El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.
martes, 31 de diciembre de 2013
Visiones en blanco y negro
Onofre Guevara López
Poco se habla de las cosas tal cual son, sencillas, seguramente por temor a ofrecer la imagen de simple observador, lo cual supone también ser visto como un mal observador. Pero cual fuere la imagen que se quiera dar con una opinión, la cuestión es que un simple hecho guarda su verdad, al margen de lo rebuscada que pueda ser nuestra argumentación.
Por ejemplo, una observación simple es afirmar que no hay sistema político-social perfecto y, pese a ser una perogrullada sigue siendo una verdad. Pero se cae en el maniqueísmo cuando, obviando esa verdad, se habla de un socialismo enemigo de la democracia y, por ende, malo. Al contrario, a la democracia se la identifica como consustancial al capitalismo.
La emergencia de la revolución venezolana, compartiendo odios y amores con la revolución cubana, es buena oportunidad para quienes –desde su respectiva secta— emitan anatemas o amorosos mensajes políticos en su contra o a su favor. Propio del sectarismo, es no distinguir la coexistencia de lo bueno y lo malo en un mismo proceso, pues ambos, capitalismo y socialismo, encierran una relación dialéctica entre lo bueno o lo malo, y nunca exclusivamente con solo uno. Además, ni el capitalismo ni el socialismo son sistemas políticos acabados de una vez y para siempre, pues, aunque parezcan estáticos, son fenómenos sujetos a cambio.
No se trata de recoger conceptos opuestos sobre ambos sistemas sociales para conciliarlos, y hacer un híbrido de sociedad, al margen de sus respectivos procesos históricos. Como planteamiento teórico, se trata de eliminar los inconvenientes para los seres humanos en uno y en otro sistema; de que sus contradicciones pudieran resolverse sin que la minoría sea condenada por su condición misma, sino por sus acciones, ni a la mayoría se la condene a cargar la miseria como su segunda piel. Que en las internacionales no se impongan los países desarrollados por sobre los países pobres, robándoles riqueza, identidad y autonomía. Dejar que cada sistema social resuelta sus contradicciones, según las conveniencias de sus propios pueblos, sería lo ideal.
Cosas simples, solo en apariencia. Hacer esas transformaciones, es casi imposible, por los fuertes y variados intereses que representan las clases sociales y los dirigentes en cada sociedad, de cada país. Eso tan imposible, como la renuncia de las naciones y los pueblos a su autonomía, causa esencial de las luchas político-sociales en el mundo.
En el sistema político venezolano anterior, los dueños extranjeros de su riqueza petrolera, tenían la complicidad de los capitalistas criollos para acumular riquezas, sin pensar en la suerte de la población trabajadora. El resultado siempre fue mayor riqueza acumulada por la minoría, y mayor pobreza para la mayoría. Y mayores las contradicciones desatadas, por lo cual son constantes las crisis del capitalismo.
El mundo desarrollado y el mundo atrasado –ambos, con igual estructura política y social— exhiben las mismas desigualdades, en medidas distintas. El ser humano que es desalojado de un apartamento en Madrid o en Atenas, y echado a la calle, sufre igual injusticia que el ser humano en Caracas o en Managua, viviendo en “casas” colgadas de los cerros o de cartón.
Pero los medios pro capitalistas atribuyen esas situaciones a cualquier causa, menos a la estructura social del sistema; las crisis los ven como errores de “malos políticos”. Todo se corrige –en su ideal— cuando triunfan los “buenos”. Pero, con “buenos” o “malos” en el poder, las contradicciones del sistema siguen incólumes, mientras facturan nuevas crisis.
Cuando dicen buscar las causas de los problemas en los países “socialistas” –Venezuela solo aspira a serlo—, entonces, los perversos son el socialismo y sus líderes. Por ende, ambos deben desaparecer, y justifican todo para lograrlo.
En los países desarrollados los bancos tiran la gente a la calle, el Estado salva a los bancos, y todo sigue “normal”. Las medidas neoliberales han obligado a muchos griegos vivir en las cuevas cercanas a las ciudades, pero noticias como esa, son de una sola emisión y de corto aliento. En Venezuela, se construyen miles de viviendas para los pobres a un ritmo no visto en muchas partes (medio millón, hasta el 20/12/13), pero se vuelven invisibles para los medios; sus héroes son quienes hacen todo por rescatar la “democracia” y el petróleo con que ahora se construyen esas viviendas.
Donde las transnacionales ponen sus ojos, los medios ponen las “noticias”. Abultan los problemas económicos, aunque una de sus causas sea la especulación planificada en la lucha por la “democracia”. Y saben que especulan con millones de dólares y planes extranjeros para acrecentar la crisis, pero lo callan.
La intención es provocar un “caracazo”, si fuera posible, más destructivo que el de 1989, pero les está resultando difícil. Las causas y los objetivos políticos-sociales, no son ni parecidos. Sobre todo, no serían los mismos actores sociales. En aquel tiempo, había un pueblo hambriento y desesperado por las medidas neoliberales; ahora, ese pueblo, en su mayor parte, conquistó la esperanza y es el protagonista de la acción política no desesperada, sino vigilante, para que el petróleo no vuelva a ser ajeno y sirva también para los que aún siguen sufriendo las consecuencias del pasado “democrático”.
Respecto a la corrupción, algunos funcionarios chavistas, emulando a los del viejo régimen, robaron recursos públicos y están en la cárcel (qué bueno sería que Ortega actuara igual a Maduro, en vez de encubrir a los corruptos). Pero cuando Maduro obtuvo la ley habilitante para combatir la corrupción, sus enemigos hacen todo por voltear los hechos.
Este reconocimiento, no es extensivo a la visión mesiánica del poder de Maduro, porque en eso, es igual a Ortega, ilegal, pues fue designado candidato por Chávez al margen de la Constitución, aunque su elección no haya sido un fraude.
Con los recursos de que disponen los líderes venezolanos, en especial el recurso humano, tienen posibilidades de avanzar hacia una sociedad mejor. Pero con esa su visión mesiánica le están ofreciendo cancha, y hasta posibilidad de éxito, a una derecha ultra reaccionaria y apátrida. Frente a ese peligro, no vale la invocación religiosa a un “comandante eterno”.
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Paráfrasis
“Gracias Jesús, el Cristo, por continuar derramando sabiduría sobre Daniel y Rosario”… ¡y ellos puedan seguir convirtiéndola en dinero y poder!
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