La Patria es primero

Mauricio Díaz

El autor es diputado al Parlacén



Es un hecho real la partidización de las instituciones del Estado: Despido de los funcionarios que no son leales al matrimonio, al partido, y a los CPC. Uso descarado de los bienes y recursos públicos en eventos del FSLN, con el abono orgánico de los serviles de siempre.

Control de las instituciones mediante la “ubicación” en cargos públicos de antiguos agentes de la DGSE.

Desfiguración sicodélica de los emblemas y signos oficiales. Estrategia de infundir el miedo a la población para desmovilizarla, neutralizarla y “encuadrarla”.

Renovación del “nicolasismo revolucionario” encubierto en los símbolos del cristianismo.

Impunidad total de los actos y hechores de corrupción debidamente denunciados. Silencio oficial. Secretismo en el manejo de los recursos de la cooperación y de los bienes públicos.

Aunque los símbolos oficiales del Estado de Nicaragua son el Escudo, la Bandera y el Himno Nacional, ya no es una bandera la que ondea en los edificios y bienes muebles propiedad del Estado, ahora hay tres: la de los CPC, la del partido en el gobierno y la de la Patria.

La degradación de nuestra Bandera es una vergüenza y un acto repudiable que debemos denunciar, pues es la primera señal de un intento de superponer el partido por sobre la Patria.

Los activistas profesionales y contratados del Frente Sandinista al ver una Bandera de Nicaragua acusan a quien la lleva de “liberal”, “roba Cenis” y “traidor a la Patria”... Para ellos la única bandera es la roja y negra.

Manipulados o no, están incubando los gérmenes de un régimen más que autoritario o totalitario, fascista.

La instrumentalización de mujeres de los CPC en labores de presión da cuenta que entre Ortega y Somoza no hay diferencias en los métodos.

Es una misma y vieja historia de quienes en el pasado construyeron sus sistemas totalitarios en nombre de sus banderas alzadas por sobre las imágenes de sus líderes: Mussolini, Hitler y Stalin, Fidel o Kim Il Sun, cualquiera de ellos es la personificación de la brutalidad y el troglodismo.

Aquí el caudillo Ortega pretende entronizarse con su partido por sobre los valores más preciados de la nación nicaragüense.

Estamos en el extremo opuesto a las esperanzas de vivir en paz, libertad y democracia, en una Patria libre para vivir en ella no para morir por ella mucho menos cuando se le confunde con el partido, con el caudillo, con la señora, con la familia.

Ortega no valida la vigencia de los derechos humanos de los ciudadanos, pues los califica de derechos burgueses e intenta imponerse como el “guía moral” de los pobres y oprimidos del mundo.

Zoilamérica y las mujeres del mundo no existen en su categoría “ética”, son “agentes” de la CIA y el imperialismo en su afán por desacreditar al ungido y autoproclamado mesías, que ha llegado al colmo de compararse a Jesucristo.

Mientras, como escribió Darío:

“¡Cristo va por las calles flaco y enclenque! Barrabás tiene esclavos y charreteras, y las tierras de Cuzco, Chibcha y Palenque han visto engalonadas a las panteras!”

Y la versión oficial continúa tratando de confundir al pueblo haciéndole creer que la Iglesia católica avala sus actos ahora con un “maniqueísmo oficial” los ángeles son ellos, los diablos los demás:

Las palomas tirándole a las escopetas.

Managua, en la víspera de septiembre, Mes de la Patria.