Más
allá de las creativas expresiones de humor que ha desatado el
sorprendente caso de la metamorfosis de la cocaína en talco, hay un
conjunto de temas de fondo que es preciso colocar sobre la mesa:
-
Vamos a suponer que somos lelos y que aceptamos como ciertos los alegatos del fiscal y del juez en el sentido de que no era talco sino cocaína lo encontrado en poder de Milton González, el ahora también famoso hermano del chocolatito González. De todas maneras quedarían pendientes de aclarar los siguientes asuntos: Si el juez había dictado prisión preventiva ¿por qué estaba libre? ¿quiénes o quien ordenó su libertad y por qué?
Se
menciona que el instituto de medicina legal emitió un dictamen que
permitió cambiar la prisión por arresto domiciliar. Pero el dictamen
nunca apareció y el trámite establecido para modificar la medida
cautelar no se cumplió. ¿Por qué?
Sigamos
aceptando que somos lelos. En manos del indiciado fueron encontradas
municiones. Es un delito la tenencia ilegal de municiones. El artículo
401 señala: “Quien venda, porte, posea o facilite la portación o el
uso de un arma de fuego o municiones, sin tener la respectiva licencia o
autorización, será sancionado con pena de seis meses a un año de
prisión y de cincuenta a cien días multa”. El fiscal, al ser
interrogado sobre este punto declaró “Tenemos un año para buscar más
elementos, declaró el fiscal”. Como buenos lelos que somos nos toca
entonces sentarnos a esperar.
2. Ahora supongamos que somos solamente un poco lelos y resolvemos investigar un poco el asunto. La Oficina de Naciones Unidas contra la droga y el delito (UNODC) ha publicado un documento denominado “Métodos recomendados para la identificación y el análisis de cocaína en materiales incautados”. Ese documento establece: “Los
ensayos presuntivos son procedimientos rápidos diseñados para facilitar
una indicación de la presencia o ausencia de determinadas clases de
drogas en la muestra y eliminar rápidamente las muestras negativas. Como
sucede con todas las técnicas analíticas, unas buenas técnicas de
ensayo presuntivo elevan al máximo la probabilidad de obtener un
resultado “verdadero” y reducen al mínimo la
probabilidad de obtener un falso positivo”. En el mismo documento se ofrecen cinco métodos distintos para estas pruebas de campo.
¿Cuál
de esos métodos utiliza la policía? ¿Ha valorado la policía la eficacia
del método que utiliza? El fiscal del caso declaró: “En la Costa
Caribe, donde yo fui fiscal tres años, esto” –las contradicciones en el
resultado de los peritajes– “es el plato de todos los días”. Si esto
es así, significa que es muy deficiente el método que utiliza la
policía o, peor aún, que el plato de todos los días más bien es el
“talcazo”. La policía debería explicar porque el resultado es que
inocentes pueden ser condenados o que culpables pueden ser liberados.
Otra
aspecto a considerar es la denominada “cadena de custodia”, es decir,
quienes se encargan de custodiar las pruebas, ya que al pasar de mano en
mano alguna de esas manos puede realizar “el cambiolín”. En el presente
caso ¿Quiénes participaron en la cadena de custodia?
Como
podemos ver son tantas y las sospechas tan obvias que las autoridades
superiores de las instancias involucradas al menos deberían abrir una
investigación y no hacer el cuadro con declaraciones como las ofrecidas
por la señora que ejerce el cargo de “presidenta” de la Corte Suprema de
justicia. Como si fuera un caso común y corriente afirmó que al juez
“le ponen un peritaje no puede hacer nada más, no puede inventar
pruebas”.
3.-
Ahora razonemos como lo haría cualquier persona sensata utilizando el
elemental sentido común. Es evidente que un hecho semejante no puede
producirse sin el contubernio entre la Fiscalía, la Policía, el
laboratorio de criminalística y el aparato judicial, incluyendo el
instituto de medicina legal. Y ello puede obedecer solamente a dos
motivos: a una instrucción política o a una corrupción generalizada.
Las
conclusiones que se desprenden de ambos posibles motivos son letales: O
bien la corrupción ha corroído la totalidad del tejido institucional,
de la cúspide a la base. O bien, la impunidad campea aún en delitos de
narcotráfico. En ambos casos la moneda tiene las mismas dos caras:
impunidad para los unos, indefensión para los otros.
Los unos son ellos, los otros somos nosotros.
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