencia en todo, y de eso, solo son responsables las “autoridades”. Sería interesante que Aguerri revelara cuáles son las “normas vigentes” que los “ciudadanos” no respetan, como para excitarlos a que junto a “las autoridades” de hagan cargo de “la gobernabilidad y la seguridad jurídica”. No podrá hacerlo, y ahí comienza la falsedad de su planteamiento.

Según Aguerri:

“Son temas necesarios de dialogar y consensuar:

“El fortalecimiento y respeto del Estado Democrático de Derecho y la división e independencia de Poderes del Estado;

“La confusión de lo público con lo político-partidario genera desconfianza e inseguridad jurídica;

“La protección de la seguridad personal, de los derechos económicos y de propiedad y cumplimiento de los contratos privados y públicos;

“El funcionamiento eficiente e independiente de la justicia;

“La independencia, transparencia y eficiencia en la administración de los procesos electorales;

“El nombramiento de Funcionarios Públicos conforme requisitos y procedimientos de la Constitución Política en consenso con los partidos políticos de oposición”.

No se le olvidó nada, pero siendo que mucho de lo señalado por él refleja un estado descompuesto, José Adán se cuidó de no mencionar siquiera la palabra corrupción. Por muy positivo que sea dialogar, no es un remedio infalible para todos los males. Las omisiones y burlas a las leyes no son para ser dialogadas con los responsables, sino para ser reclamadas, porque son delitos constitucionales, y sobre los delitos no se dialoga con los delincuentes, pues no hay nada que “consensuar” con ellos.

¿”Consensuar” sobre qué? Esas normas constitucionales no son objetos de discusión ni de consenso, porque ya son leyes de la república –están en la Carta Magna— discutidas y aprobadas por consenso. Por lo tanto, son normas vigentes de obligatorio cumplimiento, en primer lugar, de parte de las “autoridades”.

Todo presidente de la república, es el primer obligado a cumplir las leyes y hacerlas cumplir (Artículo 150 Cn., numeral 1). Pero cuando un gobernante falla con su responsabilidad –como Ortega está fallando desde hace mucho tiempo— corresponde a los ciudadanos exigirle su cumplimiento, y no pedirle dialogar con él para ver si quiere “consensuar” su cumplimiento. Es que no se trata de discutir otra Constitución, sino de darle vigencia real a la que existe.

Si el Cosep y el gobierno quieren nueva Constitución para legalizar su plutocracia, que convoquen a una Constituyente, pero no estén engañando al pueblo con diálogos marrulleros. En la situación actual, pedir diálogo con el gobierno, solo puede tener la mala intención de hacerle concesiones sobre derechos que no cumple, pero están vigentes y son irrenunciables.

Como ciudadanos, los señores del Cosep tienen el derecho de opinar y proponer lo que deseen sobre la administración pública, pero no tienen derecho de dialogar sobre “normas vigentes” que la Constitución no manda a ser dialogadas, sino a ser cumplidas. Sencillamente eso: ¡cumplidas! Y si pretenden institucionalizar su plutocracia, que lo hagan a nombre de sus negocios e intereses, sin invocar falsamente el bienestar general de los nicaragüenses.

Así, demostrarían sinceridad en lo que se proponen y, quienes quieran seguirlos, que lo hagan sin esconder lo que buscan. Y si creen que sus negocios van viento en poca con este gobierno, como efectivamente van, solo tienen que seguir con su alianza hasta donde puedan llegar. La ciudadanía hará lo suyo, cuando sienta la necesidad de reclamar sus derechos frente a los violadores de las “normas vigentes”, pero sabiendo que antes debe organizarse y unirse sólidamente con los que quieran una democracia y no una plutocracia.

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Paráfrasis



Enriquecidos, recuperados y prepeados con victorias fraudulentas.

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