Onofre Guevara López
Las funciones reales de la Secretaría de
comunicación del gobierno reflejan tanto la realidad nacional, como la puede
reflejar una máquina contestadora de una oficina comercial. Secretaría y contestadora
repiten lo mismo y con la misma tonalidad sin poder reflejar los sucesos que
ocurren en su entorno. La diferencia es que la máquina está programada para
decir siempre lo mismo a los clientes y la Secretaria dice lo mismo tratando de
programar a su clientela política.
Me pasa que, y supongo ha de pasar a
todos, cuando la máquina contestadora comienza
a recitar, cuelgo el teléfono. Así, cuando comienzo a leer lo que escribe la Secretaria
de comunicación dejo de leerlo. Pero a veces a uno le sobra un tiempito y se anima
a divertirse leyendo completo el mensaje para medir el largo trecho que hay entre
su dicho y el hecho.
Después de una madrugada robada al sueño,
las turbas robaban a los despiertos y los policías medían con sus botas algunas
costillas juveniles por el delito de solidarizarse con los ancianos; y después
de haberse encaramado don Porfirio en una tarima sin flores –porque la flores
son exclusivas del señor de El Carmen—, la Secretaria dijo en su mensaje: “Gracias
a Dios, porque una vez más está ratificando su protección, en diálogo, en
consenso…” El hecho es que la Secretaria,
teniendo siempre a Dios tan cerca de su boca, no le pidió protección para ancianos
y jóvenes atropellados… antes de “dialogar”.
Otro dicho: la Secretaria, pensando que
el mundo es solo el que tiene bajo sus pies, y que voluntariedad como la de los
acarreados en los buses no hay en ninguna parte, se sintió feliz por no haber
visto entre ellos “un solo rostro que tuviera amargura, que tuviera rencor…” El hecho es que en las paradas de buses de la
ciudad, miles de rostros reflejaban angustia, amargura y rencor porque no tenían
cómo poder llegar hasta sus casas.
Un dicho más: habituada a mirarlo todo
distorsionado desde el poder, la Secretaria no pudo ver en su manifestación a
un pueblo manipulado, sino “a un pueblo que sabe adonde va, que sabe qué
quiere, y sabe cómo enfrentar los desafíos, los retos, los problemas”… El hecho
es que los manifestantes sí sabían que querían ir a sus casas, pero para no
perder su empleo no enfrentaron el desafío, ni el reto ni el problema que el
gobierno de la Secretaria les planteó el día lunes 24 de junio del 2013... y tuvieron
que desfilar como corderitos.
Y en otro de sus dichos, la Secretaria de
comunicación de retórica incontenible, siempre dejando al margen la realidad,
agregó: “aquí hay un proyecto de transformación alrededor del bien común…” El
hecho es que aquí los bienes son demasiados comunes entre el Estado y los
gobernantes, pero para el común de los nicaragüenses, esos bienes se han vuelto
los menos comunes de todos los bienes… (Quien lo dude que vea cómo don Wang
Jing, desde su casa, y con el permiso del marido de la Secretaria, está ofreciendo
en venta el patrimonio nacional, mientras aquí –donde el español es el idioma
oficial— el documento de la entrega se publica en inglés).
Un penúltimo dicho: a la Secretaria le
sobra retórica hasta para regalar; ningún personaje en el mundo puede pasar por
un percance o una alegría, sin que ella deje de enviarle su dosis de pena o de
amor; ahora fue de pena por el estado de salud del héroe sudafricano y del
mundo, Nelson Mandela, por lo cual le envió también “Un abrazo solidario al
pueblo de Sudáfrica, que está unido en oración”, por el hombre cuyos “ejemplos
luminosos inspiran a todo el mundo”. El hecho es que Mandela, con toda la luminosidad
de su ejemplo de no quedarse en el poder para siempre, a pesar de contar con
las simpatías de todo el pueblo –de negros y blancos—, no pudo inspirar al
marido de la Secretaria…
Y el dicho final: la Secretaria invoca para
todo y sin falta el nombre de Dios, la virgen, la solidaridad, el cristianismo,
el amor por el pueblo, por la justicia, por todo lo que existe. El hecho es que
la Secretaria regala tanto amor a los más lejanos, que ya no le alcanza amor para
los más próximos. Ni siquiera para la prójima Zoylamérica y sus hijos.
El hecho domina sobre tanto dicho: la
Secretaria no puede repartir amor… sin mirar a quién.
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