por Delfín Dorado
En estas frías navidades recibo con gratitud la noticia de la reedición de tres textos de poesía costarricense contemporánea: La suerte del Andariego, Caza del Poeta y Profesión u oficio. Los tres del heterónimo de Adriano Corrales, Adriano de San Martín. Me explico: las primeras ediciones salieron bajo la autoría de Adriano Corrales y estas, bajo el sello BBB Producciones, salen ahora (con el año de 2013) bajo la autoría de Adriano de San Martín. Según se me informa, el segundo es el nombre originario del poeta Corrales, quien, en el momento, lo asume a plenitud, poéticamente hablando.
Con gratitud porque eran tres poemarios inencontrables en Costa Rica y en el mundo. Se agotaron o se perdieron. Lo cierto es que, por esas malditas razones de la distorsionada distribución del objeto libro, muchos jóvenes y muchas personas en general, especialmente en Centroamérica, no conocen estos poemarios, los cuales, parecieran escritos hoy, pero con un halo de historia lejana; ello porque son textos al margen del canon y de las tendencias artísticas en boga.
El primero, La suerte del andariego, tal como se anuncia en la contraportada, es una especie de diario sobre el tránsito de la humanidad hacia ninguna parte. El hablante lírico anota su paso por países y pueblos desde sí mismo en busca de las claves propias de su existencia. Esas anotaciones son poemas breves cercanos al haiku japonés o a la poesía clásica china, a veces sentencias o aforismos, otras, imágenes concretas y sobrias. En una sociedad atrapada por el mercado total y la dominación cultural y colonial, esos apuntes son una suerte de testimonio de los excluidos con una conciencia que se expresa en resistencia desde el aquí y desde el ahora, es decir, desde la periferia. A trece años de su publicación, fuera de las modas y del canon posmoderno, el libro del Andariego continúa su rumbo, como si el tiempo le concediera razón a su paso y a su visión antropocósmica y pluriversal.
Caza del Poeta es una cantata que se compone en casa del poeta pero destinada a su casa mayor: Centroamérica. De esa manera, el poeta/compositor se convierte en el cazador de su propia palabra/música a la vez que se enfrenta al dilema y la encrucijada de la cacería posmoderna: es un cazador que sale de sí mismo a buscarse en el jolgorio y la retórica colonial de las provincias centroamericanas. Por eso termina siendo cazado por la imagen que el mundo moderno/colonial refracta desde los otros y su memoria. De tal modo que la cacería es doble pues se realiza en un entorno agresivo donde el poeta siempre está al margen.
Por lo demás, y eso lo pregona el mismo libro, es un texto donde se intenta una forma de escritura desde el aquí y desde el ahora, es decir, desde el sentir y pensar de las periferias; es una búsqueda de ritmos y formas propios sin despreciar las vanguardias occidentales. Por tanto, es un libro centroamericano de frontera, o decolonial, como muy bien se señala en la contraportada, donde la poesía es resistencia y al mismo tiempo una ruta de países posibles, la cual se inventa y se reinventa, renovándose constantemente en la armonía, el ritmo y la posibilidad de la misma Caza del Poeta.
Profesión u Oficio es quizás la apuesta más lograda de Adriano de San Martín. Con poemas largos y bien estructurados se alcanzan cumbres verdaderas en poemas como El tigre está en los ojos, Carta a la esposa, Carta al hijo, Casi-da a García Lorca o Noches de Medellín, entre otros. Es un poemario escrito con pasión donde la erótica, el homenaje, la reminiscencia, la nostalgia, la memoria en fin como resistencia poética, nos preguntan siempre por el quehacer del poeta, un quehacer que el hablante tiene muy claro: ha sido expulsado de la Res-publica de las Letras y el Arte (con mayúscula), por tanto su actividad está en los márgenes, en las fronteras, en esos intersticios de “el difuso mundillo del amanecer / la pululante línea de la imperfección y el anonimato” (Carlos Martínez Rivas, citado por de San Martín).
Las búsquedas formales del poeta centroamericano (“de la provincia costarricense”, como gusta decir) alcanzan un sitio permanente en la poesía tica con este libro, por supuesto, sin dejar atrás los dos mencionados, largas y escarpadas escaleras para alcanzar la Profesión o el Oficio. Así, se revisita y se desconstruye el canon vanguardista, pos y trans, hasta el “precipicio posmodernista”; pero siempre desde las propias posibilidades de escritura, desde el enunciado en contexto. Y, asunto importante, retomando la tradición de la poesía centroamericana y de más allá, es decir, colocando tres sólidas paredes en la construcción de la pequeña/grande patria poética del autor, con ayuda de su propia raigambre.
Por ello he recibido con agradecimiento estos textos, que por lo demás, como objeto son sobrios, frescos y prolijos a pesar de su sencillez tipográfica. ¡Nos hacían falta! Espero que los lectores que aún no los hayan abordado expresen este mismo sentimiento porque de verdad el trabajo poético de este andariego y cazador en busca de las claves de su propio quehacer literario y ontológico, vale la pena. O que expresen su crítica, o su disgusto, porque en la poesía del poeta tico se respira también ese reconcomio propio de la poesía del nicaragüense Carlos Martínez Rivas, al parecer, poeta de cabecera de de San Martín.
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