Milagros del Siglo XXI

Onofre Guevara López

Tuvo que tocarnos de “cerca” el conflicto venezolano para ver en vivo y a todo color esta paradoja de la información moderna: la alta tecnología de los medios de comunicación, y la instantaneidad con que puede transmitir las noticias, no elimina el cáncer de la manipulación, sino que lo complejiza y amplía su efectividad. No es que las fotos y vídeos, por ejemplo, son inventados, sino que los medios audiovisuales se han inventado el recurso de reflejar una realidad, y luego hacerla encajar en otra realidad.

Este tráfico fraudulento de imágenes se vio cuando una estudiante es arrastrada violentamente en Turquía, pero fue ubicada milagrosamente en Caracas y en manos de la guardia bolivariana. En otro vídeo, los carabineros chilenos del señor Piñera enfrentan a estudiantes que demandaban educación gratuita, y luego fueron transformados en guardias y estudiantes venezolanos.

¿Cuántos milagros similares hemos visto y creído en los últimos días? Difícil saberlo, pero es seguro que –por cuestión de clima— lo único que no pudieron trasladar de Kíev a Caracas, fue a los manifestantes metidos en gruesos sobretodos. Esto no significa que en Venezuela no estén ocurriendo disturbios ni enfrentamientos, pero el tráfico de los audiovisuales fraudulentos ha creado una clientela adicta a la tendencia oficialmente “democrática”, condicionada para tragarse las manipulaciones.

Otro milagro es que ante nuestros ojos y oídos desaparecen de las noticias y los comentarios anti chavistas la mención del líquido-motor que mueve al mundo, las conspiraciones y hace explotar los cócteles “Molotov”: el petróleo. Para no hablar ni escribir sobre eso, las santas patronas de las transnacionales petroleras hacen el milagro de callar las lenguas en sus órganos audiovisuales y paralizar los órganos digitales ante los teclados. Y de ahí surge el milagro de convertir en tabú la palabra petróleo, como causa y origen de guerras y subversiones.

Para mientras el curso de los acontecimientos hace el milagro de una salida a la crisis de Venezuela –sea para bien o sea para mal—, la manipulación comienza a desplazarse a otros punto del escenario, en donde la sensatez y la tolerancia ya hicieron su debut. Pero hacia este otro lugar del escenario las cámaras se dirigen perezosas, y no abandonan el escenario original, hasta tanto la violencia siga siendo depositaria de las esperanzas de los dueños de los milagros.

Pese a todo, comienza a bajar la temperatura en las calles, y aunque aún se sigue soplando el fuego, pretendiendo no dejar apagar las llamas hasta alcanzar su objetivo, el miércoles 26 de febrero se efectuó la primera conferencia de paz convocada por Maduro. Fue el primen chorro de agua contra el incendio, al cual no contribuyó la extrema derecha, pero sí, una buena cantidad de empresarios, clérigos y alcaldes no solo chavistas, en donde expresaron las críticas que creyeron necesarias hacer al gobierno, principalmente, sobre los problemas de la economía y del abastecimiento.

Sobre la base de los señalamientos críticos expresados, se integró una comisión mixta del gobierno y sectores privados, para buscarle solución a los puntos señalados en las críticas. Esta comisión se reunió el día jueves 27 de febrero, y en una segunda reunión de la conferencia de paz, a esta se le dio el nombre y el carácter de permanente.

Como se dice en el argot beisbolero, a la oposición extremista la cogieron fuera de base, pues aunque consejeros extranjeros hablaban a favor del diálogo, la oposición creía imposible que el gobierno se interesaría en promoverlo. Por eso, su reacción inmediata –que sigue siendo actual— fue descalificar la conferencia y a sus participantes. Y los medios audiovisuales no podían dejar de hacerle eco. Ambos –oposición y medios— salieron de su desconcierto, y continúan confiando en el derrocamiento de Maduro por medio de la violencia callejera. Juntos están en el juego, y juntos corren el riesgo de quedarse colgados de las piedras.

Esa posición no la comparten los empresarios incorporados a los objetivos de la conferencia de paz, sea por una sensata reconsideración de su actitud, porque sus esperanzas de ver caer al gobierno se han desvanecido, o porque se han dado cuenta de que están expuestos a la quiebra, pues con la violencia se les muere la posibilidad de hacer negocios. Esa situación, hace pensar distinto hasta a los empresarios no necesariamente amigos del gobierno, y con ello, se distancian de los líderes políticos opositores extremistas. Su afinidad y complicidad entre la mayoría de los comerciantes han sido innegables, como también son innegables los peligros a que están expuestos.

Aparte de la reacción de los medios internacionales respecto a esta nueva situación que nace en medio de la crisis venezolana, lo cual no les es conveniente, el paso dado por Maduro hacia la paz con la colaboración de los empresarios no complotados, no puede considerarla una victoria política suya. Solo tendrá que verla –si no le falta la sensatez—, como una oportunidad para rectificar lo que debió de haber rectificado antes de que se desatara la violencia, y deberá seguirlo haciendo para poder permanecer y conseguir gobernar en paz.

Si se quisiera incursionar en asuntos ideológicos, esta es también una oportunidad para darse cuenta de que el socialismo no ha podido construirse a plenitud en ninguna parte –entre otros muchos y complejos fenómenos—, porque el socialismo no se hace por decreto, por voluntarismo ni con autoritarismo de personas iluminadas, o que se creen tales. Las leyes de la dialéctica, no son sustituibles por ningún caprichoso deseo ni del más creído de los mesiánicos. Los intereses del pueblo venezolano merecen una rectificación de todos los actores, y no necesita de ningún tipo de milagro, ni de ninguna clase de milagrero.

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Paráfrasis



“¿Puede el Canal arrancar en diciembre?” Es probable que no, pero “la gritería” contra el Canal… ¡arrancó desde antes del pasado diciembre!